La hipotermia y las alucinaciones
Hasta ahora, poca atención se le ha dedicado a los trastornos de la percepción en el estado hipotérmico, principalmente a las experiencias alucinatorias, sus contenidos y su dinámica. Existen descripciones y relatos sobre las alucinaciones visuales o auditivas, sobre la percepción de figuras geométricas, sobre oír voces humanas y otros sonidos. Estas experiencias se presentan en los estados de congelación y/o agotamiento físico, frecuentemente en las altas montañas. Vale la pena citar algunas descripciones elegidas de la literatura científica y expedicionaria.
1. En el año de 1891 un alpinista y profesor inglés de química, regresaba de la cumbre de Ben Macdhui en las montañas de Escocia. Andando entre la niebla oyó tras de sí consigo ruidos de pasos. Los oía cuando el mismo andaba. Cuando se detuvo, los ruidos de pasos también cesaron. En cada ocasión miraba a su alrededor, pero no había nadie. Fue dominado por ataque de pánico, asustado corrió varios kilómetros. El relato sobre esta experiencia se transformó en la ahora conocida leyenda sobre el Gran Hombre Gris de la Montaña Ben Macdhui.
2. Frank Smythe en el año de 1933, después de separarse de Eric Shipton en el campamento VI, decidió ascender la cumbre del Everest sólo. Durante la ascensión sintió claramente que no estaba sólo, que lo acompañaba alguien amistoso, con lo que se sintió seguro. Esta experiencia fue tan intensa, que en el momento de descanso quiso comer pastel de menta, lo dividió en dos partes y quiso compartirlo con su imaginario acompañante.
Muchos años después, en las montañas de Escocia, y por lo tanto a poca altitud, Frank Smythe experimentó reiteradamente alucinaciones visuales. Interpretado este hecho, Lloyd (1986) expresó la suposición de que probablemente existe una predisposición genética para este tipo de trastorno.
3. El 24 de septiembre de 1975 a las 18:00 horas, Doug Scott y Dougal Haston subieron a la cumbre del Everest, después de 14 horas de ascensión con el uso de oxígeno. En la media noche se les terminó el combustible para cocer los alimentos. No tenían tampoco suficiente ropa para protegerse del frío. Durante la noche de insomnio, ambos experimentaron alucinaciones: sintieron la presencia en el hueco de nieve, de una tercera persona: el jefe del campamento base. Ã?l era la persona, de acuerdo con el anhelo inconsciente de los alpinistas, que podría abastecerlos del equipo necesario como bolsas de dormir, alimentos, oxígeno, para que de esta manera facilitarles la sobrevivencia en la noche.
4. Peter Steele describió las experiencias de Bill Kurban durante otra expedición al Everest. Inadecuadamente vestido, el alpinista se puso en camino desde la base al campamento III y sufrió un violento enfriamiento. Estando ya en la tienda afirmó que tenía que orinar y salió. No guardó ante esto adecuadas precauciones y cayó desde una gran altura. Durante la noche su comportamiento y declaraciones fueron irracionales, probablemente debido a las alucinaciones auditivas. Al siguiente día, en el descenso, no siguió los principios de seguridad y afirmó que veía un hombre que yacía junto a él.
5. En febrero de 1976 una pareja de esquiadores cayó a una grieta de hielo en Matterhorn, en los Alpes. Durante la segunda noche pasada en la grieta el hombre experimentó alucinaciones visuales: vio un funicular transportando gente y gritó para que se detuviera y se los llevara. Durante la tercera noche la mujer experimentó alucinaciones, también visuales, consistentes en señales luminosas, que tenían que significar que acudía ayuda. Experiencias parecidas les sucedieron a personas que permanecieron por un tiempo prolongado en agua fría o en las balsas salvavidas ante bajas temperaturas.
6. Paul Shock, piloto, cayó al mar en el Golfo de México. Al día siguiente después del salvamento todavía sentía el frío penetrante y experimentó en la noche síntomas de escisión. Se imaginó a si mismo de manera real, que lo encontraba una balsa salvavidas. En el primer momento le dijo al hombre de la balsa que se dirigiera a la guardia costera y dio la posición exacta en la que se encontraba. Después dijo que no era ésta la mejor idea y decidió regresar a la orilla junto con el socorrista. Este episodio le pareció muy real, como vivido.
7. En diciembre de 1983, después de un ascenso con mal tiempo y bajas temperaturas, Juan Manuel Leal, Enriqueta Godoy, Adolfo Matus y Jorge Flores Guillemín alcanzaron la cima del Aconcagua por la vía del Glaciar de los Polacos. La ventisca los sorprendió en la cima y debieron escapar hacia la canaleta para improvisar un vivac. Jorge Flores se trastornó por agotamiento y/o hipotermia. El viento y la nevada mantenían la temperatura por abajo de los -15 grados centígrados. Jorge sólo descendió algunos metros y se sentó al borde de una gran roca. Se despojó de la chamarra, el rompevientos, los guantes, los lentes y una bufanda. Lanzaba grandes carcajadas mientras columpiaba los pies a la vez de que bromeaba por el hecho de que pronto todo acabaría. Juan Manuel subió nuevamente hacia la cumbre principal, lo abrigó, logró establecer un diálogo y lo condujo lentamente hacia el vivac. Hasta la fecha, Jorge no recuerda esos acontecimientos y sólo tenía congelamiento de segundo grado de las falanges de los pies y los dedos de la mano derecha.
