follow me
Montañismo y Exploración
Salcantay

Después de la primera expedición de alta montaña al extranjero, el siguiente paso era una montaña más ambiciosa. El Salcantay, en Perú, fue la elegida. Era 1978.







  • SumoMe

Era el verano de 1977. Aún bajábamos de la Cordillera de las Rocallosas, en Canadá, cuando alguien preguntó: "¿Cuál será la próxima?" Fue difícil contestar. "Alguna montaña en los Andes", contesté.

Durante cinco meses realizamos prácticas en las altas montañas de México y en las instalaciones deportivas de Ciudad Universitaria. Correr todas las mañanas, asistir al gimnasio, trepar edificios.

El 1º de junio [1978] partimos hacia la ciudad de Lima, donde conocimos al Sr. Morales Arnao, gran andinista y periodista, quien nos aclaró algunos puntos y nos proporcionó mapas del Salcantay, por lo cual quedamos profundamente agradecidos.

En Cuzco, durante tres días preparamos la alimentación que compramos. Por fin, el día 5 partimos en un "colectivo", como llaman a los camiones de redilas, a la población de Mollepata, pueblo base de la cordillera de Vilcabamba, desde donde parten todas las expediciones que intentan subir al Salcantay.


Caminata de acercamiento

Contratamos once mulas para que trasladaran 600 kgs de equipo y alimentación, y un muchacho llamado Sebastián, que conocía las veredas de acercamiento que conducen a la base de la montaña.

El primer día de camino pasamos por verdes praderas y al atardecer acampamos en Pampa Soray al pie de una hermosa montaña nevada: Huamantay. El segundo día seguimos por la cañada que se sentía pesada por la inclinación constante. Grata fue nuestra sorpresa cuando al llegar a Cacherías encontramos el campamento base de una expedición yugoslava que intentaba el Salcantay. Ya habían estado en el Himalaya y eran los conquistadores de la pared sur del Makalu. Continuamos nuestro camino hasta las 7 de la noche.

El tercer día de acercamiento los arrieros se negaban a continuar pretextando que el paso Palcay se encontraba nevado y resultaría peligroso para sus animales. Nos ofrecimos para abrir camino entre la nieve. La verdad aún no sabemos qué hubiera sido mejor, si cargar los bultos o abrir camino a las mulas. Nos llevó todo el día pasar el collado. A las 6 de la tarde, agotados, llegamos a lo que sería nuestro campamento base, pero no todos los animales llegaron y fue necesario que varios de nosotros volvieran a bajar.

El día nueve nos dedicamos a instalar el campamento base y la cocina donde se concentró toda nuestra alimentación.


La cresta noreste

El día 10 iniciamos el primer acercamiento con la idea de explorar una ruta factible a la cumbre y al mismo tiempo subir equipo para instalar el campamento uno. Pensamos que la cresta noreste sería la ruta más prometedora y sobre ella comenzamos La primera parte era una pedregal inestable que nos conducía a una pared de hielo, la cual bordeamos por la derecha hasta encontrar un paso para seguir por el glaciar que se encontraba en buenas condiciones, hasta la cresta noreste. El camino era fácil pero fatigoso por la nieve floja. Al borde de una grieta nos dispusimos a instalar el campamento uno, que nos tomó más de dos horas.

[Día 13] Eran las seis de la mañana cuando ocho personas se encontraban caminando con dirección al campamento uno. En esta ocasión transportábamos toda la alimentación y el equipo que utilizaríamos durante cinco días. El ascenso fue lento. Cerca de las cuatro de la tarde llegamos e instalamos las tiendas de campaña. La tarde era agradable, la luna se encontraba ya casi llena y el viento no molestaba.

El día 14 se ordenó la forma de avance. La primera cordada sería compuesta por Hugo Saldaña y Armando Ochoa. Serían los que abrirían la ruta, pero como tardaran mucho en alistarse, la cordada de Manuel Casanova y Roberto Morales empezó a trabajar apoyados por el resto del grupo. La primera parte consistía en ascender una fuerte pendiente de unos 40 metros en donde comenzaba una cresta con cornisas. Unas se localizan hacia la cara este y las otras al norte. El problema técnico es de primera y se requiere mucho cuidado para cruzar constantemente de una ladera a otra. El avance era muy lento y se pensó que bajando un poco más sobre la cresta oriental podríamos avanzar con mayor seguridad.

