follow me
Montañismo y Exploración
Monte Athabasca, cara norte
15 agosto 2009

Dos jóvenes escaladores mexicanos (17 y 20 años) del estado de Jalisco realizaron un excelente ascenso a la cara norte del Monte Athabasca, en las Rocallosas del Canadá.







  • SumoMe

Después de un mes de estar en Vancouver tomé un autobús que después de 14 horas de viaje me dejó en el pueblo de Banff. Ahí me enteré que Juan Carlos Lozano se había retrasado y Roberto Larios subiría por la ruta normal a la montaña que habíamos elegido: el Monte Athabasca (3,491 metros). Los cuatro habíamos pensado subir la cara norte, por la vía más directa, pero ahora sólo seríamos Eduardo Ibáñez y yo.

La cara norte del Monte Athabasca, con la franja rocosa encima.
Fotos cortesía de José Vega
Haz click en las imágenes para agrandarlas.

La ruta es grado III en la escala utilizada en las rocallosas canadienses: 400 metros de pared de hielo con una inclinación de 60 a 70 grados y al final hay que atravesar una franja de roca y hielo. Los primeros 60 metros son los más difíciles de la ruta, hay poco hielo y roca podrida con una sección de 90 grados. Despues son otros 50 metros en terreno mixto hasta la cumbre, pero exigen mucho menos. Anteriormente graduaban la parte de roca como 5.4, pero reportes más nuevos de guías canadienses experimentados le dan un 5.7 debido a que la parte de roca es mas larga ahora y hay menos hielo.

A las seis de la tarde del 25 de julio nos encontrábamos en el Visitor Center del monte Athabasca. Descansábamos y preparábamos el equipo al mismo tiempo que analizábamos la ruta y veíamos los reportes meteorológicos; el tiempo no era el mejor: nublado y con lluvia ligera. A las once de la noche comenzamos el acercamiento a la pared.

En el glaciar no encontramos huellas previas y nos guiamos por los puntos de referencia que habíamos observado desde abajo. Cruzar el glaciar fue lento, pues estaba muy fracturado y grandes grietas nos impedían el paso. Avanzamos con cuidado, pues no queríamos caer en una de las grietas.

Al subir una pendiente moderada sentí que me hundía rápidamente. Grité “¡Me caigo!”, pero también reaccioné rápido y me lancé hacia atrás y aunque comencé a deslizarme cuesta abajo me detuve con mi piolet antes de jalar a Eduardo con la cuerda. Cruzamos la grieta y seguimos avanzando hasta estar en el comienzo de la ruta del Silverhorn. Ahí pudimos observar los imponentes 400 metros de la pared.

Atravesamos con velocidad la última parte del glaciar, pues era una zona bastante expuesta, hasta llegar a la base de la pared. En ese momento tuve la seguridad en que subiríamos la ruta pues el mal clima y el glaciar lleno de grietas me hacían dudar en regresar por el mismo camino. Cruzamos la rimaya con facilidad por donde se hacía más estrecha y comenzamos a escalar la pared.

Nos encontramos con buen hielo, la pendiente se mantenía entre 60° y  70° pero ya no necesitábamos las lámparas y el tiempo, aunque nublado, se mantenía estable. Escalamos bien pero al llegar al quinto largo, el tiempo comenzó a cambiar: pronto hubo truenos, la visibilidad era limitada y caía una nieve que se pegaba en nuestra ropa. Pero no hacía frío, así que la nieve se derretía rápidamente y el hielo en la pared dejó de ser fiable.

El viento arrastraba la nieve de las partes altas y caía por la pared. Era molesta mientras se estuviera en las reuniones. Muy continuamente  pasaban zumbando pequeñas piedras. Es bueno tener casco en esos momentos. La única opción era seguir subiendo, pues estábamos cerca de la punta y el descenso por la ruta normal sería más rápido.

El tiempo mejoró cuando terminamos la parte de hielo de la pared. Justo ahí comenzaba el reto: dos largos más de escalada mixta. Fijamos una buena reunión con dos tornillos y comencé a escalar de punta. Desde abajo habíamos trazado una línea diagonal hacía la cima pero al estar ahí la dirección cambió. Hice una pequeña travesía en terreno mixto y comencé a subir por un diedro de roca con pequeños tramos de hielo; parte de la roca estaba podrida, corría agua y los tramos con hielo no eran muy confiables.

Terminé los 60 metros de cuerda utilizando cuatro de los cinco empotradores que llevaba, además de un tornillo. Coloqué la reunión en un tramo de hielo entre dos rocas. Eduardo punteó el último largo hasta la punta. Quince horas de haber comenzado la jornada estábamos los dos en la cumbre del Mount Athabasca. Cuatro horas después estábamos de regreso en el Visitor Center comiendo y bebiendo un poco de vino.

José Vega (20 años) y Eduardo Ibáñez (17) son montañistas mexicanos del estado de Jalisco. Residen en la ciudad de Guadalajara y escalan con un grupo de amigos. El suyo fue el primer ascenso a esa ruta de su estado a la cara norte del Athabasca y posiblemente mexicano.

Eduardo Ibáñez (izquierda) y José Vega, en la cumbre del Athabasca.

La línea de subida (rojo) y de descenso (azul).



 



Suscríbete al Boletín

Google + Facebook Twitter RSS

 

Montañismo y Exploración © 1998-2024. Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con SIPER
Diseño por DaSoluciones.com©