Ahora sí: al Huayna Potosí
17 de junio del 2009
A las nueve de la mañana llegó al hotel el guía Juan José Miranda con el vehículo que nos llevaría a nuestro próximo objetivo: el Huayna Potosí (6,088 metros). Su nombre significa “cerro joven” en aimará y está situado a 25 km al norte de La Paz, capital de Bolivia. Esta vez, Juan llegó con dos cuerdas nuevas como para disculparse de la ascensión anterior, pero ya no eran tan necesarias porque lo más difícil que haríamos era una rimaya de unos 10 metros.
El Huayna Potosí visto desde el panteón de los mineros caídos.
Llegamos al campamento base (4,700 metros) a las once de la mañana. Nosotros no acamparíamos en el campo base por tener ya una aclimatación previa. Esta vez saldríamos más ligeros: sólo el equipo de escalada. Nuestros porteadores subirían toda la alimentación.
Comenzamos la ascensión después de cruzar la represa de Laguna de Zongo. Subimos por las morrenas hasta llegar al glaciar en que está el campo alto (5,200). Llegamos a las dos de la tarde y nos dieron un lugar donde pasar la noche. En el refugio estaban 15 alpinistas más y los guías locales. Todos preguntaban de qué nacionalidad éramos; a los bolivianos les venía muy bien saber que yo era mexicano porque nos tienen mucho aprecio.
Rumbo a la cumbre del Huayna Potosí.
A las seis de la tarde era hora de cenar y un poco más adelante había que dormir porque saldríamos a la cumbre a las tres de la mañana. Me sentía bastante bien pero había perdido el apetito y comido muy poco. Eso no es bueno en altura pero a cambio me estuve hidratando bien. Pero tampoco dormí porque de repente perdía la respiración y tenía algo parecido a las taquicardias. Hacía bastante frío, mi altímetro marcaba 15 grados bajo cero.
18 de junio del 2009
Una de la mañana, hora de levantarse. Me dolía un poco la cabeza y en el desayuno no pude comer nada más que un pedazo de pan, un chocolate y un poco de té. A las 2:45 nos dirigimos al inicio del glaciar y a las 3:00 ya estábamos con los crampones puestos. El glaciar es enorme y su dificultad técnica es alta: tuvimos que sortear grandes grietas y cuando llegamos a la rimaya nos impresionamos porque la grieta parece no tener fondo y un error puede costarte la vida.
A 5,900 en el Huayna Potosí.
Mis amigos argentinos se venían atrasado. Nosotros nos deteníamos unos momentos para descansar y tomar té , pero no podíamos detenernos más de cinco minutos. Mis pies se estaban helando: ya no sentía los dedos y tenía que estar constantemente golpeando el hielo para que entraran en calor. A las 7:30 estábamos a seis mil metros y tomamos un descanso de 10 minutos. El sol causaba estragos. En ese punto dejamos las mochilas.
Una hora después habíamos sorteado grandes grietas y hecho una escalada mixta: hielo, roca y al final pasamos al filo noreste que llega a la cumbre. Es impresionante cómo caminas los últimos metros sobre la arista de 60 cm de ancho y a tu lado derecho hay una pared de mil metros de caída vertical. Cualquier error significa precipitarse al vacío.
En la cumbre del Huayna Potosí, en la foto, Armando Navarrete.
En la cima las lagrimas corren de la emoción. Juan y yo nos abrazamos y di gracias a la montaña por permitirme cumplir un sueño y una promesa a mi amigo Jorge: en la cumbre hice una plegaria por Sebastián, su hijo. Y a todos mis seres queridos que lo logre y muy en especialmente a mi hijo Zinahí que todo lo que se propone uno lo puede lograr los amo a mis hijos y mi esposa. A las 9:30 llegan a la cumbre mis amigos. Nos felicitamos y comienzo a descender.
La expedición fue seguida por el periódico NTR que siguió muy de cerca esta expedición de cuatro montañas: Pico Austria (5,250 metros), Pico Tarija (5,250), Pequeño Alpamayo (5,350) y Huayna Potosí (6,088).
En la cumbre del Huayna Potosí (6,088 metros). De izquierda a derecha: Matías Zúñiga, Karim y Armando Navarrete.
Fotografía tomada por Juan José Miranda.
