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Montañismo y Exploración
Guillermo Álvarez forja niños alpinistas
29 mayo 2004

Rogelio Hernández Huerta El escalador profesional Guillermo Álvarez del Castillo transmite sus conocimientos de alta montaña a pequeños que van desde los 3 años. En su visita a Excélsior, quien ha sido guía de los mejores escaladores nacionales e internacionales …







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Rogelio Hernández Huerta


El escalador profesional Guillermo Álvarez del Castillo transmite sus conocimientos de alta montaña a pequeños que van desde los 3 años. En su visita a Excélsior, quien ha sido guía de los mejores escaladores nacionales e internacionales que han logrado coronar las cimas más importantes del mundo, señala:


“No hay mejor tarea que enseñar las bondades que nos da la montaña y si son niños qué mejor que desde esta edad sepan alimentar sus conocimientos con el ambiente, ya que si difícilmente hacen deporte en la ciudad de cemento, en la naturaleza valoran las debilidades del ser humano”.


—¿Qué más aprenden a su corta edad?


“El sentimiento de libertadl virtual que logran los noños en la montaña es sorprendente, pues el manejo de sus decisiones en el campo del aprendizaje es lo mejor, ya que difícilmente otra actividad se los puede dar.


Reitero, el tener contacto con la naturaleza los hace valorar muchas cosas a su corta edad”.


Guillemor Álvarez conincidió con las recientes declaraciones de los niños índigo del Penthatlón Universitario: “Nuestras autoridades deportivas, Codeme y Conade, los ignoran, me apena mucho que las autoridades no se ocupen de este gran semillero del mañana, ellos sólo apoyan a los que ya están formados, pero no le dedican tiempo y espacio a las nuevas generaciones”. Entre los pequeños que están a su cuidado figuran Miguel Ángel Pérez que empezó desde los 3 años y ahora cuenta con 9, así como Eduardo Sáenz, de 10 años.


“Son unos niños excelentes, han aprendido mucho, inclusive de ¡los peligros de esta disciplina!, han escalado roca y su mayor logro es el Nevado de Toluca, de 4,600 metros, amén de haber practicado en la Pared (vertical) de la Acoconeta (sic), en donde aprenden a manejas manos y pies, ellos lo hacen dos veces al mes; el Ajusco es peligroso por la delincuencia de sus alrededores”.


Álvarez del Castillo resumió: “Existen muros de escalamiento de práctica, pero no se está en contacto con la naturaleza; en cambio estos niños saben del frío de la noche, del viento en la cara, el agua, los implementos que se deben utilizar, del equipo, del compañerismo, en fin, una serie de virtudes que se han perdido actualmente en la urbe de cemento y hierro. Ellos escalan paredes de 20 metros de altura con máxima seguridad, por algo sus padres nos los confían, ya que ellos provienen de familias de escaladores y saben que un experto es el mejor maestro”.


Excélsior

Abril 29 de 2004





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