¿Un asalto en medio de la sierra? Desde lejos vi a los muchachos acercarse a la camioneta y poner las manos en el cofre. Alguno de ellos pidió permiso de quitarse la mochila porque pesaba bastante. “Pero despacito y de uno en uno”, fue la respuesta. Yo seguí caminando hacia las luces que rasgaban la noche y cuando me vieron no repitieron la orden. Sólo esperaron a que hiciera lo mismo que los otros, así que me quité la mochila y dejé que me revisaran.