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Montañismo y Exploración
CUANDO EL DESIERTO SE TORNA SILENCIOSO

El día 10 de abril, mientras realizábamos una exploración en el desierto de Coahuila, cercano a la Zona del Silencio, uno de los muchachos falleció por deshidratación. El golpe fue muy duro para todos nosotros y aun ahora, en el …







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El día 10 de abril, mientras realizábamos una exploración en el desierto de Coahuila, cercano a la Zona del Silencio, uno de los muchachos falleció por deshidratación. El golpe fue muy duro para todos nosotros y aun ahora, en el momento de escribir estas líneas, me vienen a la memoria los detalles del terreno, de la búsqueda y de cientos de elementos que se reunieron para llegar a una muerte que no tuvo que haber sucedido. Sin embargo, es preciso ser objetivo en el análisis de los hechos y desligarse del pensamiento: "si hubiéramos..." Finalmente, nuestro compañero yace bajo tierra y nosotros sobre ella, extrañándolo.

La prensa de Coahuila (y sólo la prensa, porque la gente y las autoridades nos facilitaron enormemente todo lo que hubo que sortear después) nos calificó de excursionistas inexpertos que se habían introducido en el desierto "desafiando" al calor y sin plena conciencia de lo que hacíamos. Desgraciadamente, la mayoría de la prensa (escrita, televisiva y de radio) han acostumbrado a la gente a percibir el lado más impresionante de una noticia. Hollywood y su "Límite Vertical" no han ayudado en nada a disipar muchas ideas erróneas.

Nuestros muchos años de recorridos en desiertos de diferentes partes del país nos han dado la experiencia para afrontar el reto de explorar México con seguridad y si esta ocasión hubo un accidente mortal, éste se debió a una serie de circunstancias que, aisladas, pudieron haberse evitado pero que en conjunto condujeron al deceso de nuestro compañero.

Para todos nosotros es preciso explicar ampliamente lo que pasó para que accidentes como éste no vuelvan a repetirse. Sabemos que cualquier informe es insuficiente para explicar una pérdida de tal magnitud y que habrá muchas personas que no crean una palabra sobre las causas, empezando por los reporteros que escribieron las notas a toda prisa para salvar su empleo. El lector puede pensar que tal o cual detalle pudo haberse evitado, como se piensa cuando se lee el libro Mal de Altura, de Jon Krakauer. Pero la verdad es que si no se evitó fue porque en ese momento no teníamos más alternativas.

No pretendemos engañarnos y llenar ese hueco con un informe de papel y letras. Sabemos que habrá quien dude pero también sabemos que los montañistas y los exploradores descubrirán las fallas y podrán aprovecharlas. Es para ellos que se presenta este informe y por si algún periodista pudiera llegar a leerlo, presentamos en este mismo boletín la exploración que hicimos en 1986 de la Zona del Silencio.

El informe presentado aquí como la versión oficial es el extracto de las declaraciones ante el agente del ministerio público y posteriores pláticas de los participantes y fue entregada a las autoridades de la Universidad Nacional Autónoma de México pues, ante todo, seguimos siendo parte de ella. Para evitar el morbo y posibles consecuencias a uno de los integrantes del grupo, he cambiado intencionalmente su nombre por otro ficticio.

Hay que recordar que lo que se presenta es un informe y que por lo tanto no se presentan conclusiones definitivas ni se achaca la culpa a una o más personas. Eso es algo que no está en nosotros y es preciso remarcar que todas las decisiones tomadas durante los días que duró la exploración y hasta nuestra llegada a la ciudad de México fueron mías y de nadie más. De cualquier forma, el desierto se llenó de silencio cuando nuestro compañero falleció.


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