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Montañismo y Exploración
La Nariz, El Capitán
16 agosto 2005

Estaba volando a 300 metros de altura suspendido de una cuerda que, ante la inmensidad del Capitán, es sólo un hilo: una sensación inexplicable. Cuando al fin alcancé el sistema de grietas tenía que escalar diez metros sin protección sobre una grieta de palmas y dedos. Definitivamente la mejor escalada de mi vida.







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LA NARIZ

El martes 19 de julio ascendimos finalmente por las cuerdas fijas y llegamos al Sickle Ledge, en donde preparamos el vivac. La noche era hermosa, nunca había visto tantas estrellas, y encima de mí estaba el resto del Capitán. El pronóstico del clima era caluroso y despejado, pero en la madrugada nos sorprendió una lluvia. Después de Sickle Ledge, la ruta hace una travesía a la derecha y es mejor llegar a la cumbre pasando ese punto porque bajar es más difícil. Decidimos quedarnos. Definitivamente fue lo mejor.

El día 20 comenzamos temprano. Tendríamos que escalar 10 largos para llegar al vivac de Cap Tower. Los primeros dos fueron rápidos. Entonces llegó mi turno: debía puntear cinco largos consecutivos, dos de ellos con péndulo. Nunca había hecho un péndulo, pero tenía muchas ganas de intentarlo. Cuando llegué al punto, Adrián me bajó: debía descender 15 metros y empezar a correr de un lado a otro por la pared hasta alcanzar el siguiente sistema de grietas, sin duda un gran espectáculo para los turistas que nos observaban todo el tiempo allá abajo.


Cuando finalmente encontré el siguiente sistema, comenzó lo más interesante: debía escalar quince metros sin protección alguna. Una caída aquí sería desastrosa pues serían quince metros de caída sin nada para detenerme además de un péndulo. Pero estaba tan concentrado que en ese momento no pensaba en esos detalles y los superé sin problema.




CONCENTRACIÓN

Todo momento que pasé escalando en El Capitán desarrollé una concentración que nunca antes había alcanzado. Aunque el viento era tan fuerte que era capaz de movernos y su sonido era ensordecedor, yo sólo escuchaba mi respiración y veía la ruta. Ni siquiera observaba el vacío de cientos de metros a mi alrededor. Fue sorprendente.


El siguiente largo también era un péndulo. Creo que es el largo más hermoso que he hecho en toda mi vida. Iniciaba con una grieta muy sostenida, donde las palmas quedaban perfectas, continuaba con un off-width y finalmente llegaba a un clavo desde el cual tenía que hacer el péndulo. Esta vez me bajaron unos veinte metros y entonces comencé a correr por la pared. Cada vez que corría hacia el sistema de fisuras, debía saltar un diedro muy bonito, con lo que me adquiría más velocidad. Estaba volando a 300 metros de altura suspendido de una cuerda que, ante la inmensidad del Capitán, es sólo un hilo: una sensación inexplicable. Cuando al fin alcancé el sistema de grietas tenía que escalar diez metros sin protección sobre una grieta de palmas y dedos.


Para contrastar, hacíamos un desastre en todas las reuniones: se nos olvidaba el cable del marrano y perdíamos mucho tiempo en las maniobras. Llegamos a esperar hasta una hora en la reunión. Cuando empecé el quinto largo del día eran más de las dos de la tarde y aunque de ahí en adelante la escalada era más sencilla y rápida, dudaba que llegáramos a Cap Tower. Tendríamos que pasar una noche extra en la pared.


Había llegado a Stove Legs, hermoso sistema de fisuras off-width y llegué exhausto al largo 10. Cuando Rodolfo me alcanzó en la reunión, decidimos pasar la noche en Dolt Tower, dos largos más arriba. Me dijo que había una cordada detrás que nos venía presionando, habían empezado a las 9 de la mañana y casi nos alcanzaban.


Rodolfo completó el largo de las Stove Legs y la cordada holandesa nos alcanzó. Hablé con el puntero, que resultó ser competidor de la Copa Mundial. Había punteado todos los largos hasta el momento y estaba completamente agotado. Acordamos vernos en Dolt Tower para el vivac pero estaban tan agotados que decidieron quedarse en una pequeña repisa debajo. A la mañana siguiente llegaron al vivac, y decidieron bajarse. Nos dejaron agua y algo de comida, ya que nosotros pasaríamos una noche extra en la pared. Buenas noticias, pero ahora el marrano pesaba casi lo mismo que el primer día, lo que no era muy agradable.


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