Adrián Basilio
A pesar de que a sus 35 años ya no tiene la capacidad técnica ni física de hace una década, Elsa Carsolio se sacó la espina y conquistó la cumbre del Everest gracias a su motivación, a la experiencia que le ha dejado escalar la mayoría de las cimas más importantes del globo y sobre todo a “que está bien en la vida”.
En entrevista, Carlos Carsolio, esposo de la única mujer latinoamericana que hasta hoy ha conquistado la cúspide de la montaña más alta del mundo, “aunque fuera con tanques de oxígeno”, se dice orgulloso del triunfo de Elsa, quien durante su preparación se dio el lujo de compaginar sus actividades de madre de dos pequeños con las de empresaria.
“Sólo me ha llamado desde el campamento base y hablábamos más de lo que hacían nuestros hijos (una niña de cinco años y un niño de tres) y de lo que sentíamos. No tocábamos el tema de lo técnico porque no teníamos necesidad, ambos sabíamos qué debía hacer”, comenta Carlos, quien agrega que lo fundamental para escalar una montaña es “contar con amarres emocionales en tierra firme ya que son importantísimos para el éxito y la supervivencia”.
Elsa se vio obligada a abandonar el ataque emprendido el 2 de mayo debido a fuertes vientos que se presentaron en la zona, a pesar de que ha escalado otras cimas donde son un poco extremos como en la Patagonia, donde, comenta Carlos, aprendió la maña de usar el viento como aliado para evitarse un desgaste de energía y emplear una buena técnica acompañada de una gran disposición mental que sólo da la la experiencia.
Carlos, quien a su vez es el único mexicano que conquista la cima del monte de 8 mil 848 metros de altura sin tanque de oxígeno, explica que fuera de la mentalidad, pues el potencial es el mismo en ambos, la única diferencia entre un hombre y una mujer alpinista durante un ascenso, “es sólo para ir al baño”, porque cuando hace mucho frío es más difícil para una mujer hacerlo.
Sin embargo, Carlos reveló que Elsa tenía una preocupación mayor. La adaptación al frío era lo que más le perturbaba después de haber experimentado congelaciones muy severas en las manos que requirieron terapias e incluso injertos.
“Afortunadamente en estos momentos viene bajando de la montaña sin lesiones de congelamiento, viene muy completa”, informó Carlos.
Y para no sentirse tan lejos de su patria, además de llevar consigo “un amuleto muy personal”, que Carlos no quiso revelar qué era, Elsa llevó para su alimentación en el campamento base “toda clase de lujos”, desde mole y cajeta hasta masa para preparar tortillas, pues en un ascenso tan difícil como al Everest, la comida es un muy buen apoyo para estar bien mentalmente cuando se está en el campamento esperando condiciones climáticas favorables.
Reforma
Mayo 7 de 1999