Para el siguiente campamento debimos subir como 400 metros. Como llevábamos más material del que alcanzaba en nuestras mochilas tuvimos que hacer dos viajes para tener todo junto. El clima aún era bueno a esa altitud. Desde ahí haríamos los intentos de alcanzar la cumbre: serían 1,400 metros de desnivel por subir: mucho para un día pero podíamos hacerlo, nos sentíamos bien para intentarlo al día siguiente.
Juan Carlos en el collado entre las dos cumbres
A la 1 am del 1 de septiembre, hicimos un primer intento de lograr cima, pero al poco tiempo de salir empezó el viento a soplar con fuerza y conforme ganábamos altura su fuerza se incrementaba. La temperatura era de 10º C bajo cero y con el factor viento bajaba hasta 17º C bajo cero.
La ventisca no cesó ni al salir el sol. Las ráfagas de viento eran demasiado intensas y calculamos que eran de más de 100 km por hora. Varias veces estuvo a punto de tirarnos por la pendiente. Aun así continuamos hasta que el riesgo fue muy alto y decidimos retroceder.
Arribo a la cumbre más alta de Europa: el Elbrus
No valía la pena continuar en esas condiciones, so pena de congelamiento o caída. Luchar contra el viento es muy cansado pues te roba fuerzas y calor. Sólo hasta llegar al campamento nos pudimos librar de él. Fue una decisión que nos costó trabajo tomar.
El día 2 de Septiembre salimos disminuidos de fuerzas por el esfuerzo del día anterior. Ese día empezamos más tarde (3:30 am) por esperar a que disminuyera un poco el viento, compañero cuasi permanente de esta montaña.
En la cumbre, con la bandera mexicana
Hubo unas horas de calma antes de que el viento volviera, la diferencia fue que esta ocasión era soportable y nos permitió avanzar sin mucho peligro. El cansancio se hizo sentir, pero a pesar de ello fuimos pasando a otros grupos que iban rumbo a la cumbre. Al mediodía alcanzamos el plató somital.
A las 12.20 pm estábamos en la cumbre del Elbrus (5,645 msnm), la montaña más alta de Europa. El Cáucaso estaba a nuestros pies. “Llegamos a la Cumbre”, gritábamos con júbilo llorando y dándonos un abrazo muy fuerte entre los cuatro.