Practico la espeleologÃa desde el 98. Es un mundo que me apasio-na e intento dedicar el mayor tiempo posible a esta actividad. En el 2000 conocà un aspecto muy diferente de este deporte: "el rescate"; fue cuando el Grupo Espeleológico Univer-sitario celebró el V Congreso Nacional Me-xicano de EspeleologÃa. A él vinieron unos franceses para dar el primer curso de "espeleo rescate". En aquella ocasión sólo participé viajando por los aires dentro de la camilla en un simulacro mientras mis compañeros hacÃan las prácticas en las instalaciones de la UNAM.
Al año siguiente regresaron los franceses y esta vez sà tomé el curso. Mis amigos tenÃan razón: valÃa la pena. Ahora yo ya sabia de repartidores, polipastos, tirolesas, palabras que antes sólo escuchaba de mis maestros Javier y Manuel y que eran casi inalcanzables para mÃ.
Fue en ese momento cuando decidà especializarme en el rescate subterráneo y por supuesto después de haber participado en el muy sonado Rescate de La Joya. El rescate no sólo tiene importancia técnica, sino también humana. Todos los que entramos a la cueva lo hacemos sin buscar un accidente, pero nunca se sabe.
Dos años después, en febrero del 2003, volvà a tomar el curso de los franceses para reafirmar lo que habÃa aprendido pero mientras más conocÃa técnicas, me daba cuenta lo mucho que me faltaba por aprender.
Yo habÃa salido varias veces a hacer espeleo con unos amigos de Italia y me habÃa dado cuenta que la técnica de ellos es casi igual a la francesa, excepto por algunos detalles. Tam-bién tuve la oportu-nidad de estar en Italia en un congreso donde presenté un trabajo sobre la espeleologÃa mexicana y gracias a este trabajo y a mi interés en el rescate recibà una grata invitación por parte de la Escuela Nacional Italiana para tomar el curso que hacen una vez al año y que es de "cuarto nivel" para técnicos en espeleo rescate. Sonaba muy apantallador eso de "cuarto nivel", pero hice mis maletas y me fui al curso.
Ya hablaba algo de italiano y entendÃa bastante, asà que no me preocupaba tanto el idioma como la técnica y me preguntaba si lo que habÃa aprendido en los cursos anteriores con los franceses era suficiente. Por supuesto, no: nunca es suficiente. Por eso estaba volando a Italia.
El curso constaba de cuatro dÃas de prácticas y uno de examen.
El primer dÃa me di cuenta que éramos sólo dos mujeres entre 28 hombres (¡caray!) y eso me preocupaba un poco más, sobre todo cuando antes de comenzar el curso nos hicieron un detallado examen escrito de técnicas. Lo bueno es que eran todas las que habÃa aprendido ya. ¡Uf!, por lo menos ya sabÃa un 80% de todo lo que nos preguntaron.
Y entonces sÃ, comenzó la acción: nos dividieron en cuatro grupos de trabajo y nos traÃan de un lado a otro, haciendo contrapesos, tirolesas, polipastos, y algunas técnicas que eran nuevas para mÃ. Yo estaba un poco confundida por que en Italia se usa una cuerda extra "de seguridad" y asà los esfuerzos, el equipo y las maniobras se duplican. Tuve que poner el doble de mi atención para no revolver la cuerda de tracción con la de seguro y el anclaje principal con el de seguro... y asà en todo. Me adapté rápidamente y logré cumplir con las actividades del curso.
Después de cada dÃa hacÃa mis anotaciones en un idioma que parece mezclado de español con italiano y las repasaba mentalmente, y normalmente hasta tenÃa sueños con las técnicas.
Mis compañeros eran muy amables pero nunca condescendientes a la hora de trabajar, se concentran en la cueva y trabajan al máximo. Por la noche se relajaban bebiendo vino y ron y platicaban a gritos como buenos italianos. Se divertÃan y nos hacÃan reÃr mucho a todos.
Tuvimos una convivencia de retroalimentación muy satisfactoria, entre sus técnicas y las de nosotros, que finalmente son las técnicas francesas. Ahà me preguntaban como es la práctica de la espeleologÃa en México y es que hasta ahora he sido la única Mexicana que toma un curso de este nivel en Italia.
Después de los cuatro dÃas de trabajar intensivamente de 7:00 a 21:00 horas, mi visión del rescate subterráneo se habÃa ampliado mucho más pues ahora conocÃa las técnicas italianas de rescate.
Mi cabeza daba vueltas y vueltas pensando en las técnicas francesas e italianas. No podÃa hacer comparaciones pues cada uno a su manera hace sus rescates y los hacen muy bien. Creo que ambas escuelas son excelentes. Italia me ha dado grandes ideas para contribuir al espeleo rescate mexicano, sobre todo en la logÃstica, de la que me di cuenta un mes después, cuando asistà a un simulacro donde asistieron rescatistas de todas partes de Italia. Ahà pude aprender cómo manejar a los socorristas, organizarlos y trabajar las horas adecuadas por grupos, cómo organizar el armado de la cueva y los tiempos del rescate.
Iniciamos las técnicas de rescate a 670 metros de profundidad y lo que más me gustó fue que éramos cuatro mujeres en el fondo de la cueva, ¡las únicas mujeres del simulacro hasta el fondo, maniobrando la camilla y armando el sistema de recuperación. Esta experiencia me gustó mucho.
Siempre he estado a favor de impulsar a la mujer en la espeleologÃa y creo que ésta es una de las mejores maneras.
El simulacro terminó con éxito pues se cumplieron todos los objetivos y sobrepasó mis expectativas, aprendà mucho de logÃstica y cómo trabajar sin terminar agotada, tanto que después de estar dentro de cueva trabajando durante más de 30 horas, tuvimos ganas y fuerzas para irnos a la playa a tomar unas ricas cervezas.
Me siento verdaderamente orgullosa de poder representar a mi paÃs a estos niveles de la espeleologÃa, salimos en vivo en la televisión y en publicaciones italianas. Yo, representando a la Asociación de Montañismo y Exploración de la UNAM.
Ahora de lo que más ganas tengo es de poder transmitir a mis compañeros de la UNAM todos estos conocimientos y continuar aprendiendo, que bien dicen "uno nunca termina de aprender".
GalerÃa fotográfica de Paolo Petrignani