Reflexiones cerca de la cumbre del Antisana
16 noviembre 2007
Titubeante, el dolor de mi corazón me hizo reír y mi estupidez me hizo llorar, una ráfaga de viento blanco pasó y barrió mi vanidad dejando desnudo mi enorme temor, con ello, mis dudas se disiparon. No subiría por las razones equivocadas. El tiempo de aceptar el fracaso había llegado.
|
|
|