8. Durante mi estancia en el altiplano boliviano en el año de 1979, mi motocicleta averiada me obligó a una estancia imprevista en un terreno despoblado en la confluencia de las fronteras de Bolivia, Perú y Chile, a una altitud de 4,200 msnm. La temperatura descendió significativamente por debajo de cero, y pasé la noche envuelto únicamente con la lona de la tienda de campaña. Por la mañana la nieve me cubrió. Después del gran esfuerzo del día anterior y de una noche de insomnio, por la mañana escuché las voces de mis amigos con los que varios años antes había participado en una expedición a las altas montañas. Entre las voces escuché también la de mi esposa. Los interlocutores hablaban claramente sobre mí, sobre la difícil situación; reflexionaban si sobreviviría esta noche, bromeaban y también se burlaban de mi frivolidad. Con miedo salí de la tienda y entre la niebla que se disipaba observé en el valle los contornos de una aldea de un cuento, sobre las casas se elevaba el humo de los fuegos. Esta visión me asustó, debido a que consideraba que eran alucinaciones visuales. Pero después de un breve lapso, la niebla se disipó y la imagen de una aldea indígena se manifestó real.
Y todavía dos casos más de la práctica de socorro montañés en Los Tatra, Polonia.
El primero se refiere a un hombre de 22 años, que en febrero de 1985 se encontraba acompañado en las montañas, donde durante el fin de semana consumieron considerables cantidades de alcohol. Esta persona, bajo el influjo del alcohol, se durmió o perdió la conciencia y en tal estado fue abandonado por sus acompañantes. Pasó la noche en una rústica cabaña. La temperatura descendió a -26º C. Al día siguiente fue encontrado en grave estado: su cuerpo estaba rígido y frío. Se observaba solamente una respiración lenta y superficial, la frecuencia cardiaca era de 20 latidos por minuto. Fue transportado al más próximo hospital en ese estado; tenía las pupilas dilatadas y rígidas, sin reacción a la luz, una ausencia de pulso periférico y la presión sanguínea no se podía medir. La temperatura del cuerpo era de 22º C. Durante la acción de reanimación, se presentó fibrilación ventricular y detención de la circulación. Se aplicó desfibrilación y resucitación, lo que restableció el ritmo cardiaco y respiratorio. Después de elevar la temperatura corporal a 35º C el paciente recuperó la conciencia, presentó episodios de agitación psicomotriz, manifestó hipersensibilidad a los estímulos auditivos y visuales, tuvo alucinaciones visuales simples en forma de puntos luminosos. El periodo de tiempo de la embriaguez a la recuperación de la conciencia estuvo cubierto por una completa amnesia. Por varios días el estado de ánimo del paciente estuvo deprimido con elementos de disforia. La congelación de manos y pies no requirió intervención quirúrgica. De acuerdo con la opinión de los médicos, el alcohol consumido, aunque facilitó y aceleró el enfriamiento del organismo, también pudo jugar un papel en la protección de los efectos del enfriamiento. Un efecto similar del alcohol lo subrayó Laufman describiendo la salvación de una mujer congelada encontrada en la playa. La temperatura de su cuerpo era únicamente de 18º C.
El segundo caso se refiere a un muchacho de 7 años que salió para las montañas Tatra en compañía de su tío. Debido a la neblina, se extraviaron y tuvieron que pasar la noche sin tienda de campaña en una temperatura por debajo de cero. Por la mañana el muchacho cayó en un estado de somnolencia y experimentó alucinaciones visuales de contenido placentero. Cuando el muchacho perdió la. conciencia, su tío descendió al más próximo refugio y llamó al socorro de montaña. El niño pasó 35 horas en las montañas, de las cuales 7 horas estuvo inconsciente. Después de ser transportado en helicóptero al hospital, su estado era grave: la respiración era de 6-10 por minuto con periodos de apnea, la presión arterial era imposible de evaluar, sin pulso. La frecuencia cardiaca de 130 por minuto. Presentaba una rigidez muscular plástica general, las pupilas sin reacción a la luz. En base a estos síntomas el estado de hipotermia se valoró en 27-30º C de acuerdo a la escala de GrossBrockhoff. A medida que se elevaba la temperatura apareció la reacción pupilar a la luz, disminuyó la rigidez muscular, el muchacho empezó a emitir sonidos inarticulados y perseveraba. Después de la recuperación de la conciencia presentó una completa amnesia retrógrada. Por algunos días se mantuvo la ataxia, y un estado de ánimo deprimido, con episodios de irritabilidad e hipersensibilidad a los estímulos externos. Permaneció una leve paresia del nervio tibial izquierdo.
