El pasado mes de abril, entre los días 5 y 21, el equipo de Espeleología de la UNAM realizó una minuciosa exploración de la zona de Miraflores, localizada en Xichú. Guanajuato. En dicho lugar fue encontrada una caverna, misma que fue bautizada por los miembros de la expedición como Sótano de las Coyotas, debido a que el sitio donde se encuentra es llamado así por los lugareños. La caverna en cuestión tiene una profundidad de 557 metros, lo cual la convierte en el segundo sótano más profundo hallado por mexicanos.
"El Sótano de las Coyotas viene a ser, por sus medidas, la onceava sima del continente encontrada hasta la fecha", dijo a Gaceta Deportiva el Ingeniero Guillermo Mora López, entrenador en jefe de Espeleología en la UNAM, quien agregó: "esta caverna viene a sumarse a la lista de las que fueron descubiertas el año pasado por los rumbos de Querétaro y que son: Sótano del Burro, Sótano Hondo, Sótano de los Otates y Sótano de la Codicia. Fueron localizados, además, cerca de cuarenta sótanos en las proximidades de Xichú, Guanajuato, siendo la profundidad de éstos bastante variable, pues va de los 30 a los 300 metros. El descenso del Sótano de Coyotas se efectuó, como en la mayoría de los casos, en cuatro etapas o cordadas. La primera cordada es dedicada a trasladar y colocar los cables del campamento subterráneo; la segunda se destina a armar el campamento desde el cual se alcanzará el fondo; la tercera etapa es utilizada para colocar los cables para el descenso al fondo; cuarta sirve para desarmar y quitar todo cuanto se ha colocado anteriormente, ya en el momento de ir ascendiendo. Las operaciones de esta naturaleza son siempre muy lentas, pues se trabaja, las más de las veces, en terreno desconocido, que no ha sido pisado anteriormente por los miembros de la expedición, la tierra en sus profundidades casi siempre está húmeda y en no pocas partes se desciende en medio del lodo, ayudado únicamente por la pericia e intuición del espeleólogo, alumbrado por la lamparilla eléctrica. Cabe aclarar que cuando la operación se torna azarosa y lenta, aquél o aquellos a quien ha tocado en suerte ir adelante, tienen que apagar la lámpara para ahorrar energía, sumiéndose de esta manera en la más cerrada oscuridad. Sobre lo que se experimenta al hallarse hundido en tal estado, habría que platicar largo y tendido, aunque esto viene a se material de otro capítulo diferente a lo que aquí se ha tratado.
Como ejercicio previo, antes de atacar el Sótano de las Coyotas, los miembros del grupo de espeleología efectuaron un descenso al Sótano de la Trinidad, ubicado en el municipio de Xilitla, en San Luis Potosí, cuya sima es de 827 metros. Los universitarios se internaron hasta una profundidad de 793 metros, siguiendo el plano o "perfil topográfico" elaborado por espeleólogos canadienses. En dicho sótano se trabajó durante cinco días consecutivos, quedando la expedición lista para la obra que se llevaría a cabo en Xichú.
Próximamente, el grupo de espeleología de la UNAM explorará diversos lugares de Colima y Guanajuato, esperando encontrar en este último sitio una caverna que puede tener unos mil metros de profundidad. Después se tiene proyectado un viaje, para especializarse en técnicas de espeleología y rescate subterráneo, a Francia. Se ha escogido este país, por ser el más avanzado en la especialidad, además de que es la cuna de la espeleología.
El equipo representativo de la UNAM que penetró las profundidades del Sótano de las Coyotas estuvo integrado por Héctor Guzmán, de la Facultad de Ciencias, José Antonio Páez, de Psicología, Manuel Urquiza, de Agronomía, Alejo Jiménez, del CCH Sur, Carlos Lazcano, de Ingeniería y Guillermo Mora López, encargado de la rama en la UNAM. En esta expedición participaron, además, los estudiantes que llevan Curso Superior de Espeleología en nuestra máxima Casa de Estudios.
GACETA UNAM, 1981
