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Montañismo y Exploración
Accidente en la circunvalación del Iztaccíhuatl

El lado oriental del Iztaccíhuatl es poco frecuentado y casi no hay caminos marcados por los cuales transitar. Pero todo se complica (caminos o no) cuando hay poca o nula visibilidad y comienza a nevar. Es entonces cuando un pequeño resbalón puede crecer en proporciones enormes.







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El presente informe es el resultado de la recopilación de varios informes parciales, incluyendo grupos de rescate pero especialmente del accidentado, que realizó un informe muy completo que incluía el dictamen médico de sus lesiones ya en laboratorio. Gracias a todos ellos. Como de costumbre, se omiten los nombres para centrarse en los hechos.

 Dos montañistas de Morelia, Michoacán, querían hacer una travesía en el Iztaccíhuatl, México. Se trataba de hacer la circunvalación, poco por encima de los cuatro mil metros. Como ya conocían el recorrido y sus dificultades, prepararon todo con anticipación: calcularon el peso en líquido, comida y equipo que cargarían, pero también estaba contemplado el programa del recorrido casi hora por hora y la reunión con dos compañeros que iniciarían con ellos en La Joya, el último lugar al que se accede en vehículos. También tenían en cuenta que la travesía iniciaría justo la semana en que comienza la época de lluvias.

“Las primeras cuatro horas la excursión se desarrolló como estaba planeada. Nos encontrábamos del lado de Puebla, a una altitud aproximada de 4,500 metros. Y en ese lugar comenzó a nevar, justamente en la zona de mucha piedra grande y suelta que es muy común encontrar en las laderas. Debido a la nieve que se depositó en esta zona me resbalé y el peso de mi mochila provocó que diera vueltas en la pendiente.”

Un compañero que venía detrás pudo frenar un poco su caída, pero no detenerlo, así que siguió rodando hasta detenerse pocos metros más abajo. Durante la caída sintió un golpe en el costado izquierdo e inmediatamente pensó que se había fracturado una costilla. Sus compañeros le ayudaron a incorporarse porque se sentía bien pero el accidentado se percató que, en ciertas posiciones, el costado derecho le dolía. El tiempo, mientras tanto, continuaba siendo malo. Él era el segundo en resbalar, aunque el primero no había sido tan aparatoso y no tuvo consecuencias.

Continuaron la travesía y llegó el momento en que se detuvieron para decidir qué hacer. Estaban a 4,650 metros y no había camino marcado. El lado oriental del Iztaccíhuatl no es recorrido con frecuencia así que prácticamente no existen veredas bien delineadas. El accidentado tenía un dolor continuo en el costado derecho por debajo de la costilla flotante. Él opinaba que debían continuar pero sus compañeros propusieron el regreso con el argumento de que su estado físico no era óptimo y que el tiempo no había mejorado.

Para evitar la zona donde había sido la caída, decidieron bajar un poco más de la montaña y en un claro del tiempo, se dieron cuenta que estaban ya muy cerca lo que creyeron que era el Tercer Portillo (en el lado occidental), uno de los parajes distintivos de la ruta normal para subir al volcán. Confiados en esto, pensaron que tenían frente a ellos la Amacuilécatl (los “Pies” del Iztaccíhuatl) y pensaron que subir al Portillo no tenía sentido porque luego volverían a bajarlo del otro lado, así que se dirigieron de frente para rodear la Amacuilécatl por la izquierda y salir directos a La Joya, sin tanto problema.

La neblina les impedía ver hacia dónde iban pero mantenían aproximadamente (o así lo creyeron) un rumbo establecido. El accidentado, que era al mismo tiempo el guía de la excursión, estaba muy preocupado por encontrar el camino y en un descuido por encontrarlo, volvió a caer y se lastimó la rodilla izquierda. No pudo levantarse porque tenía atorado el pie y cuando le quitaron la mochila y lo desatoró, comprobó que no tenía fractura pero tampoco podía caminar.

