Ser los primeros en dar la vuelta al mundo fue privilegio de los sobrevivientes de la tripulación de Fernando de Magallanes, quien no terminó ese viaje. Desde entonces, muchos más lo han hecho y pocos se han mostrado creativos en sus viajes. Uno de ellos fue el británico Ranulph Fiennes, quien la dio pasando por los dos polos y con ello obtuvo el título de Sir.

Jason Lewis, originario de Gran Bretaña, partió en julio de 1994 a dar la vuelta al mundo. Pero se lo tomó sin prisas. Tenía 30 años de edad y lo iba a hacer a su modo. No quería un viaje alrededor del mundo que fuera convencional. Eso sería demasiado parecerse a un viaje en crucero. Quería su propia aventura. Sólo eso. Después de todo, ¿cuántas veces se da la vuelta al mundo para conocerlo?

Jason lo tenía claro: quería conocer al mundo que iba a visitar, no sólo marcar una estela que se borrara tras de él o que se guardara en un libro. El viaje era, después de todo, sólo suyo.

Así que fue paso a paso y, sobre todo, lento. Sabía que ir rápido le impediría conocer lo que estaba viendo. Y no quería ser turista. Su viaje duró 13 años y apenas el sábado 6 de octubre llegó al observatorio de Greenwich, tras dar la vuelta al mundo.

Pero la lentitud —o mejor dicho: la calma— no fue precisamente el marco principal de la Expedition 360 fue hacerlo todo pero usando la locomoción humana: sin velas, motores de ningún tipo. Sus medios de transporte: un bote (Moksha, que en sánscrito significa “Liberación”) con pedales para cruzar los mares… o un kayak para cruzar el Lago Nasser. Pero también usó patines bicicleta o viajó a pie. Todo, usando su propio medio de locomoción.