SINFONÍA DE LA OSCURIDAD
15 junio 2000
En una operación de rescate siempre se encuentran variantes diversas sobre un mismo punto. De ahí que se importante que Javier Martínez, uno de los participantes en el rescate del Sótano La Joya, proporcione su versión sobre el rescate mismo.
|
TERCER MOVIMIENTO: MINUETO
O DEL INVALUABLE TRABAJO EN EQUIPO
Pronto me vi otra vez en el sótano: pasando pasos estrechos, atravesando pozas, bajando tiros, caminando a través de sus serpenteantes meandros. A los pocos minutos me encontré con Beatriz (la doctora). Se notaba muy cansada además de que estaba bastante preocupada. Me ofrecà a acompañarla hasta la salida pero se rehusó hasta que MartÃn pasara el paso estrecho en el que ahora trabajaban a fin de desobstruirlo un poco.
Decidà continuar para tener noticias de Manuel y pronto lo encontré cincelando en el "Paso de los Noventa". En cuanto me vio me saludó y me pidió que les ayudara, asà que continué con la difÃcil y tal vez poco ética labor de romper una gran columna que le tomó a la naturaleza miles de años formar. Sin embargo la vida de cualquiera de nosotros ameritaba eso.
Una vez que Manuel consideró que MartÃn pasarÃa con todo y camilla por ese difÃcil paso Â?en el que más de uno se atora cada vez que intenta pasarÂ? se procedió a movilizarlo lo más despacio posible, a fin de no lastimarlo más. Ã?se fue el primer momento en que vi a MartÃn, se veÃa bastante lastimado, su semblante era dramático, tenÃa raspones incluso en la propia cara, sin embargo cooperaba totalmente. Conducirlo por el "Paso de los Noventa" tal vez era una de las tareas más delicadas y complicadas del salvamento. En el momento en que comenzamos a desplazarlo se quejó un poco, pero todos los que nos encontrábamos ahà lo animamos a que hiciera un esfuerzo más para librar este paso lo más pronto posible. MartÃn tomó un poco de aire y asintió, un par de minutos después Manuel anunciaba:
�Señores, ya pasamos el paso estrecho.
Entre aplausos y felicitaciones, la gente comenzó a moverse para sustituir a los espeleólogos que habÃan recibido al herido. Otros optaron por ir a descansar: tenÃan muchas horas trabajando en la cueva y estaban muy cansados; habÃa varios que se estaban cayendo de sueño. Eran cerca de las cuatro de la mañana. Nos quedaban por delante varias cascaditas, dos tiros y una gatera. Lo más difÃcil ya habÃa pasado, era cuestión de un poco más de trabajo y tiempo. Un poco más de tiempo.
Â?MartÃn, MartÃn, despierta.
TemÃamos que se encontrara inconsciente, pues lo veÃamos desde hace rato con los ojos cerrados y una respiración casi imperceptible. Pronto se acercó un paramédico, y después de hablarle y sacudirlo un poco apenas nos atinó a decir: "Déjenme dormir, estoy muy cansado".
Â?No te duermas, necesitamos que vayas despierto para que nos digas si te lastimamos.
�Qué tiene que me duerma un poco, estoy muy cansado.
No era para menos, pues ya habÃan pasado más de 24 horas de haber caÃdo, y creo que hasta en una circunstancia normal cualquiera de nosotros estarÃa exhausto, además de que Â?por obvias razonesÂ? se le habÃan suministrado algunos sedantes. Se encontraba mojado y habÃa comido muy poco. Sin embargo, a medida que podÃa, MartÃn daba muestras de mucho optimismo.
Respondiendo al llamado habÃan ya acudido otros espeleólogos que estaban a la espera de que se les solicitara; entre ellos se encontraban nuestros amigos: Gerardo RodrÃguez, Daniel Sánchez y Elizabeth Gutiérrez. HabÃan llegado en la noche del domingo pero se les habÃa indicado que serÃa hasta el dÃa siguiente cuando entrarÃan a trabajar pues ya habÃa una gran cantidad de gente en el sótano. Las circunstancias habÃan cambiando, sin embargo, y ahora se les veÃa junto con otra gente, sustituyendo a los compañeros que ya se encontraban exhaustos.
Estábamos a unos cientos de metros horizontales de la boca del sótano, aunque todavÃa hacÃa falta sortear dos tiros verticales más, varias pozas, algunos pasos horizontales y una gatera que ya habÃa sido limpiada lo máximo posible para facilitar el paso. Eran cerca de las 5:00 de la mañana. Varios espeleólogos se veÃan muy cansados pero estaban dispuestos a continuar con el rescate hasta el final.