Las alucinaciones y la conducta
Las experiencias alucinatorias en la hipotermia ejercieron influencia en el comportamiento. En condiciones de terreno difícil hubo en ocasiones conductas irracionales, exponiendo al paciente al peligro. Vale la pena citar algunas situaciones características.
- Un buzo, expuesto a la acción de bajas temperaturas en el agua, cortó la línea salvavidas que lo unía con los otros.
- Un científico, participante de una expedición ártica, experimentó alucinaciones y se alejó de los restantes participantes.
- En un esquimal se manifestó un síndrome de trastornos psíquicos del grupo de la histeria. Salió corriendo repentinamente de la casa, arrojó el arma y ejecutó una serie de actos irracionales: tiró las ropas, saltó al mar, subió a un témpano de hielo, etc.
- Titus Oates, durante la trágica expedición ártica de Scott, dijo que tenía que salir de la tienda por un momento, y no regresó más. Esto fue interpretado como un gesto de autosacrificio para salvar la vida de los otros expedicionarios. No se puede sin embargo excluir que esto fue condicionado por las experiencias alucinatorias.
El contenido de las alucinaciones
Algunas experiencias en la hipotermia se parecen a las ilusiones. Consisten, por ejemplo, en una errónea evaluación de las distancias, una percepción deformada de los objetos o de los efectos sonoros existentes en la realidad.
Sobre el contenido de las experiencias alucinatorias en el estado de congelación deciden los deseos, físicos o psíquicos. La persona que sufre por estar hambrienta, frecuentemente alucina alimentos, y la persona en una situación amenazante, alucina voces o ve personas que se apresuran a ayudarle.
Algunas veces el contenido de las alucinaciones se convierte en sujetos o personas sobre las cuales se pensó con intensidad previamente. El contenido de las experiencias alucinatorias puede tener también relación con el miedo o terror.
En un estado de intenso miedo fácilmente se llega a juicios erróneos de la realidad circundante, objetos o personas. Surgen experiencias ilusorias o alucinatorias. Los participantes de las expediciones polares frecuentemente sufren miedo ante el aislamiento y el alejamiento. De esto se puede derivar la convicción delirante de que serán olvidados o abandonados por sus acompañantes, que tienen que acudir a ellos. Los expedicionarios polares, durante la noche polar, padecen un intenso miedo a la muerte. Esto resulta de la desorganización del ritmo biológico, al cual está habituado el organismo en el periodo previo a la expedición. Las bajas temperaturas del medio ambiente —de acuerdo con los expedicionarios— colaboran a esto en grado significativo.
¿Por qué en la hipotermia se presentan alucinaciones?
Se confirmó que las experiencias alucinatorias se presentan cuando la temperatura corporal desciende por debajo de 32º C. Las alucinaciones descritas por los alpinistas generalmente se relacionan con la hipoxia simultánea. Sin embargo en muchos casos se presentaron en bajas o medias altitudes, donde el factor hipoxia no es importante.
De las observaciones aéreas son conocidos casos de descomprensión de la cabina del avión a muy grandes altitudes. Los pilotos presentaron trastornos de la conciencia, sin embargo sin experiencias alucinatorias. Igualmente, en algunos casos clínicos no se observó dependencia entre la hipoxia del cerebro y las experiencias alucinatorias. Los cambios secundarios metabólicos en el cerebro producidos por la hipoxia, fueron probablemente la causa.
Diversos autores intentan esclarecer de diferentes maneras el mecanismo de estas experiencias. Se pueden encontrar aquí tres diferentes interpretaciones. La primera intenta explicar las alucinaciones por medio del mecanismo de la hipoxia, resultado de una disminución del flujo sanguíneo cerebral. La segunda habla sobre el mecanismo autohipnótico, principalmente en aquellos casos donde las personas permanecieron en el límite entre el sueño y la vigilia y los actos ejecutados fueron monótonos o rítmicos. Así acontece en situación de soledad, por ejemplo, en los marineros, alpinistas o espeleólogos solitarios y por lo tanto en situaciones de privación sensorial y ausencia de estímulos del medio ambiente.
Existe todavía otra posibilidad: no se puede excluir que en algunos casos las experiencias alucinatorias descritas fueron de naturaleza psicótica, por ejemplo, esquizofrénica, y el "estrés" del frío o de altura fue únicamente un factor liberador.
Conclusiones
Las bajas temperaturas del medio ambiente pueden ser un ?estrés? liberador de diversas reacciones psíquicas, entre ellas también de experiencias alucinatorias. El frío participa en estos casos sinergéticamente con otros factores traumáticos como la hipoxia, el agotamiento físico, la privación del sueño, la ansiedad o los narcóticos. Este tipo de deformación patológica de la percepción puede llevar a comportamientos peligrosos que amenazan incluso la vida. La muerte en tales casos es tratada como resultado del enfriamiento del organismo. Las conductas irracionales de algunos pacientes pueden ser tratadas erróneamente como suicidio. Las alucinaciones en hipotermia, a través de su contenido, tienen una función de mecanismo patológico de defensa en situaciones que amenazan la salud o la vida. Sin embargo, pueden constituir una causa directa de conductas y reacciones peligrosas para la vida.