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Montañismo y Exploración
Los refugios de montaña

El día 19 de junio subimos las laderas del Iztaccíhuatl hasta llegar al refugio del Téyotl. El Grupo de los Cien se había planteado como meta reparar el techo antes de que llegara la época de lluvias, así que una …







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El día 19 de junio subimos las laderas del Iztaccíhuatl hasta llegar al refugio del Téyotl. El Grupo de los Cien se había planteado como meta reparar el techo antes de que llegara la época de lluvias, así que una vez que hubimos subido la pendiente del Solitario, los golpes de martillo que trabajaban sobre el techo nuevo se escuchaban fuertes, multiplicados por el eco. Un techo nuevo en un lugar al que se llega por lo general en un promedio de seis horas de caminata desde San Rafael.

Precisamente después del Solitario, en ese amplio valle donde el silencio aturde por las tardes, escuchamos (primero) y vimos (después) un gran alud que se desprendía de las paredes occidentales de la Cabeza. Cualquier duda, si es que existía alguna, acerca de la posibilidad de escalar esa pared rojiza e inestable quedó solucionada en un derrumbe gigantesco que duró muchos segundos y que repercutió en el valle durante más de un minuto.

Antes de llegar al refugio encontramos a los componentes del Grupo de los Cien que habían acudido a trabajar, que bajaban ya a la Ciudad de México porque habían terminado su labor y que se apresuraban porque al día siguiente era día del padre y todos querían estar en sus casas. Nos saludamos, platicamos y nos despedimos. Un techo nuevo, un refugio sin goteras en el inicio de una temporada de lluvias que se ha retrasado un mes aproximadamente. Encontramos el refugio vacío, con las láminas nuevas puestas sobre el antiguo techo. La reparación era, por supuesto, provisional y el objetivo era que todo el maderamen se fuera secando de la humedad que contenía y no se deteriorase.

Sin embargo, el sitio no es ni con mucho lo que fue cuando lo construyeron, en 1956. El refugio número 5 (así fue llamado desde entonces), a 4,500 metros de altitud, servía de paso estratégico desde la vertiente del Estado de México hacia la de Puebla. El refugio se usó muchas veces como lugar de partida a las (ahora sí) Inescalables, una pared de 90 metros de altura que combinaba roca y, en la parte superior, hielo. Ahora, la pared no se puede escalar porque se cae a pedazos muy grandes y el refugio parece estar de más porque, al parecer, la gente no va mucho por ese lado de la montaña. Pero el refugio no estaba de más. Ahí estábamos nosotros, cubiertos del próximo frío y la inminente nevada, en un refugio de más de 40 años.

Sin embargo, la basura siempre ha sido un problema. Barrimos y limpiamos el refugio, recolectamos la basura que había alrededor, incluyendo tres fosas que algún grupo hizo para que la gente enterrara su basura ahí "y no se vea tan fea la montaña". Craso error que las generaciones posteriores tienen que pagar. La basura no deja de estar si no la vemos. Así que nos convertimos en gambusinos de hierro y plástico en las alturas.

Al otro día, bajamos casi 200 kilos de basura pero no quedamos conformes: todavía hay mucho por hacer ahí, sobre todo conciencia de que ese refugio sirve para algo más que pintar las paredes o hacer agujeros donde enterrar latas o robarse el libro de registro que Gerardo Chaparro y Mario Mira pusieron ahí para que las paredes permanecieran tan recién pintadas como las dejaron ellos cuando hicieron un arreglo a fondo del refugio. Ahora, el techo interior vuelve a tener pintas que no tienen sentido para nadie más que el que las hizo.

Hace falta mucho trabajo para dejar el refugio en condiciones de antaño: resistente, elegante, funcional... ¿Quién hace el trabajo rudo de comprar y subir el material hasta allá arriba, construir un refugio que ha durado más de 40 años para miles de personas (y es seguro que más de dos generaciones: el abuelo ya lo habrá usado y ahora el nieto lo usa también) sin que cueste un solo peso a quien pasa la noche ahí? Un misterioso grupo que se hace llamar Grupo de los Cien. ¿El Grupo ecologista de Homero Aridjis? No. Este sí trabaja y a ellos debemos la comodidad de dormir secos y calientes allá arriba, la facilidad de no cargar tienda de campaña.

¿Qué podemos hacer a cambio?


Tema de discusión

Con este boletín iniciamos una nueva sección en la que podrá participar todo aquel que lo desee, opinando sobre el tema que se indica. Los comentarios deberán enviarse a:

opinion@montanismo.org.mx

¿Qué es un refugio de montaña?
¿Qué comportamiento debe tener un persona en él?
¿Existe una ética que deba seguirse en los refugios?
¿Debemos transmitirla (si existe) continuamente?
¿Cómo?



 



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