El mundo de los viajes y la aventura parece ser dominio exclusivo de los hombre y un mundo al que han llegado recientemente las mujeres. Pero esta idea no es correcta: ha habido mujeres que en diferentes tiempos han viajado y han marcado un rastro que la abrumadora información de los viajes hechos por hombres diluye bastante.
Pero como en todos los campos que parecen perdidos, siempre hay una persona que toma ese tema y se adentra en documentos, en viajes, en mapas. Año tras año hasta comprender que lo que tiene en manos se puede perder si no lo escribe. Este es el caso de Pilar Tejera Osuna, quien ha colocado un portal sobre mujeres viajeras del siglo XIX que resulta todo un hallazgo.
La siguiente es una entrevista con Pilar, una mujer que reside en Madrid y que ha viajado por varias partes del mundo como corresponsal de diversos medios. Sus viajes por Asia, África, América Latina, sur de Arabia, Oriente Medio y Europa, entre otros, le han dejado un rasgo de aventurera ella misma y comprende a las mujeres a quienes dedica su página.
¿Por qué el interés en las mujeres viajeras?
Soy de las que piensan que las cosas nos eligen a nosotros y no al contrario. Ese ha sido mi caso con las “damas viajeras”. En 1991, la encargada de una librería ubicada en la calle San Cristóbal de Madrid, me regaló un librito del tamaño de un misal, en cuya portada podía leerse: la Agenda de las Mujeres de ese año.
Pilar Tejera, la creadora del portal Mujeres Viajeras del siglo XIX
Camino de casa, descubrí que cada mes iba siendo presentado con extractos de la vida de grandes viajeras: Jeromine Pasteur, la navegante en solitario bautizada “mariposa inteligente” por los indios ashanincas, encabezaba enero. Martha Jane Cannary, más conocida en el Lejano Oeste como Calamity James, Carmen Sarmiento, Alexandra David-Néel, Mary Kingsley, Oriana Fallaci, Isabela Bird e Ida Pfeiffer, entre otras, componían el rosario de referencias a vidas épicas, unidas todas ellas por el amor a viajar.
Así comenzó mi curiosidad por sus vidas. La curiosidad dio paso a una afición de varios años. La afición desembocó en una obsesión y todo ello ha dado como fruto este portal y un libro, que espero publicar este año.
¿Por qué el siglo XIX?
En primer lugar, es una época especial para la mujer. Se alcanzaron muchos logros que ahora son naturales para la mujer, como el divorcio —introducido en el Reino Unido en 1857— y el movimiento sufragista —que arrancaba en 1866—; se luchó por sus derechos en los ámbitos familiar y social; además, el escenario de los viajes fue uno de los que proporcionó “alas” a la curiosidad universal, las aficiones o inquietudes de muchas damas. Me interesaba especialmente ahondar en sus aventuras viajeras, en un periodo de grandes dificultades para desplazarse, unido al hecho de que se trató de una era crucial, protagonizada por las grandes exploraciones, pero pensada y protagonizada principalmente por el hombre.
Florence y Samuel Baker, exploradores del Nilo
Quizás por ello, resulta fascinante descubrir las silenciosas hileras de todas aquellas mujeres de largas faldas que desfilaron por el mundo, que opinaban que la fascinación del peligro es un virus que no hace distinciones de sexo, a pesar de las voces disidentes que se alzaron al respecto, como la de Kart Baedeker, (1801-1859 ) —editor de guías de viajes, quien afirmó que “Una dama no debería jamás desplazarse sin acompañante a un lugar recóndito”—. Aun así, casi siempre les mereció la pena abandonar la seguridad del hogar (aún a riesgo de acabar sirviendo como plato principal en la marmita de alguna tribu), e hicieron de los viajes una forma de vida y una fuente de energía con la cual se sentían conectadas.