Después de la revolución industrial del siglo XVIII, con el crecimiento de las grandes ciudades, también crecieron las necesidades de transporte. Hace poco más de un siglo (1890) el vehÃculo con motor de combustión interna fue concebido como la solución ideal a este agobiante problema y luego, a mediados del siglo XX, fue considerado como la gran invención capaz de llevar el progreso y la libertad a todas las naciones del planeta. Pero en las últimas décadas el automóvil se ha convertido en el elemento de ineficiencia económica, de injusticia social, de destrucción y contaminación planetaria a gran escala, por lo que su utilización y abuso empiezan a ser cuestionados enérgicamente por sectores crecientes de la sociedad.
En la Ciudad de México el consumo de combustibles fósiles se ha incrementado en forma significativa en los últimos años en el transporte, al que le corresponde aproximadamente el 50% del consumo total, el 25% a la industria, el 15% a las termoeléctricas y el resto en servicios y otros.
DATOS SOBRE CONTAMINACIÃ?N
Según estimaciones del Anuario Informativo 2002 - 2003 de la SETRAVI en el apartado No. 1. Transporte y Vialidad en el Distrito Federal, el parque vehicular matriculado en el D.F. pasó de 727 mil vehÃculos en 1970 a 2 millones 653 mil 870 en el 2003, circulando actualmente en sus vialidades más de 3.5 millones. De estos vehÃculos, alrededor del 92% son privados y ocupan más del 80% del espacio vial, que ocupa entre un 25% y un 30% del espacio total de la ciudad, produciendo más del 70% de la contaminación que genera el transporte de pasajeros, y sin embargo, cubren sólo el 18% de los 20.1 millones de viajes que se realizan en la ciudad.
El aumento del parque vehicular trae como consecuencia no sólo el incremento del consumo de combustibles fósiles y, por ende, el de contaminantes, sino también un incremento en la saturación vial, que a su vez reduce la velocidad promedio en la ciudad (aproximadamente 12 Km/hr.) aumentando los gramos de contaminantes emitidos por kilómetro. Por ejemplo: para realizar un recorrido de aproximadamente de 12 Km, un automóvil con convertidor catalÃtico en óptimas condiciones emite 2.5 gramos de hidrocarburos, 19.4 gramos de monóxido de carbono y 3.37 gramos de nitrógeno. Tomando en cuenta la norma de monóxido de carbono permitido para ocho horas de exposición que es de 13 ppm, 19.4 gramos de monóxido de carbono significa la contaminación de 1605 metros cúbicos, equivalente a la cantidad de espacio que ocupa el agua en una alberca olÃmpica de 1.5 metros de profundidad.
La experiencia que hoy existe en las naciones más avanzadas indica que podemos cambiar esta situación mediante la utilización de transporte público eficiente, el uso masivo de la bicicleta, y con la adopción y cultivo de modelos culturales distintos a los que hoy prevalecen, por lo que estas cuestiones deben dejar de ser tratadas como asuntos de competencia exclusiva de las autoridades y, requieren de una creciente participación informada de todos los habitantes de la ciudad.
En el caso del transporte público que cuenta con convertidor catalÃtico, la contaminación generada por un usuario, es de 20 a 40 veces menor que la de un usuario de automóvil. Sin embargo, la falta de una correcta gestión adecuada y las deplorables condiciones de transporte público, en especial de combis y microbuses, impiden que se promueva este transporte sobre el privado.
En la búsqueda de alternativas encontramos a la bicicleta, que por su eficiencia y bajo costo se utiliza como medio masivo de transporte en varias partes del mundo.
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