Polarizar o ser extremista puede verse en una mente simplista como una forma de resaltar los valores de la lealtad, compromiso y voluntad. Desde niños aprendemos a idealizar a un equipo de futbol y por default a odiar al otro. Al cobijarnos en un extremo vivimos cómodamente sentados sobre una ignorancia que nos hace más “fácil” la vida.
Hoy enfrentaré ante ustedes a dos viejos adversarios que ahora se popularizan bajo la nueva máscara de un rimbombante nombre. En esta esquina “Schadenfreude”, que con una gran suástica bajo su rubio pelo proveniente de Alemania y a pesar de ser la ruda y maldita, es en silencio la favorita de muchos, perfilándose como la campeona de estos días.
En la otra esquina, procedente de un lugar entre India y China, “Mudita”, esta vegetariana luchadora envuelta en su toga roja y amarilla, luce sin pelo y con una perpetua sonrisa. Poco conocida y mucho menos ejercida en su filosofía.
La palabra Schadenfreude se citó por primera vez en The New York Times en 1985, en el 91 apareció en tres ocasiones, tuvo 40 menciones en 2004 y el año pasado fue citada en dicho periódico 62 veces. Significa “sentimiento de alegría creado al observar el sufrimiento o la desgracia de otra persona. Schaden (daño) y Freude (alegría).
Para algunos Schadenfreude es similar a la envidia, la cual se define como la tristeza de una persona con la buena fortuna de otra. Saqué esta palabreja de una conversación no querida en un lugar en donde a la gente le da por decir mentiras o verdades según la intensidad del vapor. Ésta se realizó al poco tiempo de que llegamos de conquistar el Manaslu.
Una persona que llamaré “G” me preguntó cómo nos había ido y sobre si había estado difícil el ascenso. Luego de varias preguntas y respuestas me comentó: “Pues a mi Alejandro (?) me dijo... «a ver si Laura no regresa muerta o de plano no regresa»“. Ahí fue cuando desperté y pregunté por qué.
G: “Es que esta muchacha no tiene experiencia en esas montañas y bueno, uno nunca sabe cuánta gente ahí queda. Pero bueno, felicidades”. Y salió del vapor con un dejo de tristeza.
En eso me cayó el “veinte” de una charla con Laura en días de tormenta en el Manaslu. Laura me preguntó:
—¿Yuri, crees que alguien desee que nos accidentemos en la montaña?
—Mira flaca —le dije—: muerto, lo que se llama muerto, creo que podría tener una interesante lista de personas que celebrarían con cohetes mi partida al infierno, pero de ti, no creo, tu carácter es afable y eres un buen ser humano, para todos tienes buenos sentimientos.
Schadenfreude está siendo moda por la pérdida de la autoestima en un mundo que privilegia la forma física y la posesión económica sobre todo.
Pero estoy convencido de que alegrarse con la desgracia de otros es la representación mental de una existencia miserable. Nos da cuenta de la falta de objetivos y la ausencia de una decisión de forjar nuestro destino sin tener que vivir al pendiente de los demás. Y es que si sabes hacia dónde quieres ir, cuándo y cómo, poco tiempo te quedará para estar al pendiente de que la desgracia aterrice en los demás para que te sientas “menos mal”.
Pero en la otra esquina está “Mudita”, un término en sánscrito usado por los budistas para representar “el regocijo con los éxitos de los demás”. Es como una fuente interna de alegría que aparece al ver a los otros contentos o con buena fortuna. La sensación de “Mudita” es como la que tienen los papás al observar los progresos y el crecimiento de los hijos.
“Mudita” tiene su representación más difícil cuando tenemos alegría por el bien de los demás padeciendo en el momento una desgracia personal. El domingo Laura y yo tuvimos un largo entrenamiento lleno de “Mudita” porque nuestra ciudad esa mañana lucía esplendorosa y con ánimo.
Cientos de personas corrían cerca de nuestro parque de entrenamiento y el mismo Metropolitano disfrutaba con los padres enseñando a sus hijos a andar en bicicleta. Jóvenes, adultos, mujeres y personas de más edad, todos moviéndose temprano y disfrutando de un invierno acalorado.
Una hermosa postal leonesa. Disfrutamos y compartimos la alegría que los demás tienen tan sólo por verlos moverse. Cada persona de esta ciudad que logre alcanzar su objetivo será sin duda un éxito de nuestra comunidad. Desear el fracaso de los demás es empezar a cavar tu tumba.
Hoy es martes, hay muchas cosas para celebrar, muévete hacia el frente y goza el éxito de los demás. Apuesta por “Mudita”, escucha más y ponte a trabajar.