Su objetivo era escalar el Fitz Roy, en Patagonia, una de las montañas más emblemáticas en la escalada de dificultad mixta. Apenas llegaron al campo base se encontraron con que había iniciado una ventana de buen tiempo y decidieron aprovecharla. Portearon todo lo necesario y escalaron… hasta que casi termina la escalada e inicia la pendiente de nieve que lleva a la cumbre.
La Aguja Poincenot, en Patagonia.
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La razón: había ya varias cordadas delante de ellos y el tiempo comenzó a cambiar hacia mal. Cinco cordadas. Acostumbrados a escalar a velocidad, como los ascensos que hicieron en el Capitán el año pasado, ese ritmo les parecía un paso de caracol. Lento. Desesperante. Al final, cuando además de la lentitud el tiempo se puso mal, decidieron bajar.
Así se cerró el primero de dos intentos que hicieron, pero en el que llegaron más alto. El segundo fue el mal tiempo el que los detuvo muy abajo. Algo aprendieron: que en Patagonia hay que esperar en el campamento base y en cuanto inicie el buen tiempo ir todo lo rápido que se pueda y que la dificultad de la ruta (ese tema siempre tan subjetivo) depende ahí de cómo haya estado el tiempo antes de su llegada.
Los vivacs largos y ventosos en donde “nadie vivaquea” (eso lo supieron después) les hicieron comprender que debían aprender primero de la zona. Así que escalaron la Aguja Poincenot (3,002 metros) por la ruta Williams, la Aguja Guillaumet (2,579 metros) por la ruta Guillot y la Aguja de la S, por la ruta búlgara.
No es lo que planearon pero saben que aunque hayan llegado muy alto en el Fitz Roy no pueden decir que llegaron a la cumbre ni poner de pretexto el mal tiempo o una multitud por delante o haber llegado tarde en esa ventana de buen tiempo. “Simplemente llegaste o no llegaste, lo demás es justificación a lo que no hiciste”, dice Jorge Colín.
La ruta irlandesa de la Aguja Poincenot (3,002 metros) fue abierta en 1962 por Don Whillans y Frank Cochrane. La ruta Guillot en la Aguja Guillaumet (2,579 metros) fue abierta el 26 de febrero de 1968 por los franceses F. Guillot y Joel Coqueugniot. La ruta búlgara de la Aguja de la S (2,335 metros) fue abierta en 1990 por Miroslav Sevilevski y Valentin Trenev.
