El mar parecía haber cambiado porque estaba completamente calmo y el cielo, muy nublado, de pronto se tornó plateado. Impresionante: uno veía hacia dentro del mar y se veía sólo un muro grisáceo, platinado. No había frontera entre mar y cielo. Una vez hice pasar frente a la cámara a Alex con su kayak y me asombró, pues parecía que flotaba.