Andrea de Porti. Explorers: The Most Exciting Voyages of Discovery, from the African Expeditions to the Lunar Landing. Firefly, Buffalo, 2005. 56 pliegos. ISBN: 1-55407-101-1
| El enorme progreso en la tecnología de transportación y comunicación ha rendido la experiencia de las exploraciones tempranas —la fortaleza y el aislamiento—, virtualmente imposibles de concebir hoy en día. Un turista del siglo 21 que desembarca de un vuelo en un área remota del planeta, armado sólo con una cámara digital y un teléfono celular, no encontrará fácil imaginar las condiciones encaradas por un viajero de principios del siglo 20 quien, a pesar de estar bien preparado y bien equipado, podía desaparecer fácilmente sin dejar rastro en una naturaleza hostil y sin cartografiar. |
La historia de la exploración es uno de los temas que más llaman la atención a todo mundo y precisamente por ello hay una gran cantidad de libros con títulos similares, pretendiendo dar un panorama de lo que fue y/o es la exploración desde el punto de vista del autor. El presente libro se reduce a un periodo: desde algunas de las expediciones africanas más tempranas hasta la conquista de la Luna, por el viaje del Apolo 11.
Lo primero que salta a la vista es el gran formato del libro, pero una vez que se abre hay algo más notorio: no está compuesto de páginas, sino de pliegos, es decir: uno abre el libro en alguna parte y se debe desplegar la hoja para ver la información que contiene. Eso permite una gran cantidad de información, sobre todo gráfica, a una sola exploración, aunque tiene el inconveniente de no poderse leer en todo lugar.
El libro habla de 53 exploraciones elegidas por la autora, sobre todo porque rescate la información gráfica que hay de ellas, su principal objetivo: hacer sentir lo aislado que estaban los viajeros de entonces en comparación de un viajero del siglo XXI, “armado con sólo una cámara digital y un teléfono celular”.
Las exploraciones elegidas son también sorprendentes, pues si bien están algunas que aparecen en casi todos los libros (la conquista del Everest, por Hillary, la del K2, por la expedición italiana de 1953, el viaje de Stanley en “lo más oscuro de África”, el viaje del Fram hacia el Polo Norte con Fritdjof Nansen, la conquista del Polo Norte por Robert Peary, etc.), también hay muchas que son poco conocidas o prácticamente desconocidas, como los viajes de Nikolai Mikhailovich Prezhevalsky, cartógrafo del Zar de Rusia.
El contenido escrito no es exhaustivo, pero no es la intención de la autora dar luz y ser punto de debate en las exploraciones que ha elegido, sino mostrar información gráfica sorprendente. Así encontramos a un Vittorio Sella, el acompañante del Conde de los Abruzos al K2, como un explorador en diversos continentes y una fotografía impresionante de gran tamaño que no podría haber sido contemplada bien de otra forma.
El único inconveniente del libro es su formato, por lo poco manejable que es, pero el lector encontrará una verdadera joya con la cual respaldar lo que haya leído de otras exploraciones, además de conocer someramente las que muchos han callado porque se tratan de personas no muy conocidas. Este es el verdadero valor.
Precisamente porque no son muy conocidos y la autora se ha ocupado de darles su lugar en este libro, entre los exploradores que son notorios están Nikolai Mikhailovich Prezhevalsky, Richard Burton y John Speke en la búsqueda de las fuentes del Nilo Blanco, Vittorio Sella en el Cáucaso, el explorador inglés Sir Francis Younghusband, mencionado mucho en varias partes pero sin hablar directamente de él, Howard Carter con su descubrimiento de la tumba de Tutankamón, María Reiche que estudia las líneas de Nazca toda su vida y varios más.
Este libro es un perfecto complemento de Los exploradores y sus descubrimientos, que ya hemos reseñado anteriormente y que tiene copias de documentos originales, como el periódico que publicó la tripulación de Scott mientras pasaba un invierno en su embarcación.