Broad Peak sin porteadores de altura
Jorge Salazar es un hombre tranquilo. Quizá la tranquilidad de haber pisado la cumbre de un ochomil, su primero: el Broad Peak, el año que se cumplía el cincuentenario de su primer ascenso por la expedición compuesta por Marcuz Schmuck, Fritz Wintersteller, Hermann Buhl y Kurt Diemberger.
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La idea era ayudar a abrir huella entre todos ya que la nieve nos llegaba a la mitad del muslo. La noche estrellada. Tenemos que trabajar en equipo para poder abrir el camino pero no todos trabajan. Incluso algunos que usan oxígeno no pasan a la punta.
El ascenso es lento. Primero el cruce de seracs, luego el embudo que nos lleva al collado. En mi interior sé que debo aguantar el ritmo para no “soltar” a los compañeros. Creo que los de este grupo de punta sabíamos que sólo así lograríamos llegar a la cumbre.
De repente el tiempo cambió. Aparecieron nubes por el collado y el viento era muy fuerte. Era como esa prueba que te falta para pasar al siguiente nivel en un juego. Decidimos continuar y ver qué pasaba en el collado. Llegamos a las 9: 30 aproximadamente y el viento seguía siendo muy fuerte.
Félix y yo platicamos un poco. Me dice que es buena hora y decidimos irnos a la cima. Cuando se despeja un poco veo la ruta y sé que no será fácil: el camino discurre por una serie de cornisas que incluso hay que cruzar con una pierna del lado chino y otra del lado paquistaní en algún lugar.
Yo tengo la ilusión de la cima y eso me mueve.
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