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Montañismo y Exploración
UNA MEXICANA EN UN CURSO DE ESPELEORRESCATE ITALIANO
1 noviembre 2003

Fue en ese momento cuando decidí especializarme en el rescate subterráneo y por supuesto después de haber participado en el muy sonado







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© P. PetrignaniPractico la espeleología desde el 98. Es un mundo que me apasio-na e intento dedicar el mayor tiempo posible a esta actividad. En el 2000 conocí un aspecto muy diferente de este deporte: "el rescate"; fue cuando el Grupo Espeleológico Univer-sitario celebró el V Congreso Nacional Me-xicano de Espeleología. A él vinieron unos franceses para dar el primer curso de "espeleo rescate". En aquella ocasión sólo participé viajando por los aires dentro de la camilla en un simulacro mientras mis compañeros hacían las prácticas en las instalaciones de la UNAM.

© P. PetrignaniAl año siguiente regresaron los franceses y esta vez sí tomé el curso. Mis amigos tenían razón: valía la pena. Ahora yo ya sabia de repartidores, polipastos, tirolesas, palabras que antes sólo escuchaba de mis maestros Javier y Manuel y que eran casi inalcanzables para mí.

Fue en ese momento cuando decidí especializarme en el rescate subterráneo y por supuesto después de haber participado en el muy sonado Rescate de La Joya. El rescate no sólo tiene importancia técnica, sino también humana. Todos los que entramos a la cueva lo hacemos sin buscar un accidente, pero nunca se sabe.

Dos años después, en febrero del 2003, volví a tomar el curso de los franceses para reafirmar lo que había aprendido pero mientras más conocía técnicas, me daba cuenta lo mucho que me faltaba por aprender.

© P. PetrignaniYo había salido varias veces a hacer espeleo con unos amigos de Italia y me había dado cuenta que la técnica de ellos es casi igual a la francesa, excepto por algunos detalles. Tam-bién tuve la oportu-nidad de estar en Italia en un congreso donde presenté un trabajo sobre la espeleología mexicana y gracias a este trabajo y a mi interés en el rescate recibí una grata invitación por parte de la Escuela Nacional Italiana para tomar el curso que hacen una vez al año y que es de "cuarto nivel" para técnicos en espeleo rescate. Sonaba muy apantallador eso de "cuarto nivel", pero hice mis maletas y me fui al curso.

Ya hablaba algo de italiano y entendía bastante, así que no me preocupaba tanto el idioma como la técnica y me preguntaba si lo que había aprendido en los cursos anteriores con los franceses era suficiente. Por supuesto, no: nunca es suficiente. Por eso estaba volando a Italia.

El curso constaba de cuatro días de prácticas y uno de examen.

El primer día me di cuenta que éramos sólo dos mujeres entre 28 hombres (¡caray!) y eso me preocupaba un poco más, sobre todo cuando antes de comenzar el curso nos hicieron un detallado examen escrito de técnicas. Lo bueno es que eran todas las que había aprendido ya. ¡Uf!, por lo menos ya sabía un 80% de todo lo que nos preguntaron.

© P. Petrignani

Y entonces sí, comenzó la acción: nos dividieron en cuatro grupos de trabajo y nos traían de un lado a otro, haciendo contrapesos, tirolesas, polipastos, y algunas técnicas que eran nuevas para mí. Yo estaba un poco confundida por que en Italia se usa una cuerda extra "de seguridad" y así los esfuerzos, el equipo y las maniobras se duplican. Tuve que poner el doble de mi atención para no revolver la cuerda de tracción con la de seguro y el anclaje principal con el de seguro... y así en todo. Me adapté rápidamente y logré cumplir con las actividades del curso.

Después de cada día hacía mis anotaciones en un idioma que parece mezclado de español con italiano y las repasaba mentalmente, y normalmente hasta tenía sueños con las técnicas.

Mis compañeros eran muy amables pero nunca condescendientes a la hora de trabajar, se concentran en la cueva y trabajan al máximo. Por la noche se relajaban bebiendo vino y ron y platicaban a gritos como buenos italianos. Se divertían y nos hacían reír mucho a todos.

Tuvimos una convivencia de retroalimentación muy satisfactoria, entre sus técnicas y las de nosotros, que finalmente son las técnicas francesas. Ahí me preguntaban como es la práctica de la espeleología en México y es que hasta ahora he sido la única Mexicana que toma un curso de este nivel en Italia.

Después de los cuatro días de trabajar intensivamente de 7:00 a 21:00 horas, mi visión del rescate subterráneo se había ampliado mucho más pues ahora conocía las técnicas italianas de rescate.

© P. PetrignaniMi cabeza daba vueltas y vueltas pensando en las técnicas francesas e italianas. No podía hacer comparaciones pues cada uno a su manera hace sus rescates y los hacen muy bien. Creo que ambas escuelas son excelentes. Italia me ha dado grandes ideas para contribuir al espeleo rescate mexicano, sobre todo en la logística, de la que me di cuenta un mes después, cuando asistí a un simulacro donde asistieron rescatistas de todas partes de Italia. Ahí pude aprender cómo manejar a los socorristas, organizarlos y trabajar las horas adecuadas por grupos, cómo organizar el armado de la cueva y los tiempos del rescate.

Iniciamos las técnicas de rescate a 670 metros de profundidad y lo que más me gustó fue que éramos cuatro mujeres en el fondo de la cueva, ¡las únicas mujeres del simulacro hasta el fondo, maniobrando la camilla y armando el sistema de recuperación. Esta experiencia me gustó mucho.

Siempre he estado a favor de impulsar a la mujer en la espeleología y creo que ésta es una de las mejores maneras.

El simulacro terminó con éxito pues se cumplieron todos los objetivos y sobrepasó mis expectativas, aprendí mucho de logística y cómo trabajar sin terminar agotada, tanto que después de estar dentro de cueva trabajando durante más de 30 horas, tuvimos ganas y fuerzas para irnos a la playa a tomar unas ricas cervezas.

© P. Petrignani

Me siento verdaderamente orgullosa de poder representar a mi país a estos niveles de la espeleología, salimos en vivo en la televisión y en publicaciones italianas. Yo, representando a la Asociación de Montañismo y Exploración de la UNAM.

Ahora de lo que más ganas tengo es de poder transmitir a mis compañeros de la UNAM todos estos conocimientos y continuar aprendiendo, que bien dicen "uno nunca termina de aprender".

Galería fotográfica de Paolo Petrignani

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