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Montañismo y Exploración
Cuando se alcanza una meta

Justificaciones El montañismo ha entrado, desde hace varios años, en una fase de profesionalismo. Los retos fuertes, los importantes, son abordados sólo por aquellos que tienen una gran preparación y es cada vez más difícil para aquellos que no la …







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Justificaciones

El montañismo ha entrado, desde hace varios años, en una fase de profesionalismo. Los retos fuertes, los importantes, son abordados sólo por aquellos que tienen una gran preparación y es cada vez más difícil para aquellos que no la tienen alcanzarlos. En 1974 la pared de la Coconetla tenía sólo cinco rutas y "todo estaba por hacer". Entonces acudieron unos pocos escaladores que con la técnica que la época ofrecía abrieron rutas que hoy siguen siendo tradicionales. Sin embargo, no hablaré de esas rutas ni de esa época pues para muchos no tiene sentido. De lo que hablaré es de algo más mundano y, por desgracia, cotidiano: las justificaciones que todo mundo ofrecía para hablar de su fracaso.

Es común escuchar a la gente decir que no ascendió a la montaña "porque hay mucho hielo", como si en realidad fuéramos a trepar sobre montes de arena. El verdadero origen de todas las justificaciones está en la falta de preparación para abordar un reto determinado. Hace falta una intensa preparación física para lograr lo que nos proponemos. Es necesario repetirlo: el montañismo es un deporte. Sin embargo, una persona con una condición física excelente no necesariamente logra llegar a su objetivo, pues en nuestro deporte hace falta algo más que fuerza, resistencia o velocidad.

Lo que falta es una gran dosis de fuerza personal, que tiene que ir aparejada con una ética y una filosofía que permita llegar más alto que los demás. Si se quiere evitar la palabra "filosofía", hablemos entonces de una mentalidad con la cual el montañista logre adquirir confianza en cada movimiento que realiza en una pared o en una montaña. Pero lo fundamental es que esa confianza provenga de sí mismo y no del equipo técnico con que se puede ayudar. Es válido usarlos, por supuesto: son parte de la seguridad que uno tiene en la montaña o en la pared.

Sin embargo, el abuso de esos medios técnicos lleva fácilmente a una justificación más para aquellos que no tienen esa fuerza personal de la que hablo. Así, escaladores medios podrán hacer rutas con mucho equipo pretextando seguridad en cada movimiento, cuando en verdad lo que les falta es el valor de escalar en libre un tramo que hayan hecho artificial o una preparación física. De cualquier punto que se vea, esta justificación basada en la seguridad lleva irremediablemente a lo opuesto: la inseguridad total.

Sorpresas en el Everest

Dos noticias llegaron desde el Everest. La primera era que una expedición había ido a la vertiente norte de esa montaña para buscar el cuerpo de Mallory e Irvine, desaparecidos el 8 de junio de 1924 a una altura cercana a la cumbre. Precisamente por ello y porque en una expedición posterior se halló el piolet de Mallory, durante mucho tiempo se supuso que éste quizá hubiera podido pisar la cumbre y perderse en la bajada.

Sin embargo, no hay hasta ahora evidencia de ello y durante mucho tiempo el tema resultó muy romántico y nada más. Eran dos alpinistas ingleses que representaban una larga tradición de exploración y que quizá, sólo quizá, hubieran pisado la cima del mundo hace 75 años.

Ahora, la expedición de búsqueda ha encontrado el cuerpo de Mallory, lo identificaron, hicieron una pequeña ceremonia y lo "sepultaron" a la altitud en que estaba. Todavía no hay muchos datos pero saltan a la mente dudas: cómo pudo el algodón o la lana permanecer durante tres cuartos de siglo sin deteriorarse tanto que fuera reconocible que habían hallado a Mallory y no a Irvine o a alguien más. Son detalles que pronto se conocerán.

Pero lo más importante no es esto, sino que el hallazgo ha removido nuevamente la tesis de que fue él (o ellos) quienes pisaron la cumbre del Everest en 1924. Por supuesto, el alud que se avecina viene desde el Everest, pero llegará a todo el mundo, seguramente promovido por Inglaterra.

