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Montañismo y Exploración
Medicina del ejercicio

Hoy se reconoce que el ejercicio produce beneficios sobre todo en enfermedades cardiovasculares, osteomusculares, metabólicas, y para mejorar el estado físico en general por medio de la prevención y promoción en salud. Por seguridad se debe formular como si fuera una droga o medicamento, para definir las dosis, tipo, duración, frecuencia, y las pruebas de tolerancia.







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"Si el ejercicio no existiera, la medicina habría tenido que inventarlo." Esta máxima muestra la importancia que día a día tiene el ejercicio físico, como parte esencial en el manejo de los pacientes(1).


La energía se requiere para realizar toda actividad física y aun se consume una considerable cantidad de ella en reposo, que se destina a la absorción, digestión y asimilación de los diversos elementos nutritivos, así como de las funciones glandulares, para establecer gradientes electroquímicos apropiados a lo largo de la membrana celular y para la síntesis de nuevos compuestos(2).


Se necesita entonces el ácido adenosintrifosfórico (ATP) como fuente de energía celular para realizar la actividad física. Se considera que la energía que necesita un músculo para su funcionamiento puede aumentar hasta 120 veces, cuando se realiza un esfuerzo físico máximo, si se compara con sus valores en reposo(3).


Como los depósitos energéticos que el cuerpo posee, son extremadamente limitados, y sólo pueden liberar energía útil unos pocos segundos, debe existir una resíntesis continua de ATP. Esta resíntesis y por ende, la liberación constante de productos del desecho metabólico, necesitan de un sistema cardiovascular y respiratorio indemnes y bien adaptados para llevar a cabo esta singular tarea.


El ejercicio induce a adaptaciones inmediatas y mediatas en el organismo que, cuando se somete a entrenamiento progresivo, controlado, y dosificado, se beneficia en forma amplia. Estos cambios orgánicos beneficiosos para el cuerpo y la mente, se deben traducir de acuerdo con la fisiología, para lograr un manejo adecuado del enfermo, de tal manera que el ejercicio físico se pueda manejar como elemento básico en las prevenciones primaria, secundaria y terciaria, y lograr con esto que se considere como una rama especial e importante de la medicina: la medicina del ejercicio(4).




OBJETIVOS

La medicina del ejercicio, tiene como objetivo fundamental, obtener que las personas aquejadas de problemas de salud, empleen el ejercicio físico para mejorar su calidad de vida, a partir de un adecuado estilo de vida(5,6).. Además, de igual manera, evitar por medio del acondicionamiento físico científicamente establecido, tanto la enfermedad como una mejor aproximación a diversos factores de riesgo cardiovascular, musculo-esquelético, metabólico, mental, etc., para así limitar su aparición o disminuir los impactos negativos que en el organismo tienen entidades como hipertensión arterial, diabetes, enfermedad renal, cardiopatía isquémica, y otras condiciones que incluyen las mentales, tipo depresión y neurosis.




POBLACIÓN QUE SE BENEFICIARÁ

Todo paciente o persona se puede someter a sesiones de ejercicio(7). Como el ejercicio físico per se, no produce beneficios, se debe aplicar el criterio de entrenabilidad(8,9) para conseguir en el organismo las adaptaciones fisiológicas, tanto inmediatas como a largo plazo, que son su consecuencia(4).


Salvo en contadas excepciones (p.e., estenosis aórtica, miocarditis activa, diabetes descompensada, insuficiencia cardiaca congestiva descom-pensada, fracturas inestables, etc.), no se debe realizar ejercicio físico, pues en tales casos u otros semejantes el estrés metabólico, fisicoquímico, bioquímico, neurohormonal, biomecánico que produce el ejercicio, puede acarrear consecuencias serias. Sin embargo, a este tipo de programas se pueden someter pacientes cardíacos antes y después de intervenciones quirúrgicas, o quienes padecen entidades osteomusculares, y hasta mujeres en embarazo.




PRESCRIPCIÓN DEL EJERCICIO

Para formular y prescribir el ejercicio a un paciente se le debe realizar una historia clínica, un examen físico y en lo posible hacerle una prueba de ejercicio(10,11), que permita conocer el consumo de oxígeno, así como sus limitantes bioeléctricas, biofísicas y osteomusculares.


Hay diversos protocolos cardiovasculares como la prueba de Bruce(12), donde se trabaja especialmente en banda sin fin. Los cicloergómetros o bicicletas ergométricas se emplean también en estas pruebas. Existen otras que no requieren tecnología costosa, como las de resistencia aeróbica, tipo prueba de Cooper, o de recuperación tipo Carlyle I /II, de respuesta vagal al ejercicio prolongado tipo Rufier, o de resistencia (prueba estándar), en las que se emplea el mismo peso del cuerpo, una gradilla, un cronómetro, una pista y se mide el pulso o la distancia recorrida. Aun con estas pruebas sencillas, se pueden realizar mediciones indirectas de consumo de oxígeno(13).


El ejercicio se controla mediante medición del pulso o por percepción en la escala de Borg; esta escala se emplea cuando se le dificulta a la persona la medición del pulso, porque no es confiable el resultado por efectos de drogas como ß-bloqueadores o por deficiencia de ciertos nodos en el sistema eléctrico del corazón(14).


Para prescribir el ejercicio físico se tienen en cuenta las siguientes variables:



  • Tipo de ejercicio que se va a realizar: aeróbico, anaeróbico, continuo, intervalos, máximo, submáximo.

  • Duración, o sea, el tiempo conveniente de acuerdo con la persona que se somete al ejercicio; p.e., para que un individuo con molestias cardiovasculares adquiera acondicionamiento físico, se debe someter como mínimo a un programa de 30 minutos de ejercicio.

  • Intensidad, hasta cuánta frecuencia cardiaca se va a trabajar durante el ejercicio.

  • Frecuencia, cuántas veces por semana se realizará el ejercicio.

  • Indicaciones y contraindicaciones, el ejercicio físico está indicado en la promoción y prevención de la salud, en especial cardiovascular, musculoesquelética, metabólica, mental, etc.


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