Al principio existía la Tierra, y sobre ella los escaladores.
El primer día, los escaladores se dirigieron al Señor y le dijeron: "El gimnasio es muy aburrido, ¿nos puedes proveer con algo más que escalar?"
Y el Señor creó las montañas.
El segundo día, los escaladores volvieron a hablar con el Señor: "Amamos las montañas, pero sólo los mediocres quieren estar escalando roca siempre. ¿Puedes mejorarlo un poco?"
Y el Señor creó el hielo y la nieve.
El tercer día, los escaladores volvieron a dirigirse al Señor: "¡Esto es grandioso! Pero hay un detalle: siempre que nos queremos sujetar del hielo y la nieve, nuestras manos resbalan y nos caemos. ¿Qué podemos hacer?"
Así que el Señor murmuró algo sobre la ingratitud, y creó los piolets.
Al cuarto día, el Señor notó que los escaladores aún tenían problemas, esta vez con sus pies. Así que cuando vinieron a él, dijo: "Sí, ya sé. Quieren algo como ésto" y el Señor les dio los crampones.
El quinto día los escaladores se acercaron al Señor y le preguntaron: "¿Podemos tener algo que mantenga nuestros pies secos y tibios, pero que aún nos permita patear y dar pasos con facilidad? Y estaría de pelos que además tuvieran entradas para el crampón".
El Señor dudó, pero les dio las botas plásticas. Luego dijo: "Ya que me han hecho trabajar por cinco días, los haré trabajar de la misma manera cinco días cada semana. Esos días siempre serán bellos y soleados."
Los escaladores estaban aturdidos y el Señor se compadeció: "Tendrán, sin embargo, los días sexto y séptimo para escalar. El clima será mugre, las mejores fiestas serán los sábados en la noche, y siempre se enfermarán en el momento más inoportuno. Pero aún así tendrán esos dos días."
Y los escaladores se regocijaron y entonaron oraciones y canciones al Señor: "¡Escalemos!"