INFORME UN ACCIDENTE EN LA SIERRA DE LOS REMEDIOS, COAHUILA
15 abril 2001
En el curso de una exploración en el desierto de la Sierra de Los Remedios, Coahuila, sucede un accidente. Este es el informe de todos los sucesos que llevaron a tal conclusión.
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EXPLORACIÃ?N
Atendidos los enfermos, les dije a los demás que buscaran un lugar propicio para pasar la noche, pues no nos moverÃamos de ahà sino hasta el dÃa siguiente. Mientras tanto, mi interés estaba centrado en localizar una ruta de bajada por una sierra que desconocÃamos. Fui con Francisco, Abraham y David Márquez a realizar una breve exploración para determinar la ruta a seguir durante el descenso al valle. Francisco y Abraham regresaron pronto de la zona que les tocó inspeccionar porque se encontraron con problemas muy fuertes. David Márquez y yo pudimos avanzar un buen trecho y localizar un punto por el que podrÃamos avanzar sin mucha dificultad al dÃa siguiente. Asà que regresamos al campamento alrededor de las 22:00 horas.
Cuando llegué al campamento, me comentaron que David Hernández habÃa vomitado y que Aarón estaba con una temperatura aproximadamente normal. Tomé primero la temperatura de Aarón y como estaba normal, le dije que permaneciera asà todo el tiempo que pudiera y que cuando sintiera frÃo podrÃa meterse a su bolsa de dormir.
Durante este reconocimiento en Aarón, cuando buscaba agua en su mochila para darle más, descubrà que llevaba una botella de lÃquido para lentes de contacto y le pregunté que si usaba ese tipo de lentes. Su respuesta fue afirmativa y me preguntó que si se los ponÃa. Le dije que por el momento no importaba.
Después me encargué de David Hernández a quien ayudé a recuperarse a base de darle masaje en el estómago y darle bebida moderadamente. También a él le proporcioné una botella de agua para él solo. Luego fui a visitar a cada uno de los demás compañeros en su sitio de dormir (no habÃamos puesto las tiendas porque el espacio era muy reducido) y finalmente me fui a acostar yo porque querÃa que empezáramos a caminar a las 04:00 de la mañana.
DESCENSO DE LA SIERRA
Martes 10 de abril
Desde mi punto de vista serÃa mucho más sencillo bajar por la sierra que regresar por donde habÃamos venido. Esto, por tres razones: la primera era que si bajábamos por la sierra, ella misma nos protegerÃa de los rayos del sol durante más horas que si lo hacÃamos por el valle que ya habÃamos cruzado. L asegunda era que la distancia de regreso era mucho mayor (más de 30 kilómetros) que la de la bajada por la sierra (aproximadamente 12). Finalmente, serÃa muy desmoralizante para todos tomar el camino de regreso sobre todo teniendo una pequeña población a la vista y pensando que abandonábamos a Gonzalo en plena sierra.
A las 03:52 me desperté y llamé a los demás.
El principio de la caminata fue más o menos fácil porque la pendiente era moderada y no habÃa dificultades técnicas. HabÃa dado instrucciones a Oliver de que bajara siempre al lado de Aarón y que no lo dejara solo un momento, mientras David Hernández irÃa en el centro del grupo, generalmente junto a Alberto. Mientras tanto, yo irÃa delante eligiendo la mejor ruta para descender. Poco después del amanecer, la pendiente aumentó y el principal problema para caminar fue la gran cantidad de magueyes y otras plantas espinosas. De hecho, yo ya me habÃa hecho una fuerte cortada con una espina de maguey y a lo largo del dÃa recibirÃa otra. Los demás también batallaban para esquivar toda clase de espinas.
Poco a poco fuimos sorteando los obstáculos. Pero no podÃamos bajar muy rápido porque debÃamos esperar a Aarón, asà que cada diez o quince minutos de caminata debÃamos detenernos para luego volver a avanzar. Afortunadamente, el sol no nos llegaba todavÃa y tardarÃa bastante en alcanzarnos de lleno. En uno de los descansos, dividimos el peso de la mochila de Aarón entre varios para que pudiera caminar con mayor facilidad. Me negué a quitarle completamente la mochila porque si caÃa (trastabillaba a cada paso) la mochila podrÃa defenderlo mucho de las espinas de los magueyes.
