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Montañismo y Exploración
Tonalá

El mar parecía haber cambiado porque estaba completamente calmo y el cielo, muy nublado, de pronto se tornó plateado. Impresionante: uno veía hacia dentro del mar y se veía sólo un muro grisáceo, platinado. No había frontera entre mar y cielo. Una vez hice pasar frente a la cámara a Alex con su kayak y me asombró, pues parecía que flotaba.







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"Alex, vámonos porque el tiempo empeorará". "¿Cuándo?" "Por la tarde, pero mejor nos vamos." Y así, sin más, nos hicimos a la mar. Con los niños que iban a entrar a la escuela en la playa, mirándonos como si quisieran ir de ahí. Y muchas ganas debían tener porque uno de ellos me había platicado que en un par de meses se iría con su familia a trabajar a Ciudad Juárez. Él, con sus doce años, trabajaría en una maquiladora de ropa.


El mar parecía haber cambiado porque estaba completamente calmo y el cielo, muy nublado, de pronto se tornó plateado. Impresionante: uno veía hacia dentro del mar y se veía sólo un muro grisáceo, platinado. No había frontera entre mar y cielo. Una vez hice pasar frente a la cámara a Alex con su kayak y me asombró, pues parecía que flotaba.


Pero eso no era todo: no había viento y todo lo que había sobre el agua eran miles de insectos, desde mariposas hasta los temidos chaquistes. No había viento que los pudiera haber alejado de tierra y siempre podrían regresar gracias a su olfato, pero ¿cómo era que había grandes superficies llenas de mariposas? Eso era una interrogante natural pero la que más me preocupaba era si el tiempo seguiría estable y de cuánto dispondríamos para terminar el viaje.


En un momento, en ese mar calmado, vi la aleta de un delfín cercana a una lancha de pescadores. Después otro y al final fueron tres. Me detuve porque en su viaje parecían acercarse a mí. Tomé la cámara y esperaba captarlos cerca, pero cuando me di cuenta, saltaban ya muy por delante, cercanos a Alex, como en una función de circo. Parecían reírse de mi intento.


Después de algún tiempo, vi la desembocadura del río Tonalá. Tonalá... la primera población del estado de Veracruz. Estábamos llegando a Veracruz. Me detuve. Alex me alcanzó y preguntó qué pasaba. Como estábamos a distancia, le hice señas. Volvió a preguntar y le dije: "¡Veracruz!"






















...justo ahí termina el estado de Tabasco y empieza el de Veracruz así que fue muy emotivo cruzar esa desembocadura de río y llegar a el último estado por recorrer, bueno un tramo nada más. Llegamos a Tonalá que es un pueblo y cinco kilómetros más adelante había un poblado de turístico rústico de puros restaurantes así que decidimos ir allí y llegamos y pedimos de comer solo había carne bastante dura y empanadas de Manilla y de queso, manilla es como sobras de pescado (carne molida de pescado) y las de queso pues nada más como pintadas pero lo que sea era bueno. En el día remamos rápido porque el cielo estaba muy nublado y ya en la tarde noche se acercaba una tormenta fuerte porque era una de mar y otra que venia de tierra e iban a chocar, en pocas palabras hacíamos la broma de que era la prueba de fuego para la tienda de campaña a pesar de que estábamos debajo de una rústica y fea palapita, la cosa fue que aguantamos y nos mojamos un poco pero la noche refrescó y pudimos dormir mejor que otros días y como sí me puse calcetines pues no me rasqué en la noche.


Bajamos en Tonalá, pero el pueblo está bastante metido a tierra, así que fuimos a El Palmito, a pocos kilómetros de ahí. Lo que siempre necesitamos es una población donde podamos poner nuestra tienda de campaña cerca de la playa y donde podamos estar cerca de los kayaks. Ahí lo teníamos.





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