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Montañismo y Exploración
Van en ascenso, 3
13 diciembre 2001

La nueva generación de montañistas mexicanos tratan de igualar las exitosas generaciones anteriores







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Montañismo conceptual


Ricardo Coello


Para Gustavo Montalvo el proyecto más importante en el montañismo es conseguir la cumbre de cuatro montañas, y dos de ellas ya tienen las huellas del montañista mexicano.


A diferencia de interesarse en conseguir un grand slam, o los 14 ochomiles, Gustavo busca hacer algo que no entrará en los libros de la historia del alpinismo, pero la meta personal es antes que las hazañas deportivas.


Cada montaña tendría un distintivo entre ellas: la más bella, la más fría, la más alta y la más difícil. Las dos primeras ya se lograron, la tercera la buscará en el 2003 y la cuarta aún no define su nombre.


“Quiero antes que nada, hacer la cumbre de cuatro montañas, que son la más bella, que es el Alpamayo, en Perú; la más fría, el McKinley, en Alaska, éstas dos ya las subí; y me faltarían la más alta, el Everest por supuesto, y la más difícil, y ahí tengo varias opciones como pueden ser el K2, el Shisha Pangma o el Kangchenjunga (la tercera más alta del mundo)”, dijo.


Una vez que se cumpla el objetivo, Gustavo no dejará de ser montañista, aunque por un tiempo pensó que ya no tendría nada que hacer. La pregunta fue replanteada tras un consejo de Carlos Carsolio, lo que le cambió la perspectiva.


“Hace como cinco años me cuestioné algo, ‘si tuviera el dinero suficiente, para producir cine —te hablo de 2 millones de dólares—, ¿me atrevería a subir el Everest? Y la primera respuesta fue no, pero en ese momento me dije que era un error. ¿Estaba dispuesto a subir sólo si no hay nada que arriesgar?, entonces algo está mal.


“Ya que ensamble toda mi vida, y en una plática (Carlos) Carsolio me dijo “el ser humano tiene que darse un espacio en la vida para decidir para donde va, puede ser un día, dos segundos, tres meses, tres años… date ese tiempo para decidir lo que quieres”.


A partir de ese momento Gustavo le dio la vuelta a la respuesta y ahora sabe que el montañismo es una forma de vida, y aunque en un futuro desea dedicarse a producir cine, sabe que el deseo y la adrenalina de la montaña es algo que no se compara con nada, sólo con los amigos que allá arriba podrá encontrar.


“Me volví a plantear la pregunta y dije que definitivamente sí iría al Everest, porque lo hago ahora de corazón, y después de esas cuatro montañas voy a seguir subiendo porque es una forma de vida, y te retroalimenta de tal manera que no sólo es llegar a la cumbre, sino poder convivir con gente, tener amigos de por vida, porque aquel que le confías tu vida es un amigo para siempre”.


Reforma

Diciembre 13 de 2001





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