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Montañismo y Exploración
Los colosos del Baltoro

Esta historia comienza muy reborujada y los que estaban en un principio en el proyecto resultan ser los que no van. Mario Oñate, Armando Dattoli y un servidor fuimos los que tuvimos la oportunidad para visitar el otro lado del mundo; con el fin de escalar la famosa aguja en las Torres de Trango.







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Ya han pasado seis meses de haber pactado el proyecto, en un principio el plan era para cinco personas. Muchas reuniones de hablar y poca acción, que si tu consigues el patrocinio es tuyo, que si yo lo consigo es para mí... en fin, a la mera hora los más interesados en ir lo conseguimos. Una amiga logra contactar a los directivos de una página de Internet y supuestamente hasta el teléfono satelital. Después de tanto perseverar, buscar y trabajar varios años haciendo currículum, me abren las puertas en la empresa Concretos Apasco S.A. de C.V. Presenté el proyecto titulado "Trango Dos Mil: Un Nuevo Milenio, Un Nuevo Reto". Se les hizo atractivo y viable. De nueva cuenta la CODEME avala otro proyecto más y hasta una rueda de prensa nos brinda.

Esta historia comienza muy reborujada y los que estaban en un principio en el proyecto resultan ser los que no van. Mario Oñate, Armando Dattoli y un servidor fuimos los que tuvimos la oportunidad para visitar el otro lado del mundo; con el fin de escalar la famosa aguja en las Torres de Trango. La empresa de Internet no le entra por falta de recursos. Los papeleos del permiso para escalar la Torre ya están hechos.

Antes de partir dejamos una buena suma de dinero por los 6 costales y 8 barriles que traemos de sobre peso. El aeroplano que va a Londres vuela cerca de 11 horas y ese vuelo provoca que desarrolles mucha paciencia. Al llegar, lo primero que hicimos fue guardar el equipaje en el resguardo del aeropuerto, lo que cuesta un varo.

Al día siguiente con la tontería de que falta algo, perdimos el avión con destino a Islamabad y además se tuvo que enviar por vía cargo todos los costales y barriles. Como quien dice otro varo más. Así perdemos dos días más en Londres, Inglaterra, sólo nos queda hacer turismo por sus calles y disfrutar de su arquitectura.

Está vez nos cercioramos de llegar temprano al aeropuerto y abordar el avión con destino a Islamabad. Pasamos 9 horas de vuelo dentro de la cápsula presurizada a 10,000 metros sobre el nivel del mar. Fuera del aeropuerto nos espera Alí Porik el dueño de la agencia Jasmine Tours y Alí Mohamad el guía y cocinero de nuestra expedición, ellos nos dan la bienvenida. Dejamos nuestros boletos de avión con el Sr. Porik, por seguridad y no perderlos.

El idioma oficial en Pakistán es el urdu y otros cuatro dialectos más pero nosotros nos damos a entender con ellos en inglés. Su moneda es la rupia. Abordamos una camioneta, cruzamos por las calles de Islamabad y Rawalpindi. Es un caos. Todos tocan el claxon, lo que indica que no frenarán; se cruzan sin ton ni son y a veces están apunto de chocar. Las mujeres van cubiertas hasta las orejas y no le dirigen la palabra ni a las moscas: se los prohibe sus costumbres musulmanas. Es más, ni siquiera fotos tenemos permitido hacerles.

Dos días pasamos en Rawalpindi, que se encuentra fusionada con la de Islamabad. Antes de partir rumbo a las grandes montañas realizamos el trámite con el ministerio de turismo de Pakistán. Este organismo nos ha asignado a un oficial de enlace, el Capitán Muzaffar Hussein, de 24 años de edad, quien está encargado de acompañarnos durante toda la expedición. Como es de suponerse, el equipaje llegará después y tenemos que ganar tiempo pues todavía faltan 27 horas de recorrido por tierra hasta llegar a Skardu. La ruta sigue por una carretera en buen estado y en su mayoría corre paralela al río Indus, la llamada Ruta de la Seda, camino abrupto entre grandes montañas áridas que grandes conquistadores y comerciantes han recorrido durante miles de años; ahora le llaman el Karakorum Highway.

Skardu es un pueblo pequeño de 300 habitantes aproximadamente y se encuentra a 2,300 metros; es el punto de partida para el Glaciar del Baltoro. Aquí tenemos que esperar un par de días por el equipo y la comida, que tenemos que repartir en cantidad de 25 kilos, que es lo máximo que cargan los porteadores. Alí contrata a 36 hombres y compra los últimos alimentos en el bazar del pueblo, que está bien folklórico. Tiene un campo de cricket y uno de polo, deporte nacional de influencia británica y todos los días se ve gente practicando.

