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Montañismo y Exploración
K2, Desafío en los confines del cielo

La historia del K2  fue escrita poco a poco, desde los primeros exploradores que se adentraron en la cordillera del Karakorum hasta los ascensos de 1995. Los autores nos ofrecen la historia  de la segunda montaña del mundo en un libro magníficamente ilustrado con fotografías.







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Roberto Mantovani y Kurt Diemberger. K2 Desafío en los confines del cielo. Ediciones Desnivel, Madrid. 1998. 144 páginas. ISBN: 978-84-8774-667-3

 

Lo que te puede ofrecer un único instante, ninguna eternidad te lo ha de devolver…

Friedrich Schiller

K2 Desafío en los confines del cieloDespués de escribir K2, el nudo infinito, de una belleza literaria impresionante, Kurt Diemberger escribe un libro más, que es el que nos ocupa ahora, junto con Roberto Mantovani. K2 Desafío en los confines del cielo es una reseña histórica de la segunda montaña más alta del mundo, desde los primeros exploradores que vieron de lejos a la impresionante montaña hasta los ascensos más importantes de 1995, fecha en que se cerró la edición en italiano.

El libro fue realizado con poco texto. La historia de las exploraciones en el K2 y sus protagonistas se suceden desde la mención de Marco Polo, quien es el primer europeo que pasa a poca distancia del Karakorum. Uno tras otro, los nombres y las historias que protagonizaron se suceden hasta llegar al siglo XX y la conquista de la montaña y afortunadamente los autores no dejan de mencionar las dos versiones de los hechos: la “oficial” y la relatada por Bonatti en su libro K2, historia de un caso.

“Aquella tarde hacía un tiempo maravilloso y no había nada que estorbara la mirada en el inmenso anfiteatro que tenía ante mí. Las rocas y espolones del K2 surgían desde el glaciar formando un marco prodigioso que rodeaba la cumbre, 4,000 metros arriba. Aquella hermosísima panorámica era mucho más bella de cuanto jamás hubiera imaginado, y allí estaba yo sentado, regocijándome en una especie de tímida admiración… Alcancé a ver aludes que parecían pesar miles de toneladas; se desprendían desde lo alto, casi tres kilómetros por encima de mí y el hielo que se precipitaba se transformaba en un polvo impalpable que el viento barría incluso antes de que alcanzara el final del precipicio; ni el más leve rumor llegaba hasta mis oídos… El simple hecho de estar allí sentado, gozando íntimamente de aquel espectáculo natural, ha sido una experiencia tan única que nunca podré olvidar, y que ha dejado profundas huellas en mi ánimo.” (Eric Shipton, Blank on the map, 1938, cit. en p. 44)

Pero hay mucho más que eso, pues no se detienen en la conquista, que hubiera sido fácil. Como protagonista de la catástrofe de 1986, Kurt Diemberger hace un espacio para narrar muy brevemente lo que ya explicó con amplitud en K2, el nudo infinito. Lo importante en el libro no son las tragedias, aunque parece que siempre serán más llamativas que los logros. Para los autores es importante remarcar que pese a todo, se tratan de pocos accidentes mortales en comparación con otras montañas, por ejemplo el Everest.

"Llegamos a Concordia el 25 de mayo de 1975, acompañados de 170 porteadores. Inesperadamente la inconfundible silueta del K2 apareció ante nosotros, como una visión: la base de la montaña permanecía oculta entre las nubes de curiosas formas, mientras que de la cumbre salía una especie de penacho blanco. La perfecta simetría del K2 parecía colmar el enorme valle del glaciar Godwin Austen, de la misma forma que un maravilloso brillante completa una hermosa joya.

"Hacía mucho tiempo que todos tratábamos de imaginas cómo sería el encuentro con el “gigante” del Karakorum; creíamos que estar así ante el K2, a sólo 10 kilómetros de distancia, nos habría de producir sentimientos indescriptibles.

"Sin embargo, ahí estaba la montaña tal y como la habíamos soñado tantas veces, y ni el latido de nuestros corazones se alteraba ni se nos saltaban las lágrimas por la emoción y, en todo caso, el éxtasis —si es que alguno lo sintió— pronto se vio empañado. Las duras jornadas de marcha, los numerosos y continuos problemas con los porteadores y las discusiones entre nosotros nos habían dejado desprovistos de energía emotiva. Después de seis semanas de esfuerzos apenas nos estábamos acercando a nuestra meta; la cima de la montaña se nos antojaba remota, fría y distante. Pero después algo cambió dentro de mí, al pasar algún tiempo en la vasta e inmaculada llanura de Concordia, empecé casi a sentir la presencia de cuantos habían estado allí antes que yo, y la visión de aquella inconfundible silueta me hacía revivir los momentos más intensos de la historia del himalayismo." (Galen Rowell. In the Throne Room of the Mountain’s Gods, Sierra Club Books, cit. en p. 68).

Pero más que eso, se trata de señalar las expediciones que han ido a la segunda montaña más alta del mundo para hacer vías nuevas, desde las exploraciones tempranas y los primeros intentos a la vía de los Abruzos, hasta las aristas norte. Por supuesto, en los últimos meses se han sucedido expediciones que serían dignas de ser rescatadas, como la expedición rusa que escaló la cara oeste en agosto del 2007, doce años después de haber aparecido en librerías el libro en su idioma original.

El primer capítulo es una cronología de las expediciones hasta 1995 y el resto es el desarrollo de las principales. Desafortunadamente, no trae consigo una bibliografía que pueda seguirse por el lector que desee conocer más, aunque se mencionan algunos libros y tiene fragmentos de algunos autores que hicieron exploraciones.

"El K2 puede ser el espejo de un fracaso (sentido como tal y, por tanto, doloroso) o el espejo de una transformación de vida, de una evolución, de la autoaceptación de haber perseguido un falso objetivo. Nuestra es la elección. Y después, volvamos a sonreír." (Alessandro Gogna, cit. en p. 82)

Un libro muy digerible y con información suficiente para indicar el camino y dejar con hambre de más a quien lo lee.

Erratas

Página 47, pie de foto, dice: “Escalador de raza y alpinista dotado de gran experiencia, Fritz Wiessner hubiera podido tocar la cima del K2 en 1929”. La fecha debe ser 1939.



 



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