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Montañismo y Exploración
A diez años del retiro de las montañas, Carsolio apoya a Jorge Salazar
25 marzo 2008

* Visitó Veracruz y habló de sus experiencias
* Unico mexicano en escalar el Everest sin oxígeno
* Apoya al veracruzano Jorge Salazar en su expedición







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Por Miguel Scagno / NOTIVER
Fotos: Ana Reyes Montoro

Tiene diez años de haberse retirado del alpinismo y aún cuando habla de su trayectoria, lo hace como si lo estuviera viviendo de nueva cuenta.

Nadie como él en este deporte y nadie como él para escalar el Monte Everest, la montaña más grande del mundo, sin oxígeno.

Es el único mexicano que hasta el momento lo ha conseguido, por lo que Carlos Carsolio vibra al recordar esos momentos, pero también asegura que su trayectoria será difícil de igualar, tomando en cuenta que se dedicó a realizar expediciones que nadie se atrevería a conseguir, como el alpinismo de gran pared.

De visita por Veracruz en donde apoyará a Jorge Salazar Gavia, veracruzano que intentará igualar la hazaña de Carsolio, comentó “La montaña me dejó todo, le dediqué la vida hasta hace diez años y logré lo que buscaba, alcancé las metas que me había propuesto en aquellos años y ahí quedó la huella, he logrado cosas que nadie ha podido repetir a la fecha por el nivel de dificultad”.

Carlos Carsolio, quien es el alpinista más importante de México y de Latinoamérica, ya que alcanzó las 14 cumbres que superan los 8 mil metros de altura en nuestro planeta.

Sobre su hazaña de escalar el Everest sin oxígeno, Carsolio comentó “fue una etapa más aunque yo escalaba montañas mucho más duras, me dediqué al alpinismo de gran pared, al alpinismo de alta dificultad técnica donde duermes en amaca, donde estás colgado durante días o durante semanas en las paredes”.

Son embargo, el alpinista mexicano asegura que hubo muchas expediciones que fueron únicas, “porque siempre íbamos innovando, abriendo nuevas rutas, buscando paredes que no habían sido escaladas por ningún ser humano. Una de las más satisfactorias fue la que hice cuando tenía 22 años en 1985 donde escalé la cara sur del Nanga Parbat en Pakistán, que es el precipicio más grande que existe en el planeta, la pared de roca y hielo más grande del mundo y que tiene un pico de más de 8 mil metros, algo que fue extremadamente difícil y nadie ha podido repetir nuestra ruta desde el 85”.

Y agregó “todas las montañas que me propuse logré escalarlas, eso fue una gran ventaja en mi carrera, siempre te quedan sueños, ilusiones. Quizá lo más doloroso es recordar a los amigos que murieron, en mis expediciones murieron 10 grandes amigos, de los mejores alpinistas del mundo, eso sí se queda como una espinita, como un dolor que no te abandona”.



 



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