Pero lo más importante para mà en 1928 era andar con pies de plomo. Seguir la farsa. Lavarme los dientes. Peinarme. Disimular a toda costa mi risa realmente aterradora.
J. D. Salinger
�¿A qué piso va usted?
Â?Al octavo.
Â?Seguro que eres el hijo alpinista de Mariluz.
Â?Pues sÃ.
Â?Vaya, menuda pinta tienes.
Â?Ya, es que acabo de llegar en tren de los Pirineos, y claro.
Â?SÃ, es un poco sucio eso del campo, pero muy sano ¿eh? Ojalá mi hijo se fuera al campo en vez de andar por ahà haciendo el gamberro.
Â?SÃ, es una pena. Bueno, adiós.
�Hála, hasta luego, majo. Ah, y dile a tu madre que no se olvide de lo de mi camisa.
Â?Descuide Â?le dije sonriendo mientras me cerraba la puerta del ascensor. Pero enseguida, al quedarme solo, me empecé a imaginar que era el tÃpico camarero inescrutable que nunca da los recados en las pelÃculas policÃacas Â?«Descuide, jefe»Â?, y mientras tanto hacÃa muecas en el espejo del ascensor.
Desde luego es increÃble la influencia que tiene el cine, y eso que llevaba una semana en plan salvaje; sin ver televisión.
En verdad tenÃa un aspecto lamentable. ParecÃa que hubiese salido de un campo de concentración.
Ahora que lo pienso me doy cuenta de que era verdad, en cierto sentido, aunque creo que se parecÃa más a un manicomio. SÃ, acababa de salir del manicomio vertical, y pronto recuperarÃa del todo mi aspecto normal.
Pero mientras tanto me regocijaba por mi aspecto demacrado porque era como las heridas de guerra. Era el resultado de mis trabajos, de lo que yo habÃa querido hacer.
Bueno, la verdad es que uno no es del todo responsable de sus empresas, y en este caso, para empezar, me vi envuelto en un vil chantaje de Rafa Doménech, que consistió en llevarnos a Zoilo y a mà a Pirineos, a cambio de que yo fuese su pareja en la carrera de esquà de travesÃa de la copa catalana, que se celebraba ese fin de semana. Fue la III traça catalana, y en resumen recorrimos más de 20 kilómetros y salvamos 2,00 metros de desnivel. Quedamos en el puesto 25. Estuvo bien. No sé si os enterásteis de que la mejor pareja española clasificada fue Carlitos y Carlangas, pero como dicen los libros de aventuras, eso forma parte de otra historia.
El caso es que no habÃa dejado de darme palizas en toda la semana, y eso sin contar con la paliza psicológica que supone convivir a todas horas con Zoilo; para que os hagáis una idea, es como los interrogatorios de Mortadela y Filemón, en los que el caco siempre confiesa cuando le ponen las canciones de Julio Iglesias y algo asÃ. Ahora que escribo esto le recuerdo borrosamente mientras derretÃa nieve y no paraba de decirme cosas absurdas (porque ya sabes que dentro de un paréntesis te puedes encontrar cualquier cosa).
Se me han olvidado muchas cosas ya, en realidad la mayorÃa de ellas no las he recordado por primera vez todavÃa. DeberÃa haber advertido al principio que Â?todo parecido con la realidad es pura coincidenciaÂ?. Asà deberÃa haber empezado el artÃculo, pero es que el principio de las cosas no suele estar donde debe, es decir, al principio. Sólo aparece después de buscarlo, o a lo mejor aparece de improviso, pero suele ser por en medio y eso sin contar los cÃrculos viciosos.
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