Creatividad o el por qué se hacen las cosas

La segunda noticia desde el Everest fue un primer ascenso: Elsa Ávila había llegado a la cumbre el 6 de mayo y con ello se convertía en la primera mujer latinoamericana en llegar a la "cumbre del mundo". Felicidades por su logro.

La noticia de la llegada de Elsa también ha producido mucho "ruido". En diversos medios, incluyendo el electrónico, circula una postura definida:

¿Por qué se empeñan los medios en darle valor por ser "la primera mujer latinoamericana en subir el Everest" (entre más largo el nombre, más ridículo se me hace el récord). Siguiente récord [...]: "la primera mujer latinoamericana en subir el Everest por el lado Chino" y luego "la primera mujer latinoamericana en subir el Everest por el lado Chino en menos de 5 días" y luego "la primera mujer latinoamericana no mexicana en subir el Everest". ¿Por qué no simplemente decir "soy montañista y me llamo Omar, o Ruth, o César, o Daniel y mi experiencia es tal o cual?"

Me parece una verdadera lástima que el verdadero espíritu montañero no permee a los medios, y que se enfoquen a presentarlo como si fueran carreras de salto con obstáculos, y pero aún con "agravantes" casuísticos que poco o nada tienen que ver con la meta como el sexo o lugar de origen. Afortunadamente no todos los medios lo presentaron así, pero me quejo por los muchos que sí, pues distorsionan la esencia del montañismo.

Rodulfo Araujo desde el foro de discusión Xtremers
6 de Mayo de 1999.

La réplica se centra en el modo en que los medios de difusión abarcan al montañismo y no en el éxito de Elsa. Hay que hacer una distinción clara, sin embargo: si bien es cierto que la réplica se torna absurda a futuro, no lo es tanto hacia el pasado. El mismo espíritu deportivo que movió a Mallory a llegar a la cumbre y no regresar de ella sino 75 años después es el que movió a Elsa Ávila a llegar a la cumbre. Nadie dudará que es buena montañista. ¿Tiene dinero y tiempo para entrenarse? Sí, los tiene. De ello hablé párrafos arriba, cuando decía que sólo los que tienen gran preparación pueden abordar el reto. ¿No es un reto nuevo? Para el mundo es probable que no, pero para ella sí que lo es. En el mundo de la aventura cuenta mucho la satisfacción personal, independientemente de todo el aparato mercadotécnico que se tenga que mover alrededor de una ascensión de este tipo para que se logre.

No se trata ya de las razones del alpinismo de principios de este siglo, cuando las paredes de los Alpes se terminaban y había que recurrir a otras zonas del mundo para seguir progresando. Estamos viviendo, eso hay que recordarlo, la época de la comercialización del montañismo y eso está hiriendo susceptibilidades y haciendo que lo verdaderamente fuerte (no importa si no es una montaña imposible, como el K2, por ejemplo) sea alcanzado sólo por quienes tienen dinero, tal como lo planteábamos hace varios números en este boletín.

La pregunta clave es: "¿Dónde está la creatividad?" Me niego a pensar que se hayan terminado los retos en los que el hombre pueda medir y superar sus propias barreras. ¿Está quedando la aventura hipotecada bajo los miles de dólares que se necesitan para que una sola persona llegue allá arriba? No lo creo. El montañismo tiene como esencia el ser incógnito, alejado del mundo y lejos de la civilización y, por supuesto, aquellos que en estos momentos están a la vanguardia del montañismo en sus diferentes disciplinas también le tienen envidia. Pero de la buena, como camaradas de la montaña. Pero ellos siguen en lo suyo. Son creadores y no se detendrán por el zumbido que llegue de los medios de difusión.

Akemati

En este número presentamos el artículo preparado por Daniel Castro sobre el descenso al Sótano Akemati (1,135 metros de profundidad), en Puebla, durante la Semana Santa de este año. Hay que hacer algunos señalamientos para que pueda contextualizarse este descenso.

