POLYO, Chongo, Askoli, Urducas y Payu son los nombres de algunas poblaciones por las cuales pasó la expedición mexicana; paraÃsos perdidos en el Himalaya habitados por hombres, mujeres, niños, vivos ejemplos de tiempos ancestrales: fÃsicos curtidos por las nieves eternas, bella oportunidad del encuentro del hombre con el hombre mismo... Es verdad. Una expedición al Himalaya es algo más que un sueño meramente deportivo. Tomás de Celis describe: Â? En Sock nos encontramos a 2,900 metros sobre el nivel del mar, custodiados por vellos picos de más de 5,000 metros de altitud. Nos espera una jornada larga, pues un alud nos ha retrasado. Desde temprano amenazó con cerrarse el tiempo. En Chongo nos recibió una llovizna fina y tupida, que creaba un silbido arrullador. Por donde transitamos son pueblos aislados y trabajadores, con callejones que transpiran timidez y curiosidad. Durante la marcha, son pocos los senderos y a la salida de Askoli fuimos acompañados por los borregos y una que otra chivaÂ?.
Después de varios dÃas observamos más ampliamente el glaciar Biafo: tierra y roca falsamente sujeta a flor de hielo. Es increÃble el esfuerzo que realizan los porteadores para avanzar. A fin de cruzar el rÃo utilizamos una canastilla colgante en el Hula Briche, afluente caudaloso del Braldo, lo cual aligera el trabajo de estos hombres curtidos y forjados por la montaña.
Â?Dejemos que el Karakorum hable por sà mismo Â?dice Tomás, estudiante de la Universidad Autónoma de Metropolitana-. En el Pico Paju el paisaje se sublima dÃa a dÃa. En idioma no nos entendemos, pero con gestos y actitudes nos comunicamos y convivimos con los paquistanÃes. Algunos porteadores fueron despachados en Urducas, el último lugar donde encontramos verdor, de ahà en adelante: sólo nieve, hielo y roca. El Broad Peak está al alcance de nuestra vista a dos dÃas de camino. Más adelante encontramos tres tumbas, un shorten y una bandera ubicados al paso del caminoÂ?.
Todo porteador y creyente de un más allá reza alguna plegaria y vierte en su interior un sentimiento. La columna avanza con cánticos, cuyos ecos se pierden en los cañones. Hablo con mi interior. Admiro a estos hombres por su dura forma de ganarse la vida y de ser tan respetuosos y candorosos con uno. Al dÃa siguiente se logró distinguir el Mascherburn visto por su cara norte, envuelto por un velo de nubes y vestido de blanco mostrando sus finas aristas de roca. Al fondo de la pirámide truncada del Gasherburn IV, por detrás de él el Hiden Peak y a la derecha el Miter Peak, mostrando un espejo nevado en su cumbre. Estas montañas emanan energÃa y estamos siendo acogidos en sus entrañas.
El 27 de junio los montañistas mexicanos arribaron al campamento base a 4 ,900 metros de altura. En este lugar concluyó el trabajo de los 55 porteadores que acompañaron al grupo azteca, Marco Antonio Cortés, jefe de la expedición señala en su diario: Â?de ahora en adelante después de recorrer más de cuarenta mil kilómetros en avión, por carretera y a pie todos los esfuerzos serÃan encaminados durante cuatro semanas para ascender la montañaÂ?.
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