Abril del Río.- “Estoy bien. Ha sido una experiencia maravillosa. Estoy sana, completa, cansada y voy para abajo. Adiós”, fueron las únicas frases que la señora Victoria Larrea de Carsolio, madre de Carlos Carsolio, alcanzó a escuchar a miles de kilómetros.
Era la primera transmisión, y hasta el momento la única que había logrado establecer Elsa Ávila de Carsolio, la montañista que la madrugada del miércoles se convirtió en la primera mujer latinoamericana en pisar la cumbre del Everest (8 mil 848 metros).
“Hasta que Elsa no concluya el descenso, al menos hasta el campamento base (ubicado a 5 mil 200 metros) —lo que se espera ocurra durante los siguientes dos días—, su familia se habrá tranquilizado del todo, sostuvo su esposo, Carlos Carsolio, quien relató, vía telefónica desde su hogar en Valle de Bravo, los momentos de tensión que han vivido, especialmente su hija mayor, la pequeña Karina, quien a los 5 años tiene amplios conocimientos del oficio de sus padres y los riesgos que implica.
“Para Karina y Santiago (3 años), el montañismo es algo normal, de hecho no conocen otro mundo. Santiago ya se va conmigo a escalar piedras y le encanta, pero Karina ya se percata mucho más de que es un deporte de alto riesgo; ha escuchado de amigos nuestros que han muerto, y la tensión de saber que su mamá está en la alta montaña se suma a la presión que ha vivido en la escuela, donde sus compañeros y maestros le han preguntado cómo va todo”, expiso Carsolio.
“Karina estaba tan nerviosa que en los últimos seis días tuvo pesadillas. Para relajarla un poco, la maestra le pidió que expusiera qué fue a hacer su mamá a la montaña. Así hoy (ayer) se fue a la escuela con un globo terráqueo, carteles y nuestro libro para ilustrar la exposición. Espero que le vaya bien”.
Carlos, el cuarto hombre y primer latinoamericano en haber conquistado las 14 montañas del planeta con una altura superior a los 8 mil metros, entre otras numerosas hazañas, comentó que la comunicación con Elsa mediante el teléfono satelital se ha complicado por el mal tiempo. De hecho, lamentó no haber estado presente la tarde del miércoles en su casa, cuando la montañista logró el enlace.
Reiteró su reconocimiento a la “entereza y constancia” de su esposa, y aunque se mostró confiado en que la experiencia de Elsa le permitirá retornar con bien, insistió: “Hasta que no baje no podremos brincar de júbilo, y mientras tanto, no me emociono”.
En tanto, la madre de Elsa, la señora Flora Bello de Ávila, se reveló tranquila de saber, por la primera comunicación que se entabló, que su hija se encuentra sana. “Para nosotros es algo muy importante saber que esté bien de salud, y el hecho de que siga logrando sus metas”, indicó, y recordó que desde pequeña “nunca nos dejó ayudarla en nada, y siempre dijo que le gustaban las cosas difíciles”.
La Jornada
Mayo 7 de 1999
