En países como México, las talas clandestinas y los desmontes hechos para milpas, son responsables de la destrucción de grandes áreas boscosas. De la misma manera el pastoreo furtivo destruye las nuevas generaciones de árboles, lo cual puede ocasionar una autodestrucción del bosque por envejecimiento.

Los traumatismos ocasionados a los árboles por el hombre o los animales pueden también matarlos, sobre todo si la corteza es destruida. Muchas veces el excursionismo furtivo es responsable de éstos traumatismos, así como de los incendios que destruyen grandes extensiones de bosque.

Hoy, cuando tenemos menos agua por habitante y los volúmenes de desperdicio del líquido disponible son difíciles de concebir a lo largo y ancho del territorio mexicano más y más fábricas de agua se cierran a diario por derribo. Este es el más serio y severo de todos los problemas que tenemos en México en relación a la escasez del vital líquido.

Las tasas de deforestación en este país de alrededor de 600 mil hectáreas por año. Con 40 millones de hectáreas totales, a este ritmo en 50 años habremos terminado con todos los bosques y selvas de México.

Estas zonas son las áreas de captura del agua pluvial que permiten que la lluvia vaya a los manantiales y alimente los ríos, lagos, lagunas y todos los sitios de donde el hombre obtiene el agua para todos sus fines, urbano, industrial o agrícola.

Por encima del crecimiento poblacional y de la demanda de líquido, el fantasma de la ineficiencia corre por las aguas de México. Año con año, se pierden 40 Kilómetros cúbicos del agua utilizable.

El deterioro de las reservas acuíferas mexicanas alcanza hoy volúmenes escalofriantes: de tener 12 mil metros cúbicos de agua por persona en los años 50, el crecimiento de la población en los 70 y 80 redujo el volumen a menos de 5 mil metros cúbicos, lo cual se clasifica como insuficiente según los estándares internacionales.

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