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Montañismo y Exploración
Carreras de aventura y expedición: una pasión que no entiende de límites

Las carreras de aventura son un fenómeno que crece día a día en todo el mundo. Miles de personas se vuelcan a esta actividad que combina esfuerzo, sacrificio y orgullo.







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Paisajes increíbles, altas montañas con sus picos nevados, ríos y arroyos de deshielo y espesos bosques forman parte de la geografía que envuelve a las carreras de aventura.

Entre los muchos lugares en donde se realizan estas carreras (todas las provincias que comprenden y abarcan parte de la Cordillera de Los Andes, Entre Ríos y sus cuchillas, la mediterránea Córdoba, etc.) hay uno que sobresale por la magnitud del desafío que implica su terreno y clima, y es ni más ni menos que la Patagonia.

Dentro de esta zona de indescriptible belleza y en donde el contacto con la más pura naturaleza se produce a diario, la provincia que pica en punta en Neuquén, y sus dos principales destinos son: San Martín de los Andes y Villa La Angostura.

Ambas ciudades cuentan con muchas ventajas, entre las que podemos nombrar: un alto grado de adeptos a esta disciplina, muchos locales de indumentaria y equipamiento especializado y, sobre todo, dos puntos clave: sus innumerables montañas, circuitos y senderos por donde realizar un trazado con diferentes niveles de dificultad según los disponga la organización, y la imprevisibilidad del clima.

Hasta acá algo de data básica para adentrarnos en el tema. Ahora le toca el turno a los verdaderos hacedores de estas carreras, los corredores.

¿Qué lleva a estas personas a enfrentar semejante desafío, provisto de una mochila con víveres, abrigo, brújula, mapa y altímetro? La respuesta no está muy clara, pero lo seguro es que todos ellos, corredores de elite o amateurs, saben lo que quieren y cómo conseguirlo.

¿Qué es una carrera de aventura?

Justamente eso: una aventura en todo el sentido de la palabra. Es enfrentar situaciones complicadas a cada paso, enfrentar los límites y miedos de cada uno, medirse a “duelo” con la naturaleza, esa misma que sin previo aviso prepara una tormenta perfecta que pone a prueba el coraje de estos contendientes, la que de un momento a otro decide cambiar ese frío y húmedo color gris, por el cálido celeste, provocando el tan esperado alivio. La “madre” naturaleza es sabia e impredecible, más allá de cualquier organización; es la que en definitiva, y según con el pie que se haya levantado, pone las reglas de juego.

¿Y los aventureros?

Ellos por supuesto, son la otra parte fundamental de esta sociedad y quienes permiten con su presencia que existan las competencias. (En este artículo no vamos a hablar del tercer elemento que completa este diagrama: las organizaciones). Y que quede claro que estamos hablando de una competencia, pero no entre los corredores mismos sino entre ellos y la naturaleza. Porque el objetivo es saltear uno a uno los imprevistos que esta “señora” impone: el terreno y el clima, por citar sólo dos, y llegar a la meta sanos y salvos, sin importar la posición, pero con el orgullo de haber alcanzado el objetivo y demostrarse a uno mismo que tanto esfuerzo y entrenamiento valieron la pena.

Acá hago un paréntesis para decir que quizás para los corredores de elite la posición en la que finalizan sea importante, pero esta clase de participantes reflejan un porcentaje menor en el universo total de los inscritos, pero aquí apuntamos al aventurero amateur, el que con valentía, coraje y amor propio afronta este tipo de desafíos.

El entrenamiento

“Cada maestrito con su librito”: la mayoría de las personas que participan o deseen participar en este tipo de competencias deben tener un entrenamiento físico y mental muy importante. En lo personal creo que para lograr terminar una carrera de expedición y aventura se necesita 50% físico y 50% cabeza, ya que ambos son necesarios y complementarios entre sí. Estas carreras demandan un esfuerzo muy significativo en ambos aspectos, que van alternando su importancia según el transcurso de la carrera y las dificultades que se van presentando.

Para la parte física es imprescindible concurrir a un gimnasio asiduamente para entrenar y fortalecer los diferentes grupos musculares que se usarán en carrera, sin olvidar la parte aeróbica. En caso de ser posible, es muy recomendable hacer cuestas: subir y bajar escaleras o calles empinadas para aquellos que viven en zonas llanas; quienes tienen cerros cercanos cuentan con esa ventaja.

Desde el punto de vista mental, es muy importante tener en claro a qué nos vamos a enfrentar y cuáles son nuestras fortalezas y debilidades, para no caer en decepciones cuando las dificultades comiencen a presentarse (porque 100% seguro, que aparecen). Por eso, tener la cabeza fría en el momento de tomar las decisiones, nos ayudará a nos equivocarnos y a no bajar el entusiasmo.

La previa

Los días previos a la carrera es importantísimo no realizar actividades físicas pesadas que puedan provocar alguna lesión o dolencia. Un punto no menor es el armado de las mochilas. Hay que asegurarse de tener el equipo obligatorio y todo aquello que queremos llevar: comida, abrigo, etc. Menciono este punto porque es común que ocurra que algunos competidores por el apuro y la ansiedad olviden algún elemento que pueda derivar en descalificaciones o situaciones difíciles durante la carrera.

Es importante completar el trámite de la inscripción y retiro del kit con tiempo y participar de las charlas técnicas que los organizadores dictan, ya que en ellas se pueden aclarar todas las dudas y se reciben “consejos” sobre el recorrido que a la larga suelen ser muy útiles.

Por último, una vez recibidos los mapas, es imprescindible hacer un minucioso estudio de los mismos y hacer una buena lectura, para tratar de entender qué nos están mostrando. El armado de una estrategia correcta y el trazado de nuestro propio recorrido completan el cocktail de la previa. Debería agregar que descansar bien la noche anterior a la carrera ayuda también, pero a veces la ansiedad y la estimulación son tan fuertes que resulta imposible poder conciliarlo.

En la largada

Es el momento de mayor emoción y voltaje, y ni qué decir cuando comienza la cuenta regresiva, ahí donde la adrenalina sale por los poros y el corazón parece explotar. Esta situación puede llevar a que larguemos a un ritmo rápido o más fuerte del que estamos acostumbrados y la probabilidad de que el ahogo y los malestares se hagan presentes, se agigantan. No olvidarse que vamos a confrontar contra un clima imprevisible, un terreno difícil y mucho desnivel.

Lograr controlar las emociones y tener la mente fría, ayudará mucho a una buena largada.

Quiero concluir con una opinión personal: las carreras de aventura son un “vicio” y aquel que lo prueba no podrá apartarse más de él. El ambiente que se vive es hermoso e increíble, lleno de amistad, camaradería y buena actitud, donde el compañerismo y la solidaridad están por encima de los resultados y donde los valores humanos son la expresión más frecuente que podemos encontrar.



 



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