13 de junio del 2009
Salimos de la ciudad de La Paz temprano para atravesar la vecina ciudad de El Alto y nos dirigimos con dirección a Plaza de Mulas, donde nos esperaba nuestro equipo de muleros y Juan, nuestro cocinero durante los próximos días. La laguna de Chiarkhota sería donde estableceríamos nuestro campamento base y en ese recorrido, que nos llevó cuatro horas, pasamos por los lugares más hermosos de la Cordillera Real y el conocido lugar del Condoriri.
En el camino hacia el campamento base del Condoriri.
Fotografías cortesía de Armando Navarrete.
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14 de junio
A las nueve de la mañana salimos rumbo al Pico Austria (5,250 metros); nuestro campamento base estaba situado a una altura de 4,300 y aunque esta cumbre no representa un problema técnico se requiere buena condición física. El Pico Austria nos serviría para aclimatarnos y estar en buenas condiciones para nuestro siguiente objetivo. A las 11 de la mañana tocábamos la cima y teníamos una vista maravillosa del espectacular paisaje y del lago Titicaca. Nos felicitamos y luego de desayunar emprendimos el regreso al campo base.
Ese día esperábamos al guía Juan que el traía el equipo necesario para la ascensión al Pequeño Alpamayo. Pero a las 11 de la noche y nuestro guía no llegaba y estábamos muy molestos y preocupados por la falta de material. Matías recorrió los campamentos de nuestros vecinos para averiguar si podíamos comprar una cuerda y poder seguir con nuestra expedición. Nos acostamos a eso de las 11:30 de la noche, preocupados, pero decidimos ir por la ruta normal porque nuestro intento por la ruta directa tenía todas las trazas de haberse echado a perder.
A unos metros de la cumbre del Pico Tarija, en la foto Juan José Miranda.
15 de junio
La una de la madrugada. Me levanté y media hora después ya estaba vestido. Pasé a la tienda comedor y me sorprendí al ver que el guía había llegado como a medianoche porque había tenido algunos problemas. Ahora ya estábamos listos para partir pero lo hicimos hasta las tres, luego de desayunar.
A las cuatro pisábamos el glaciar. Hacía bastante frio (la temperatura era de 10 grados bajo cero) y mucho viento. A las 5:30 Karim cayó a una grieta. Fue un susto tremendo pero lo sacamos. La grieta estaba tapada con nieve fresca y de no haber sido por la mochila que lo detuvo como si fuera un tapón, el susto hubiera sido mayor.
Rumbo a la cumbre del Pequeño Alpamayo, en la foto Matías Zúñiga y Armando Navarrete.
A las siete de la mañana tocábamos la cima del Pico Tarija (5,250 metros), una cumbre bellísima y lo más espectacular era que el Pequeño Alpamayo se encontraba frente a nosotros: una bella montaña que no se podía ver desde el campamento base.
Teníamos que hacer un rapel de cien metros para llegar a otro glaciar, que es donde comienza el ascenso al Pequeño Alpamayo. Al finalizar el descenso, Matías preguntó si iríamos por la ruta directa. “¿Crees que la vamos a escalar con las cuerdas que trajo el guía?” Y decidimos irnos por la ruta normal. Las cuerdas estaban cortadas en tramos de 30 metros y no nos daban confianza. Dejamos gran parte de nuestro equipo y sólo llevamos lo necesario.
Escalamos las pendientes de más de 65 grados y una escalada complicada pero a las 10 de la mañana llegamos a la cumbre del Pequeño Alpamayo. Matias Zuñiga, Karim (argentinos) nuestro boliviano Juan y yo, nos felicitamos mutuamente en la cumbre.
Cumbre del Pequeño Alpamayo, en la foto Matías Zúñiga y Armando Navarrete.
Cumbre en el Pequeño Alpamayo, en la foto Karim y Armando Navarrete.
Descendiendo de la cumbre del Pequeño Alpamayo.