...una de las cosas que determinan si un acto es ético o no es la repercusión que tenga dicho acto sobre la experiencia de los demás y sobre sus expectativas de alcanzar la felicidad. Un acto que perjudica o que violenta esa experiencia y esas expectativas es al menos en potencia un acto contrario a la ética.
Dalai Lama
Hace varios años, estábamos en un albergue de Cruces, en el ahora inescalable Popocatépetl. Habíamos llegado en medio de una tormenta eléctrica y al día siguiente saldríamos temprano para la cumbre. Alrededor de las once de la noche llegaron tres muchachos que hicieron mucho ruido. Manuel Casanova, que a la sazón era el instructor del curso de alta montaña en que participábamos, les dijo que guardaran silencio y ellos contestaron algo así como "A ver, cállanos". Manuel salió de su bolsa de dormir al tiempo que nos llamaba con una sola voz a los demás (que también habíamos sido despertados). Todos nos pusimos de pie y hay que ver la cara que pusieron los muchachos cuando vieron a 27 personas dispuestos a callarlos, tal como habían pedido. Como la tormenta había pasado, se salieron del refugio, que estaba atestado y bajaron nuevamente a Tlamacas.
Eran los tiempos del respeto en la montaña.
El seguimiento de las normas de comportamiento en montaña tiene que ser muchas veces así riguroso, pues se trata de hacer un gran esfuerzo al día siguiente y se tiene que estar descansado. Pero esto se ha ido perdiendo y no sólo en México. Por eso, la UIAA (Unión Internacional de Asociaciones de Alpinismo) ha lanzado un "Código de Montaña" para que sea discutido por todos. El Código abarca las normas elementales con que continuamente nos movemos en y por la montaña. Sin embargo, es preciso analizarlas a fondo para ampliarlas o modificarlas para que se adecuen a cada país, a pesar de que se trata de un Código internacional.
¿Dónde empieza el Código? Hace pocos días, Rodulfo Araujo (quien, por cierto hace poco fue designado por la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada para los festejos del Año Internacional de las Montañas) escribió en el foro Xtremers, a raíz de un montañista estadounidense desaparecido y que fue rastreado en diferentes foros electrónicos. Su retorno a la civilización le trajo severas reprimendas y no sólo de su familia. El correo de Rodulfo dice:
Conozco a varios montañistas y escaladores que en sus ondas de tener ratos de soledad e introspección dejan a los suyos y se van de expedición sin aviso alguno, con la idea de que el mundo no se paraliza si ellos no están. ¡Sorpresa! ¡Sí se paraliza! En mi humilde opinión, la no-comunicación cuando ésta es accesible, no demuestra independencia y madurez, demuestra imprudencia, irresponsabilidad e insensibilidad (disfrazada de los argumentos filosóficos que quieran).
Es cierto que a ninguno de nosotros nos gusta que nos estén llamando cuando andamos fuera, sobre todo si venimos de familias sobreprotectoras y que no entienden nada sobre los deportes en exteriores. Se resuelve fácilmente si simplemente dejamos dicho cuándo nos vamos a reportar (con cierto margen de holgura) y a dónde se nos pueden dejar mensajes. Cuando las mamás sobreprotectoras se dan cuenta de que uno sabe cuidarse y sabe tener un adecuado "equipo de apoyo emocional" (consistente en hacer saber a los suyos en dónde está y a partir de cuándo preocuparse), le dan a uno más libertad de acción. Una salida prolongada es un evento familiar, un evento laboral y un evento en cualquier otro medio social en el que tengamos un rol.
Sé que se inquietan en mi casa si no me llevo el celular, pero eso no me obliga a llevarlo. Saben que me molesta mucho que me llamen si no es una verdadera urgencia, pero hemos llegado a un justo medio en que aviso a dónde voy, cuándo regreso y me reporto cuando puedo ("ya llegué", "ya bajé", "ya voy de regreso", etc.). Todavía no me desprendo totalmente del protocolo de las bendiciones.
También hay que definir con la familia lo que significa "urgencia", pues lo que para nuestra familia puede ser motivo de quererse comunicar "ipso facto" con nosotros, para nosotros tal vez pueda esperar. El fallecimiento de un familiar es tal vez uno de los eventos más difíciles que podemos sobrellevar, pero ¿qué diferencia hace que me entere ahorita o dentro de tres días? No podemos anticipar todos los eventos, pero hay que definir con la familia el mejor plan de acción de aquellos que podamos anticipar.
Es muy sano hablar de la salida con la familia de uno y con las familias de los participantes. Cosas tan sencillas como que si les contesta el teléfono la mamá o el papá de sus compañeros, les pregunten si nos van a acompañar al aeropuerto o a la central. Con eso miden qué tan enterados están y cómo se sienten, y pueden suavizar las cosas.
En efecto: la ética en el montañismo no inicia en la montaña, sino en la ciudad, con la familia y los allegados, con la actitud de dejar noticias de dónde anda uno a las personas adecuadas. Ése es el inicio del Código que esta vez aparece en su versión al español en nuestro boletín.
Hay un apartado dentro del Código donde se hace mención de la agonía y la muerte y cómo actuar ante ambas situaciones. Sin embargo, creemos que los montañistas tenemos una responsabilidad ética para con los demás. Por ello, en este número comenzamos a difundir los análisis de accidentes mortales que nuestra Asociación ha tenido y de los cuales guardamos registro. No los emitimos con fines de morbo, sino porque nosotros mismos hemos aprendido de una manera dolorosa de ellos y creemos que pueden serle de utilidad a muchas más personas. La prevención de accidentes de montaña en México es muy baja, fuera de un grupo reducido (afortunadamente cada vez mayor). El análisis del accidente presentado es muy largo y no lo hemos puesto en el boletín enviado a través de correo electrónico pues ya el Código de Montaña es bastante largo, pero está en nuestro Sitio Web, a disposición de quienes deseen leerlo.
