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Montañismo y Exploración
Un ataque inesperado

Todo fue salir de la tienda de campaña y nos atacaron a todos a la vez. Estábamos en despoblado. Fuimos atacados con violencia, pero huimos y por eso estamos vivos ahora. El lugar del campamento era un lugar bonito, con una playa de puras conchitas y sin grano de arena. Estábamos en una pequeña bahía, completamente aislados. De noche vimos a lo lejos, hacia tierra, las luces rojizas de los ingenios azucareros. Eso debió darme la alerta, pero no lo percibí, así que al amanecer, saliendo de la tienda, nos atacaron.







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Cuando llegamos al destino que pensábamos que era un pueblo pues nos dimos cuenta de que no había nada más que unos seres desquiciados deseosos de acabar con nosotros.


Todo fue salir de la tienda de campaña y nos atacaron a todos a la vez. Estábamos en despoblado. Fuimos atacados con violencia, pero huimos y por eso estamos vivos ahora. El lugar del campamento era un lugar bonito, con una playa de puras conchitas y sin grano de arena. Estábamos en una pequeña bahía, completamente aislados. De noche vimos a lo lejos, hacia tierra, las luces rojizas de los ingenios azucareros. Eso debió darme la alerta, pero no lo percibí, así que al amanecer, saliendo de la tienda, nos atacaron.


No fueron dos o tres, sino toda una banda de rufianes. Tuvimos que treparnos lo más rápidamente que pudimos a los kayaks y huir. Si no lo hubiéramos hecho así, sencillamente no seguiríamos vivos. Golpeábamos, pataleábamos para todos lados y sin darnos apenas cuenta, pero sufriendo todo el tiempo, de repente ya habíamos montado cada quien en su kayak, sorteado las vigorosas olas de lodo y a un par de cientos de metros de la orilla que había sido nuestro campamento, veíamos nuestras heridas.


¿Quiénes nos atacaron? Los chaquistes: una banda de maleantes tan diminutos que miden un milímetro y que en cada picadura sacan sangre y producen un dolor enorme. Yo había despertado al amanecer y los vi desde dentro, rondando la tienda. Podíamos salir y que nos picaran o esperar a que el sol estuviera algo fuerte (un par de horas) para que no hubiera tantos. Mientras tanto, dudaba en despertar a Alex, pero se me adelantó y le mostré el mosquitero lleno. "¿Salimos?" no nos atrevíamos. De repente nos decidimos y salimos casi simultáneamente.


Fue un error: dos nubes de mosquitos se abalanzaron sobre nosotros picándonos donde podían. Cientos se enredaron en el cabello y picaban el cuero cabelludo; otros, las piernas, los pies y tobillos (el lugar preferido por todo tipo de bichos), las orejas y todo lo que se pudiera.


Como pudimos, enredamos todo, lo metimos a los compartimientos de los kayaks y salimos. Todavía en el mar, tuvimos que hacer una especie de fumigación, pues había cantidad de chaquistes dentro del kayak y seguían picándonos las piernas. Alex maldecía nuestra valentía inicial mientras yo seguía asombrado de que auténticas nubes de mosquitos nos hubieran invadido y atacado. Hubo el momento en que La cabeza de Alex se me desaparecía por la densidad de la nube. El resultado fue sangriento, pues ahora parece que tenemos sarampión.


Así fue el ataque más famoso de la banda y parece que no se conformaron porque hoy nos atacaron de nuevo. Claro que no fueron tantos como ayer pero también hicieron estragos. Y luego, los tábanos. De cualquier manera, los estragos son altos y eso que estamos comiendo bien ahora. En fin. Espero que la desangrada no siga como ahora o terminaremos con anemia.


...había miles y miles de chaquistes y lo peor es que ya se empezaban a meter en el mosquitero así que no teníamos de otra más que salir y preparar las cosas en menos de cinco minutos, entre gritos, llorar, sacudirme y demás nos picaron miles de estos bichos dejándonos adoloridos por mucho tiempo; lo único que podía hacer era ponerme las manos en los oídos y cerrar los ojos para que no me picaran ahí, realmente sufrí como nunca, de hecho hasta ahora estamos debilitados porque pedimos mucha energía y el sistema inmunológico está bastante débil, pero ya estamos tomando las precauciones necesarias y rehabilitándonos, parece como si me hubiera dado varicela crónica por tanto roncherío como lepra o yo qué sé. Lo bueno es que la comezón ya está pasando.


Así, rascándonos y lamentándonos, pero felices de saber que habíamos sobrevivido (una persona sola ahí por 30 minutos, seguro que muere) a algo tan increíble, continuamos rumbo a la bocana del río San Pedro y San Pablo, la frontera entre Campeche y Tabasco.






















Poco antes, en una población que se llama Emiliano Zapata, nos detuvimos a descansar. Estábamos todavía molidos por la guerra contra los chaquistes, esa que nunca podríamos ganar porque aunque con una palmada matáramos cien (que nunca pasaba eso), había otros mil que ocuparían su lugar. En Emiliano Zapata el mar comenzaba a tener su color normal y era una población de pescadores. Un grupo de ellos nos aceptaron bajo su palapa y nos ofrecieron una hamaca para descansar y un par de helados. Después del helado, cuando estaba en una buena plática, me quedé dormido y desperté dos horas después, cuando nos ofrecían frutas. Las aceptamos pero después nos dimos cuenta que las habían llevado expresamente para nosotros y nos las llevamos.


Además de gente, comenzaba a haber palmeras en vez de esa vegetación tan densa. Palmeras. Era obvio que habían sido plantadas por el hombre. Pero finalmente llegamos a San Pedro, Tabasco. Del otro lado del río estaba Nuevo Campechito, la última población de Campeche.


Ya una vez en el agua nos quedaba solo esa mañana de remar en el Estado de Campeche y pues con esa gran despedida fue algo emotivo, y ya un poco mas tarde llegamos a la desembocadura del rió San Pedro y San Pablo para llegar al estado de Tabasco y ahí pasar la Noche en el Pueblo de San Pedro y al día siguiente salir a Frontera. Estos 90 kilómetros o bueno como 95 Km, fueron con el agua muy calmada, chocolatosa porque como está muy bajo y hay lodo como que se revuelca y pinta el mar así que no está muy bonito que digamos y no hay poblados sobre la costa, estos están en las bocanas río arriba.





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