follow me
Montañismo y Exploración
SINFONÍA DE LA OSCURIDAD

En una operación de rescate siempre se encuentran variantes diversas sobre un mismo punto. De ahí que se importante que Javier Martínez, uno de los participantes en el rescate del Sótano La Joya, proporcione su versión sobre el rescate mismo.







  • SumoMe

PRIMER MOVIMIENTO: ALLEGRO
O LA GRANDEZA DEL MUNDO SUBTERRÃ?NEO

Buscamos la respuesta con las luces apagadas: en el agua pulverizada de una cascada, en el silencio de una sala tan grande que parece no tener paredes, en el reflejo de un lago chispeante, en las alas cerradas de un murciélago que duerme boca abajo, en el pozo que se precipita cientos de metros en el vacío y que hace que el corazón se acelere, en una gatera que ahoga; sobre el barro, cansancio, sudor y alegría.
Lorenzo Grassi (espeleólogo italiano)

SEGUNDO MOVIMIENTO: ANDANTE
O CAMINANDO ENTRE LAS SOMBRAS

Frente a la mirada expectante de los policías municipales de Taxco, Protección Civil del estado, gente del lugar y algunos espeleólogos de diversos grupos comenzamos a descender en el resumidero La Joya alrededor de las 17:00 horas del caluroso domingo 27 de mayo. No habían pasado más de 45 minutos desde nuestra llegada, Juan Montaño �coordinador en jefe del recién fundado Espeleo Rescate México� nos había puesto al tanto del accidente desde las 4 de la mañana de ese mismo día.
Ahora nos daba un poco más de detalles: Martín Alvarado, monitor en el curso básico de espeleología del grupo de Espeleología del Instituto Politécnico Nacional había caído mientras descendía por el último tiro. Quienes presenciaron el accidente afirmaban que había perdido el control del descensor, cayendo entre 20 y 40 metros.
La situación era muy grave pues se encontraba en la base de este tiro a poco más de 200 metros de profundidad, a una distancia horizontal de cerca de 1500 metros. La situación se empeoraba pues presumiblemente Martín tenía fracturas en costillas, pelvis y un tobillo, además de múltiples contusiones. Y eso no era todo: la topografía de la cueva presenta diversos pasos estrechos, gateras, un pequeño sifón y varios tiros verticales.
Sin embargo había aspectos muy positivos, como el hecho de que el accidentado se encontraba relativamente tranquilo y trataba de cooperar al máximo. Otro aspecto muy importante y que nos tranquilizaba a muchos es que esta misma cavidad había sido seleccionada para la práctica final del curso de rescate que pocos meses antes había sido impartido por instructores del Espeleo Recate Francés, además de que la mayoría de los espeleólogos que nos encontrábamos dispuestos a acudir al auxilio de nuestro colega conocíamos muy bien el sótano. De cualquier forma todos los ahí presentes coincidíamos en que al menos nos tomarían 48 horas llevar a Martín a la superficie.
Ahora siete espeleólogos universitarios nos apresurábamos a descender a fin de instalar los sistemas que habrían de servir para izar a Martín en los pasos verticales. Juan Montaño nos había informado además que Manuel Casanova había descendido desde la mañana junto con Beatriz �lvarez (espeleóloga universitaria además de médica) y con ayuda de otros compañeros ya habían inmovilizado al accidentado.
Lo más rápido posible llegamos al tiro anterior de aquel donde se encontraba el herido, ahí nos encontramos a un compañero del Poli que nos informó que hacía un par de horas Casanova había instalado el sistema a fin de sacar a Martín del tiro de 45 metros, así que ya había pasado su primer prueba y en esos momentos ya lo transportaban cuidadosamente para después atravesar el sifón que se encontraba a escasos 40 o 50 metros de desnivel abajo de nosotros.
A todos nosotros nos dio un gran gusto saber que Casanova estaba trabajando duro a fin de sacar al herido cuanto antes. Nos sentíamos felices pues todos nosotros habíamos iniciado nuestra vida espeleológica con Manuel, así que nos sentíamos además de orgullosos bastante seguros de lo que él y todos nosotros estábamos realizando.
Motivados por el curso de los acontecimientos nos dividimos los siete en tres grupos: Lorenzo y Erick llegarían con Manuel y los demás espeleólogos a fin de movilizar más rápidamente la camilla; Víctor y Arturo se quedarían en ese tiro para instalar el sistema y que fuera usado cuando llegara el herido. Marisol, Memo y yo subiríamos al siguiente tiro también para prepararlo. Hace varios años tuve la fortuna de enseñar espeleología a Marisol y Memo y ahora iba aprender mucho de ellos, quienes conocen mucho mejor que yo las técnicas de espeleorrescate.
Para cuando hubimos terminado de instalar todo lo necesario para el paso del herido ya habíamos pasado seis horas en el sótano. Dentro de poco comenzaría a llegar el grupo de Ramón Espinasa (Sociedad Mexicana de Exploraciones Subterráneas) que había quedado de entrar al sótano a media noche. Ahora evaluábamos si debíamos esperar al siguiente grupo o descender y encontrar al grupo que ya traía al herido. En eso estábamos cuando comenzamos a ver llegar al grupo de Ramón, junto con nuestro amigo José Antonio Soriano. Después de un breve intercambio de preguntas y respuestas ellos continuaron descendiendo, seguidos de Memo que decidió ir a preguntarles a Manuel y a Sergio Santana qué era lo que necesitaban.
Regresó para informarnos que ya habían pasado el sifón y que, un tiro debajo de donde nos encontrábamos, lo estaban preparando para izarlo. Manuel pedía a Juan Montaño �que se encontraba coordinando todo desde el exterior� que enviara el mayor número de espeleólogos posible, pues el estado de Martín parecía ser cada vez más crítico, además de que la gente que estaba trabajando ya se sentía bastante fatigada. Así que Marisol y yo recogimos el equipo de armado que ya no habríamos de utilizar y nos fuimos rápidamente a la superficie.
Aunque eran como las dos de la mañana, arriba también había gran actividad. Habían llegado otros espeleólogos y gente de la Cruz Roja de distintas delegaciones, grupos de rescate y amigos de Martín. Después de informar a Montaño lo que abajo acontecía, Marisol y yo nos dispusimos a cenar, pues la policía municipal amablemente habían preparado una cena como para 40 personas. Después de una excelente cena y dos cafés me sentí como nuevo, así que no dudé ni un instante cuando Juan Montaño me pidió que regresará al sótano para preguntar a la médica sobre el estado de salud de Martín y qué se iba a necesitar en cuanto éste estuviera afuera.

Páginas: 1 2 3 4



 



Suscríbete al Boletín

Google + Facebook Twitter RSS

 

Montañismo y Exploración © 1998-2024. Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con SIPER
Diseño por DaSoluciones.com©