Manuel Casanova empezó a bajar hasta que la nieve cedió, pronto nos dimos cuenta que estábamos en una grieta. Se retornó a la arista y sin otra alternativa que la de seguir avanzando por ella, en algunas partes existían grandes carámbanos de hielo que eran peligrosos. Cerca de las dos de la tarde el sol había reblandecido la nieve como el avance era muy complicado, se tomó la decisión de abandonar el intento por esta ruta. La decepción se reflejó en todos los rostros, pero no era prudente arriesgar a los integrantes. Regresamos a nuestro campamento de altura, recogimos todo el material y regresamos hasta la base. Para bajar todo fue necesario improvisar dos trineos para el material.

Durante el resto del día descansamos y pensamos en otro nuevo intento, esta vez por la ruta que la expedición yugoslava había abierto ese año. El intento se planeó como un ataque ligero en la que sólo tres hombres intentaran la cumbre. En principio la cordada quedó integrada por Hugo Saldaña, Roberto Morales y Manuel Casanova. Poco después, Hugo decidió quedarse para intentar otra montaña.


La ruta de los yugoslavos

El 16 de junio, a las 4 de la mañana, salieron dos expedicionarios con alimentos para dos días y sin tienda de campaña. La idea era vivaquear cerca de los cinco mil metros. El avance fue rápido: primero, una pendiente rocosa que nos llevó a la cara este. Continuamos por el glaciar bastante inclinado por lo cual usamos las cuerdas fijas, que nos condujeron al campamento de altura de los yugoslavos. Casi sin detenernos continuamos pendiente arriba usando siempre la cuerda fija. Cerca de las seis de la tarde llegamos a la cresta sureste y pensamos que habría un lugar para dormir, peor no fue así, porque donde quiera la pendiente era muy inclinada. Fue necesario escarbar un asiento en el hielo para pasar la noche sentados y asegurados a unos tornillos para hielo. La noche fue eterna. El frío se dejó sentir a pesar de la buena protección que llevábamos, principalmente en los pies y en las manos. Dos semanas después aún teníamos insensibles manos y pies.

Apenas salió el sol, nos pusimos en movimiento. El siguiente paso era atravesar una pared que tenía aproximadamente unos 400 metros de profundidad, la pendiente la calculamos en aproximadamente 60º, la distancia a recorrer sobre ella, de 300 metros. Con mucha cautela la intentamos y cuando por fin llegamos al otro extremo sentimos gran alivio, el principal problema estaba resuelto y sólo restaba una cascada de hielo que no presentó dificultad.

Durante toda la ascensión nos alternamos para abrir la ruta. Cerca de la una de la tarde perdimos inclinación: gran satisfacción pues estábamos llegando a la cumbre. Primero, la cumbre este, luego un collado con grietas, lomas de nieve y finalmente una pronunciada pendiente de cerca de 30 metros que nos condujo a la meta. Los recuerdos de los pasados problemas se nos olvidan y sólo pensamos en la ayuda de todas las personas que hicieron posible el logro de esta cumbre. Sacamos la bandera de México, el banderín Puma e hicimos varias fotografías, incluso la del altímetro que marcaba la altitud máxima de la montaña.

El regreso fue rápido y sin embargo fue hasta las 23 horas cuando vimos el campamento base. El cansancio nos hacía tropezar constantemente, la radio no funcionaba y por ello tuvimos que llegar hasta la misma base sin que nuestros compañeros nos pudieran ayudar.


El Chuyunco

Mientras se ascendía el Salcantay, cinco muchachos se dirigieron al Chuyunco, de 5800 metros, Durante tres días estuvieron trabajando y fue una grata sorpresa saber que lograron llegar a la cumbre, no sin antes vencer diferentes obstáculos: paredes rocosas, glaciares y aristas.

La satisfacción de haber cumplido y de habernos enfrentado a problemas diferentes que nos enseñaron a superarnos fue lo que quedó de esta expedición.

Los integrantes fueron:

Nombre
Escuela o Facultad
Hugo Saldaña Meneses Ingeniería
Enrique Miranda Padilla Química
Alfonso Medina Rubio Ingeniería
Lucio Cárdenas González Ingeniería
José Alberto Balancán S. Ingeniería
Armando Ochoa Ingeniería
Mauricio López Ahumada Ingeniería
Clemente Olmos Ingeniería
Guillermo Arciniega Medicina
Prof. Jorge Muñoz Murillo Jefe administrativo
Roberto Morales  
José Manuel Casanova Jefe de la Expedición

Tomado de Manuel Casanova. "Expedición a los Andes peruanos"
Revista Puma Número 11, octubre de 1978, p. 10-15.



 



Suscríbete al Boletín

Google + Facebook Twitter RSS

 

Montañismo y Exploración © 1998-2024. Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con SIPER
Diseño por DaSoluciones.com©