En cuanto llegamos a la base del tiro de 17 metros, VÃctor y Arturo Â?encargados de armar este y el cuarto tiroÂ? nos informaron que ya estaba listo para que pudiéramos subir a MartÃn. Arriba de este tiro ya habÃa mucha gente esperando a fin de movilizar la camilla inmediatamente hacia el pequeño tiro de la entrada. Pronto VÃctor y Arturo coordinaron el ascenso y en menos de 15 minutos ya MartÃn se encontraba arriba en donde gente de la Cruz Roja de Taxco, Cuernavaca y Orizaba lo siguieron transportando hacia la entrada del sótano.
El resto de los demás espeleólogos pudimos salir rápidamente gracias a las tres lÃneas que para este fin se colocaron. Asà que en unos cuantos minutos otra vez pude pasar este tiro y rápido desplazarme a través del corredor que da a la salida y después subir el tiro de cinco metros.
CUARTO Y Ã?LTIMO MOVIMIENTO: ALLEGRO FINALE
O LA DICHA DE VER NUEVAMENTE LA LUZ
En la loma en donde se encontraba toda la gente esperando la llegada de MartÃn era todo alegrÃa. Su papá y su hermana ya lo esperaban, y por un momento temimos que su padre lo lastimara más de lo que ya se encontraba. Tan efusivos eran sus abrazos y palabras de aliento. Me dio tanto gusto ver a MartÃn con su familia y pronto caà en cuenta que la movilización de tal vez más de 100 personas, los esfuerzos, el hambre, el sueño habÃan sido pocos en comparación al costo de una vida.
Pronto se acercó Manuel Casanova y Beatriz, quien pronto volvió a verificar el estado de nuestro amigo. Se procedió a cambiarlo, pues aun se encontraba completamente mojado, se le volvieron a tomar signos vitales y en general se le volvió a revisar. Ya con la luz de la mañana nos percatamos de la gran cantidad de golpes y raspones que tenÃa MartÃn. Realmente se habÃa comportado muy valiente.
Visiblemente emocionado, Manuel Casanova comenzó a dirigir unas palabras a los que nos encontrábamos ahà presentes. Destacaba la gran labor de equipo que habÃamos realizado diversos grupos de espeleólogos, autoridades del estado y diversas delegaciones de la Cruz Roja Mexicana. Nos hizo reflexionar acerca de la importancia de la prevención de accidentes pero también de la necesidad de seguir preparados para cualquier situación de riesgo que pudiéramos atravesar.
Ramón Espinasa destacó que este era el primer espeleorrescate que se realizaba completamente por mexicanos, sin ninguna ayuda o asesoramiento de extranjeros y con muchÃsimo éxito. Además de esto, todos coincidimos en la valiosa participación de los paramédicos y de la doctora Beatriz Ã?lvarez.
Antes de trasladar al herido a la ambulancia que finalmente lo llevarÃa a un hospital en la ciudad de México, brindamos un fuerte aplauso a todos aquellos que directa o indirectamente habÃan participado en esta importante actividad. SabÃamos que detrás de toda la gente que nos encontrábamos reunidos en ese momento habÃa mucha más esperando a ser llamada o haciendo alguna labor en función al rescate.
TodavÃa nos tomó un par de horas deshacer el campamento, juntar y ordenar la gran cantidad de material que se habÃa necesitado, levantar basura y dejar lo mejor posible la dolina en donde se encuentra el sótano. Cerca de las 14:00 horas nos retiramos del lugar, despidiéndonos de los grupos que aún se encontraban. Regresábamos todos muy cansados pero a pesar de ello se nos podÃa notar la felicidad de haber auxiliado a un compañero en esos momentos difÃciles en los que la vida pone a prueba nuestra fortaleza y la de los que nos rodean.
Para alegrÃa de todos nosotros, cuando estas lÃneas escribo (tres semanas después del incidente) MartÃn se recupera poco a poco de las contusiones múltiples, heridas, deficiencia respiratoria y demás lesiones que sufrió en el accidente. Estoy completamente seguro que es cuestión de dÃas el que se recupere totalmente y de nuevo encuentre su camino a través de las cuevas y de la amistad de su viejos y nuevos amigos espeleólogos.
Páginas: 1 2 3 4