Como ya era tarde, buscaron donde pasar la noche, pues tenían el equipo necesario y pensaron en llamar a sus familias. La señal para los teléfonos celulares era mala en esa zona y sus baterías se estaban agotando, pero terminaron por enviar algunos mensajes que en resumen decía:

Nos encontramos en el lado poniente de la Amacuilécatl, frente a las torres de Altzomoni. No tengo fracturas pero sí golpes en la cabeza, en el costado derecho, la rodilla y el tobillo izquierdos. Somos cuatro y mañana temprano dos saldrán hacia La Joya por ayuda. No tiene caso que nos busquen hoy pues no estamos sobre ningún camino y no hay visibilidad.

Por la noche, en un momento que se despejó, pudieron ver las luces de un poblado y supusieron que era Amecameca (del lado occidental del Iztaccíhuatl), así que les faltaría poco para llegar a La Joya al día siguiente. Sin embargo, al amanecer el sol salía precisamente por ese lugar.

“En ese momento me di cuenta que estábamos al oriente de la Amacuilécatl y no al poniente. Esto era grave pues la información que habíamos mandamos por la noche en un mensaje era errónea.” Con esta aclaración y la información ya corregida, dos de ellos salieron rumbo a La Joya en busca de ayuda.

El primer mensaje (que contenía datos equivocados) había llegado a algunas personas, que avisaron a diferentes grupos de rescate y éstos comenzaron a buscar desde el sábado, pero por supuesto no los hallaron.

Fueron encontrados encontraron a las 13:10 horas del domingo. Le realizaron el chequeo médico al herido, lo envolvieron en una bolsa de dormir y luego lo colocaron en una tabla que sirvió de camilla hasta que lo depositaron en un terreno más fácil. Ahí lo colocaron en una camilla tipo Sked. “Inmovilizado sentía las imperfecciones del camino en mi espalda y en los ojos me pegaban los zacatales o la arena que levantaban las botas de los socorristas, porque estaba a unos 25 centímetros del suelo.”

En algún momento se dijo que llegaría un helicóptero y todos se detuvieron. La base les informó que la unidad saldría en pocos minutos, pero media hora después recibían la noticia de que las condiciones del tiempo impedían el envío. Esto provocó un retraso de más de una hora y para entonces los socorristas se habían enfriado; además, estaban cansados porque algunos habían estado buscando desde la noche anterior.

Los socorristas tomaron la decisión de irse porque la mayoría no tenía equipo para pasar la noche. Sólo se quedaron tres con ellos y les acondicionaron un lugar donde pasar una segunda noche. A las 9:30 de la mañana regresaron otros socorristas con gente fresca de la Ciudad de México. Esta nuevo grupo de gente fueron los que terminaron el rescate hacia las 17:00 horas del lunes 18 de mayo.

El accidentado, comentó:

“Siento un profundo agradecimiento por todas las personas que participaron en el rescate, sabiendo que lo hacen por altruismo, ya que no reciben ningún salario o apoyo económico y que los gastos corren por su cuenta. En mi caso, dejaron de trabajar o ir a la escuela el lunes. Sabiendo que exponen su vida cuando ayudan al que rescatan pues nada es plano ni fácil, todo tiene su grado de dificultad. Observé y escuché como se lastimaron en muchas ocasiones. Pero nunca externaron una mala palabra o molestia por el esfuerzo, sino todo lo contrario lo hacían con gusto.”

 

Resumen técnicoLugar: Iztaccíhuatl, lado oriental, aproximadamente a 4,530 metrosTerreno: Roca, nieve.Ascenso/descenso: travesíaCausa inmediata: Primera caída: pérdida del control/deslizamiento. Segunda caída: caída en grieta, cubierta de pasto.Causas que contribuyeron: mal tiempo, nevada, poca visibilidad, inicio de temporada de lluvias.Edad: 62 añosNivel de experiencia: experimentadoFecha: 16-18 de mayo de 2009Tipo de heridas: Lesión osteocondial II localizada en el cóndilo femoral medial o interno. Involucra al cartílago articular; edema óseo agudo en ambos platillos tibiales; ruptura de ligamento cruzado anterior izquierdo; ruptura II en el ligamento colateral medial o interno izquierdo.



 



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