Algo que nos llamó la atención fue ver caminar por la calle a los hombres tomados de las manos. Lo primero que pensamos: "es que estos son maricones". Al haber tanta represión con las mujeres, se estrecha el contacto entre ellos y, por si las moscas, guardamos distancia.

Cerca de las seis de la mañana montamos todo el equipo a los dos Jeeps que nos transportarán sobre una terracería durante ocho horas de recorrido. Apenas salimos de Skardu y un hermoso valle con pastos verdes y tierras de cultivo nos dan la bienvenida. Durante el trayecto se observan varios poblados con casas hechas de piedra y muchos árboles frutales. Cambiamos de Jeeps un par de veces, ya que un trozo de carretera se ha deslavado y un río arrasó con el puente. Por fin logramos llegar a Askole, pequeño poblado de porteadores que se encuentra a 2,500 metros sobre el nivel del mar. En este punto se encuentra una estación militar donde se dio parte de la expedición. A partir de este aquí comienza la caminata rumbo al campo base (CB).

Los primeros pasos

El cambio de horario se hace sentir con las 11 horas de diferencia, sumado a todo el movimiento que hemos realizado desde nuestra llegada a Pakistán y la paliza que nos espera hasta el Campo Base. Partimos muy temprano junto con todos los porteadores: 46 personas en total. Recorremos una planicie ascendente, alrededor de seis y media horas cargando en nuestras espaldas cerca de 20 Kilos hasta Sasachu que se encuentra a 2,900 metros sobre el nivel del mar. Acampamos en este punto, poco a poco nos vamos internando en el enorme Glaciar del Baltoro.

A mi parecer no es necesario cargar tanto peso durante la aproximación, ya que cuando llegas al CB estás algo cansado. Es preferible contratar otro porteador. En cada estación venden galletas y refrescos muy caros, a pesar de ello compramos un refresco que nos costó cinco dólares. ¡Vaya capricho caro!

Cuesta trabajo comenzar a caminar. Después de un tramo plano cruzamos una morrena, que nos hizo subir y bajar hasta llegar a un río. Tenemos que cruzarlo apoyado de un compañero, el agua está tan fría que casi me hace llorar. Una hora más y llegamos a Payu, segunda estación de trekineros y alpinistas. Esta jornada nos tomó seis horas. Los trekineros hacen este tramo en dos días. A partir de este punto se observa el interminable Glaciar del Baltoro que llega hasta el paso Gondogoro.

El clásico desayuno, chapati (tortilla de harina), té verde y mermelada. Poco a poco emprendemos la marcha rumbo a la enorme gravera. Sólo seis horas más y llegaremos al CB. Una enorme masa granítica asoma sobre el borde de una loma, es la Gran Torre de Trango y a su izquierda la Torre Sin Nombre. Un grito de júbilo y aceleramos la marcha, sin alcanzar a los porteadores más fuertes que van en la punta. Son rápidos y están bien aclimatados.

Campamento base

El CB está sólo a 200 metros. En el camino nos reciben un trío de alemanes y nos sugieren que acampemos cerca de ellos. Los porteadores exclaman un grito de victoria, descargan su peso y, sin perder tiempo, se arremolinan alrededor de Alí para recibir su paga y emprender el regreso a Payu.

El CB está a 4,400 metros, en el Glaciar de Trango. A cien metros de una pared de granito pusimos nuestras cuatro tiendas y la cocina. Todo está rodeado por rocas enormes y una laguna de agua helada. Desde este punto se aprecian diferentes grandes paredes, el Uli Biafho con su hongo sumital que se une a su enorme cresta de hielo perenne. El Haina Black que apenas cuenta con una ruta recién abierta por el maestro Schneider, Brian y sus respectivas esposas; les tomó cerca de 20 días consecutivos de escalada y estadía en la pared. Las Orejas del Gato, donde Michael y John trazaron el primer itinerario por una de sus "orejas" alcanzando la cumbre en tan sólo tres días de escalada alpina. En la Gran Torre del Trango, Tim y Miles, un par de jóvenes estadunidenses, están escalando en estilo alpino la ruta Banana Mango Mix abierta hace 9 años por españoles. La vista es hermosa para cualquier lado que se mire y las enormes avalanchas marcan los sitios por donde caen regularmente.

Muy temprano aparece uno de los integrantes del primer grupo alemán y nos dice que ayer por la noche alcanzaron la cumbre al igual que los suizos. Los alemanes han fijado cerca de 800 metros de cuerda por la ruta Llama Eterna y los suizos 200 metros por la Eslovena. El segundo grupo espera por una ventana de buen tiempo para subir por las cuerdas fijas y escalar los últimos cuatro largos que llevan a la cumbre.

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