Cuando consideré que habÃamos pasado los principales problemas de la bajada, esperé a Oliver y le dije que se llevara al grupo completo, que bajara con todos y llegara a la población, consiguiera agua y que regresara por Aarón y por mÃ, porque yo lo esperarÃa, aunque bajarÃamos lentamente. David Márquez me dio toda el agua que tenÃa y luego me dieron algo más, pero entre todo no alcanzaba medio litro.
Fui caminando junto a Aarón aproximadamente media hora hasta que encontramos a los demás detenidos ante un obstáculo: una cascada de más de 60 metros de altura. Oliver y David Márquez habÃan revisado varias opciones de bajada pero no habÃan podido hallar una viable. Asà que los papeles nuevamente se invirtieron y yo fui de cabeza mientras él se quedaba con Aarón y David Hernández, quien comenzaba a sentirse mal nuevamente.
EL Ã?LTIMO PROBLEMA TÃ?CNICO
Elegà una senda natural y muy estrecha y por ahà fuimos bajando uno por uno sin muchas complicaciones, aunque con muchÃsimo cuidado. Una vez superado ese tramo de roca, llegamos a una pendiente normal, sin paredes y tan llena de vegetación como habÃamos estado bajando desde la mañana. Desde ahà pudimos ver que esa pendiente era precisamente el último tramo inclinado que nos faltaba por bajar. Después, sólo serÃa seguir el curso de un rÃo seco hasta llegar a la carretera y, posteriormente, al poblado. Sin embargo, ya eran nuevamente las once y el calor arreciaba, asà que nos detuvimos a la sombra de la misma pared que allá arriba habÃa detenido el avance del grupo.
Pasó un rato y mientras tanto, yo hacÃa cálculos: sólo tenÃamos medio litro de agua para doce personas en las horas más cálidas. Si nos quedábamos ahÃ, quedarÃamos muy agotados, sobre todo porque al final el sol nos darÃa de frente, pues la pared tenÃa una orientación oeste. Asà que decidà que seguirÃamos. No faltaban más de siete kilómetros hasta el poblado y deberÃamos caminarlos para poder beber.
LA DECISIÃ?N DE SEGUIR ADELANTE
Les indiqué que debÃamos bajar y fueron descendiendo en grupos. Se hicieron varios grupos. En el primero iban cuatro, el segundo constaba de tres personas, el tercero de dos (David Hernández y Aarón), después José MarÃa y al final David Márquez y yo. Cuando Aarón inició el descenso le pregunté si se sentÃa bien y me respondió que sÃ, que sólo tenÃa seca la lengua. Le di un hueso de ciruela pasa que usaba para mantener la boca con salivación constantemente y emprendió la marcha. Cuando vi que todos estaban ya fuera de la pendiente, David Márquez y yo empezamos a bajar con rapidez. Yo llevaba el medio litro de agua que sobraba y lo guardaba para dárselo a quien más lo necesitara, que seguramente serÃan David Hernández y Aarón.
Pronto, David Márquez y yo alcanzamos a José MarÃa y le preguntamos por David Hernández y Aarón, pero dijo que iban delante de él porque los habÃa visto caminar muy de prisa. Lo rebasamos y a poco rato, comencé a gritarles, pero no respondieron. Además, ya estábamos siguiendo una nueva brecha que nos conducirÃa, libre de espinas, hasta la carretera, donde todos los demás podÃan estar esperándonos o tomar un aventón hasta el pueblo. Y en una brecha es imposible perderse.
A distancia, vi que ningún vehÃculo se detenÃa a levantar a nuestros compañeros en la carretera, por lo que le grité a David Márquez (quien iba delante de mà unos cien metros) que no fuera hacia allá sino que caminara al pueblo por la brecha paralela. Caminamos él por una vereda y yo por la brecha y de pronto vi delante de mà a David Hernández, quien se dirigÃa al pueblo. Como Aarón y él iban juntos, no me preocupé mucho y lo que pensé era que debÃa llegar al pueblo para regresar por los demás con varios litros de agua y que bebieran.
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