A dos meses de haber cristalizado esa meta, Jorge Hermosillo Miranda, jefe de la expedición de siete miembros del CEMAC [Club Exploraciones de México, A.C.], subraya un hecho insoslayable: seis alpinistas supimos trabajar conjuntamente, en lugar de destrozarnos con envidias o en una falsa competencia, y por primera vez logramos para el alpinismo mexicano un ascenso en grupo: el de María del Carmen Peña —la tercera alpinista nacional que alcanza la cima más alta del mundo, antes lo hicieron Elsa Tenorio [sic, debe decir Ávila] y Jarla Wheelock—, y ahora se suman Jorge Hermosillo, Demetrio Carrasco y Javier Salazar.
Luz María Zamudio, Raúl Ledesma y Javier Santos, acariciaron solamente la posibilidad, porque las condiciones naturales de la montaña hicieron estragos en ellos y no pudieron coronar su ascenso, sin embargo, fueron piezas vitales para que sus compañeros alcanzaran el techod el mundo.
Después de los trabajos obligatorios en los campamentos base 1 y 2, el 17 de mayo, deciden atacar la cumbre. Lo hacen además sin sherpas —nativos del Himalaya que cargan el equipo de los alpinistas y que hacen las veces de guías por su conocimiento del territorio del Everest— y sin oxígeno.
El ascenso les depara angustias y problemas físicos.
“Russel Brice, dueño de una agencia de expediciones, hace llegar una noticia que golpea sicológicamente a Zamudio y Santos, que por complicaciones respiratorias decidieron renunciar al ataque y apoyar desde la base a sus compañeros: vio caer y morir a su compañero Demetrio Carrasco, a 8 mil 500 metros”.
Ellos no lo saben pero Demetrio está vivo y en camino a la cima.
Arriba, sus compañeros tienen otros problemas.
“A 8 mil 300 metros armamos el campamento. Entrada la tarde cualquier movimiento nos agota. La verdad es que nadie de nosotros había acampado en su vida tan alto. Para todos es nuestro primer intento de hacer cima. Estamos presionados porque desconocemos cómo nos sentiremos en los tres escalones que tiene la ruta, pero a las 12 de la noche, y nos preparamos para alcanzar nuestro sueño…”, refiere Hermosillo.
A la 1:30 de la mañana Carmen toma la punta. Inmediatamente después salen los hombres.
Al empezar a clarear el día, suben el primer escalón fácilmente, con 40 metros de escalada a 70 grados [de inclinación].
Al amanecer ya están en el famoso escalón dos.
Todos lo superan con excepción de Raúl Ledesma, que ha sido el miembro de la expedición más fuerte a lo largo de todo el tiempo y quien ha ayudado a Demetrio Carrasco y a Javier Ledesma a bajar cuando han tenido problemas pulmonares. Tiene congelada la retina y no ve bien con el ojo derecho. Tras meditarlo, decide bajar para evitar daños irreversibles si no lo hace.
Demetrio, Hermosillo,. Salazar y Carmen Peña llegan al escalón tres.
“Nos encontrábamos ya en la pirámide somital de la cumbre [sic] y parecía fácil llegar arriba, pero nos habría de llevar más de dos horas superarla”.
Finalmente, tras superar unas rampas de nieve onduladas Jorge Hermosillo alcanza la cumbre. Son las 13:00 horas, un tiempo mágico para el alpinista, que media hora después ve arribar a Demetrio Carrasco, primero y a las 15:30 a Carmen con Javier.
“Desde ahí, el paisaje es increíble y contrastante. El mundo a tus pies y varios ochomiles rodeándote: el Lhotse, el Kangchenjunga, el Makalu, el Cho Oyu y el Shisha Pangma. Algo único. Estábamos por fin en la cima del mundo”.
El primer grupo mexicano en conquistar el monte más alto del mundo inicia el descenso.
“nos esperaba un Vía Crucis. Habíamos agotado la energía en el ascenso. El descenso fue durísimo, al límite humano”.
Al llegar todos al campamento base, Luz María y Santos recobran la paz momentáneamente: Demetrio está vivo, ha hecho cumbre y culmina el descenso. Russell se equivocó. El muerto era un eslovaco. Sin embargo, Carmen tiene embolia pulmonar que se traduce en neumonía y más tarde en una hospitalización de una semana a su regreso a México.
“Lo mejor fue trabajar en equipo, dice convencido Hermosillo, todos nos apoyamos mutuamente para alcanzar el objetivo. Unos lo conseguimos y otros no, pero lo mejor fue que nos ayudamos lejos de destrozarnos en envidias”.
Uno más Uno
Julio 28 del 2002