Destacado hombre de ciencias y humanista cubano que aportó al mundo su conocimiento adquirido durante una vida dedicada a la ciencia y, especialmente, a la espeleología. Hoy día, cuando la sociedad capitalista crea ídolos efímeros, héroes de pacotilla y líderes de opinión con mensajes vacíos, conviene recordar a aquellos personajes que se ganaron un lugar en la historia de sirviendo a su patria y más allá de sus fronteras, con el trabajo arduo en el sendero de la ciencia.
Augusto Martínez y Antonio Núñez.
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Núñez Jiménez, nació en Alquízar, provincia de la Habana, el 20 de abril de 1923; fundó la Sociedad Espeleológica de Cuba en 1940; se graduó de Doctor en Filosofía y Letras en la Universidad de la Habana en 1951. Fue miembro de la Unión Internacional de Espeleología, de la National Speleological Society, Estados Unidos de América y de la Unión Geográfica Internacional. Se le nombró presidente de la Federación Espeleológica de América Latina y el Caribe e investigador del Museo Nacional de Antropología y Arqueología del Perú.
En 1954 publicó su Geografía de Cuba, quemada por la tiranía batistiana. Desde 1948 hasta el final de su existencia participó en el proceso revolucionario de Cuba. Fue Capitán del Ejército Rebelde a las órdenes del Comandante Ernesto Guevara, Director Ejecutivo del Instituto Nacional de Reforma Agraria, Presidente del Banco Nacional de Cuba, Presidente de la Academia de Ciencias de Cuba y embajador de Cuba en el Perú.
Eduardo Queral Martín, Antonio Núñez Jiménez y Fidel Castro Ruz.
Fue diputado en la Asamblea Nacional de Poder Popular, Viceministro de Cultura, miembro del Presídium del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de la Academia de Ciencias de Cuba, Presidente de la Sociedad Espeleológica de Cuba y miembro de la Sociedad Geográfica de Cuba.
Recibió, entre otras, la Medalla del Premio Estatal de la Unión Soviética por el Atlas Nacional de Cuba. Participó en expediciones al Polo Norte, a la Antártida e hizo un viaje en canoa desde el río Amazonas hasta el mar Caribe.
Entre sus libros publicados de corte espeleológicos están, entre otros, los siguientes: Humboldt, espeleólogo precursor (1960), Cuevas y Pictografías (1964), Cuba, Dibujos Rupestres (1975), Geografía del Campismo (1985), Petroglifos del Perú (1986), Cuevas y Carso (1984), (1990) y La gran caverna de Santo Tomás (1990).
Después de esta incompleta lista de méritos antes presentada se hace necesario mencionar que este personaje, motivado por su espíritu de colaboración hacia las actividades espeleológicas, aceptó impartir una conferencia magistral en la II Reunión de Espeleólogos en Yucatán, organizada por la Facultad de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Yucatán.
A casi un mes de haber partido [de Yucatán], me habló por teléfono para avisarme que regresaba a Yucatán en un barco que era una réplica de los navíos vikingos. Pero también me previno que estuviera listo pues quería que yo lo llevara a Aktún Ceh, la Cueva del Venado, dado que en los días de la II Reunión de Espeleólogos yo le había mostrado esta cueva y él se quedó maravillado con los numerosos ejemplares de manifestaciones rupestres que están ahí.
Núñez llegó al puerto de Progreso y se comunicó conmigo; el 3 de diciembre de 1991 nos fuimos a la citada cueva en compañía de dos noruegos y dos islandeses. Revisamos detenidamente el amplio corpus de arte rupestre. Aun cuando la mayoría de los elementos se notaba claramente su temporalidad prehispánica, especialmente los petrograbados, le dije que había una polémica en cuanto a algunas pictografías de las cuales se dudaba su antigüedad. Le puse en antecedentes que en la cabecera del municipio donde se encuentra esta gruta, vivían artesanos muy buenos, especialmente en la reproducción del arte maya.
Excavación paleontológica en la cueva de Paredones. De izquierda a derecha: Leovigildo González, Lupe Velis, Alicia Alonso, Fernando Alonso y Antonio Núñez Jiménez. Foto tomada en la década de los 50
Sin embargo, las pinturas citadas, tampoco habían sido muy recientes pues una película de calcita sedimentada cubría la superficie de tales obras. Después de mirar y registrar todo lo que la caverna contenía se dirigió hacia a mí y expresó lo que yo considero una de las tantas lecciones que recibí de este gran maestro: “aunque las pinturas no sean prehispánicas son muy valiosas, pues el hecho de que alguien haya venido hasta esta cueva a realizarlas con tanto cuidado y detalle, indica la importancia que el autor dio a este lugar y decidiera plasmar su creación. Es igual que haya sucedido hace 500 años que hace solo 50”.
La obra de Núñez es fuente de inspiración para muchos espeleólogos del mundo, pero el ejercicio comprometido para la causa revolucionaria de su país constituye ahora un verdadero el ejemplo para todos aquellos que se dedican a la ciencia. Los espeleólogos, en este sentido, le deben más, pues con la grandeza de su obra, enriqueció el acervo espeleológico mundial y elevó a la disciplina de los espacios subterráneos a un rango de mayor prestigio. Su muerte acaecida el 13 de septiembre de 1998, consternó a muchos los estudiosos de la cavernas, especialmente [a] los latinoamericanos que tuvimos el privilegio de conocerlo y recibir un poco de sus enseñanzas.
Núñez Jiménez en la Cueva Jíbara
BibliografíaEscobar, Milagros y Emilio Suri. Periódico Juventud Rebelde, La Habana, 27 de junio de 1982.Núñez Jiménez, Antonio. 1986. Petroglifos del Perú. Editorial Científico–Técnica. Ciudad de la Habana.
Publicado en el Suplemento Cultural y Científico Unicornio de Por Esto! Año 18 Nº 948. Publicado el 5 de julio de 2009. Páginas 3-6.