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Montañismo y Exploración
Carta abierta: cuando no se puede más, no se puede más
27 febrero 2009

De entre todas las voces y letras que se hen hecho escuchar, sobre la "falla" de los rescatistas en el Aconcagua, faltaba la de los guías participantes, directa o indirectamente. En una página web colocaron su opinión y preguntan: Todos los que estamos “acá arriba”, nos estamos preguntando, “qué les está pasando allá abajo?”







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Nos resulta muy triste enterarnos los que estamos “aquí arriba” de la difusión de un video y de la infinidad de comentarios que ello ha provocado, comentarios y juicios emitidos sólo por ver algunos minutos de una situación de rescate en la cual de jugaron la vida, literalmente varias personas, por sólo querer salvar la vida, de otros compañeros de montaña.  Cómo el lego o el ciudadano común puede emitir un juicio correcto, con sólo ver algunos minutos de una filmación a 7000 metros más abajo, mirándolo en su TV?

Habría que retroceder alrededor de 4000 minutos antes de lo que se ve en video... allí donde el guía de la expedición Campanini, pierde la ruta de descenso por encontrase en medio de un temporal a últimas horas del día... En ese entorno una persona, cae con una placa de hielo cientos de metros más abajo y fallece...

Dado el mal tiempo y de acuerdo a algunas informaciones radiales, a primeras horas del día siguiente la patrulla de rescate comienza un operativo a más de 6,500 de altura por una zona que en primera instancia resultó equivocada dada la falta de precisión de la información a ese momento. Todo ese día fue un día de búsqueda infructuosa, recordemos, a 6,500 m de altura y con tormenta de nieve...

Al segundo día de búsqueda, cuando ya era casi impensable la posibilidad de vida de alguno de los 4 miembros restantes de la expedición luego de haber soportado alrededor de –40 de sensación térmica, deshidratados y sin abrigo, un helicóptero logra divisar al menos a una persona con vida, pero nuevamente, dada las condiciones climáticas y lo grande de esta montaña, no queda del todo claro el lugar preciso del avistamiento. Cabe recordar que durante uno de estos intentos de reconocimientos del lugar del accidente y por la necesidad de acercarse a la montaña para lograr visibilidad, el helicóptero de rescate tuvo una caída libre de varios cientos de metros que por “suerte” no se sumó a la tragedia ya existente....

Para ese entonces, ya en todos los campamentos se sabía de la situación de estas personas extraviadas y perdidas en la altura y en forma espontánea y voluntaria se formaron grupos de apoyo a la patrulla de rescate, al saber de la falta de personal y cansancio de la misma, algunos grupos comenzaron el ascenso desde los 4300 m hacia los 7000, recordemos, con tormenta, y sin adiestramiento conjunto para situaciones de este tipo, se movilizaron más de cincuenta personas a lo largo y ancho de la montaña, voluntarios para llevar equipos, alimentos, abrigo, calentadores para derretir nieve, para realizar relevos con los más cansados, y los más aclimatados y con mejores conocimientos para la cumbre.

Las personas se encontraban alrededor de 600 metros abajo de la cumbre pero fuera de la ruta normal, para acceder a ellos había que primero llegar a la cumbre, luego descender esos 600 metros por el otro lado, fuera de cualquier  camino conocido, entre viento blanco y temperaturas extremas.

Los rescatistas que llegaron estuvieron toda la tarde, repito, sin entrenamiento conjunto, en medio de una tormenta, logrando salvar la vida de tres personas (italianas), luego de hacer un triash (método que se utiliza en todo el mundo para definir prioridades de salvataje frente a situaciones límites), que fueron siendo llevadas a la cumbre y luego tomadas por otros grupos de rescatistas para comenzar su descenso...

En un momento no se pudo más, un metro para arriba y dos para abajo, cuando no quedan más fuerzas, no quedan más fuerzas, cuando no queda energía, no hay más energía y hay que pensar que todavía había que subir hasta la cumbre y después bajar, posiblemente 10 horas más de esfuerzo, para sobrevivir pero ahora ya los rescatistas...

Ningún compañero de montaña quiere dejar a otro compañero morir, pero cuando no se puede más, no se puede más... Alguien ha dicho que a Campanini lo trataron “como a un perro”, en situaciones límites se hace todo lo posible en el tiempo que se tiene, si hace falta arrastrar a alguien con una soga, se lo hace, si no hay camilla, se improvisa, si una persona se está ahogando en el mar y en estado de pánico o descontrol se la nokea y se lo intenta salvar...

Me pregunto, habrán tantos especialistas en alta montaña movilizando tanta prensa amarilla cada vez que un enfermo terminal de cáncer solicita un turno en algún tomógrafo de algún hospital público y le dan turno para dentro de los próximos seis meses, o cuando un chico entra en un pediátrico con riesgo de vida y le dicen a los padres que no hay camas o que no hay ambulancia para su traslado o que tal o cual medicamento, lamentablemente se lo van a tener que conseguir ellos, porque no hay más o los que hay están vencidos?

Obviamente hay mucho para corregir, este es el primer accidente con estas características en esta montaña, hay mucho por aprender, pero algo que no se puede decir, es que se abandonó a una persona, no hace falta explicar la cantidad de lágrimas han rodado por esta montaña esta temporada, y como si fuera poco, cuando se estaba cerrando la herida, hay quienes la abren nuevamente y nos hacen nuevamente llorar...

Todos los que estamos “acá arriba”, nos estamos preguntando, “qué les está pasando allá abajo?”



 



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