En 1982, Carlos Lazcano descendió a la Sima Berger, en Francia, lo que lo convirtió en el primer mexicano en llegar a esa profundidad. Pertenecía a nuestra Asociación. El relato de este descenso lo presentaremos en el siguiente número. Once años después, en 1993, varios miembros de nuestro grupo de espeleología llegaron al fondo del Pozo Verde, de 1,070 de profundidad. Era la segunda vez que la UNAM estaba en esa cota y la primera que una expedición completamente mexicana llegaba a la sima de una caverna de esa magnitud (ver Boletín No. 2, Octubre 20 de 1998).

En 1997, Javier Vargas y Antonio Soriano descendieron al Sistema Cheve y se convirtieron en los primeros mexicanos en llegar por dos veces a una sima de menos mil metros. También son universitarios y participaron en la expedición a Akemati. Finalmente, el descenso a Akemati colocó a dos universitarios en una profundidad de -1,060 metros, donde renunciaron a continuar porque el terreno era tan inestable que resultaba muy peligroso. Sin embargo, haber alcanzado la cota de los mil metros en esa caverna tenía implícito el éxito como grupo, pues se trataba de la segunda ocasión en que una expedición completamente mexicana llegaba a esa profundidad.

¿Cuándo se ha alcanzado una meta?

Cabe preguntar: ¿es válido decir que se ha hecho sima (o cima) cuando uno se ha quedado a unos metros de ella? En el montañismo de las alturas, es evidente que no, tal como lo sintió en carne propia Elsa hace varios años a pocos metros de la cumbre del Everest. Hermann Bühl tuvo que subir a la cumbre principal del Broad Peak para que se validara su ascenso porque se había quedado en la cima secundaria. En la escalada en roca es cada vez más notorio que la verdadera meta consiste en vencer las dificultades y no llegar a la cumbre. ¿La Expedición al Sótano Akemati fue un fracaso por una decisión de seguridad? Un buen problema que habría que resolver. Lo cierto es que las dificultades fueron vencidas en esa caverna. ¿Logro personal o logro colectivo? Otra buena pregunta.

Primera expedición mexicana al Himalaya

En la sección de "Historia de nuestro Grupo" aparecen dos artículos sobre la Ascensión al Himalaya. El primero es la noticia de la partida del grupo hacia Kathmandú y el segundo es la breve crónica de la primera expedición mexicana al Himalaya. Si hubiéramos seguido el orden cronológico, aparecería la expedición al Monte McKinley, en Alaska, de 1979. Sin embargo, decidimos presentar esta por una razón: el 4 de mayo pasado se cumplieron 19 años de que Hugo Saldaña y Alfonso Medina se convirtieran en los primeros mexicanos en alcanzar el Kangchenjunga, cumbre de 8,420 metros y uno de los 14 gigantes del mundo.Sólo hay que recordar la mentalidad del montañismo mexicano en ese entonces y que Hugo Delgado anotara en su momento:

Recuerdo el comentario de un montañista que había sido muy renombrado en 1970-1975 hecho justo antes de que partiéramos al Kangchenjunga: "No la van a hacer porque el mexicano no puede llegar a los ocho mil metros sin desplomarse: estamos desnutridos. Si los norteamericanos o los europeos que están bien alimentados , más corpulentos y altos, desfallecen, ¿qué pueden esperar los "chaparros" mexicanos?" [...] Muchas personas habían asegurado que ni siquiera se llegaría al campamento base, otros que no se sobrepasarían los siete mil metros.

Visto desde este ángulo, la primera expedición mexicana al Himalaya cobra una fuerte importancia para el montañismo nacional: romper un mito. Sin embargo, quienes participaron en ella no piden reconocimiento alguno. Se sienten satisfechos de haber estado allí y de ver el ascenso de Elsa Ávila al Everest, porque al parecer ha roto otro tabú. Nosotros, desde este espacio, la felicitamos. Era un paso que tenía que dar en un momento o en otro.



 



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