Contador público de profesión, Antonio Cristerna Aguilar es miembro del Club Alpino Mexicano. A sus 60 años de edad logró hacer realidad uno de sus más caros anhelos: hacer cumbre en el Aconcagua, la montaña argentina más alta del Continente Americano —6,959 metros sobre el nivel del mar.
Con la satisfacción reflejada en cada una de sus manifestaciones, con cierto humorismo comentó: “Me dije, la tercera es la vencida y de aquí pa’ delante”. Conquistar el Aconcagua. Vencer ese reto lo consideraba como lograr la excelencia en esta disciplina.
Antes de conocer los dos intentos de hacer cumbre, señalaremos un dato curioso: “En agosto de 96 tuve un infarto como consecuencia de las presiones de mi trabajo. El médico me prohibió la práctica del alpinismo en todas sus manifestaciones, si acaso podrás subir al cerro de La Villa”.
Esta anécdota, como ahora la podemos considerar, resultó para Antonio Cristerna el “tiro de gracia” para sus ilusiones deportivas, particularmente en lo que se refiere al alpinismo, que es la pasión de su vida.
Retomando el tema, el vencedor del Aconcagua dijo: “Con cierto temor reanudé mis entrenamientos, y conforme transcurrían los días fui recobrando la confianza y la seguridad en mi estado físico.”
Después de un paréntesis, entra de lleno a relatarnos sus emociones rumbo a la montaña:
“Esta experiencia me resulta doblemente interesante, particularmente porque en dos ocasiones, por una o por otra causa, la ascensión a la cumbre del Aconcagua se malogró. El primer intento se presentó en 1985 y debido a una enfermedad de uno de los integrantes de la expedición no se realizó. Nueve años después la inquietud renace y se hacen los preparativos. Ya sobre el camino, precisamente en el campamento [sic] Berlín que está situado a una altura de 5 mil novecientos metros de altura, el encargado de la expedición Miguel Ángel Osornio se enferma, tomando la decisión de regresarnos.”
Llega el 13 de enero y esta fecha es para Cristerna como volver a empezar. Empieza un nuevo ascenso. Se consolida el 22 de enero. Subraya nuestro entrevistado que tardó nueve horas en llegar a la cumbre, y empleó dos horas en regresar.
Más adelante nos aclara que todo alpinista no solamente se entrena para subir, sino también para bajar, y señala que la mayoría de los accidentes ocurren al regreso, posiblemente por exceso de confianza o porque el alpinista se encuentra demasiado cansado.
Previo a la entrevista, don Antonio Cristerna nos platicó que también ha practicado el atletismo; ha corrido hasta el momento 15 maratones en diversas partes del mundo. Nos declara que lo hace en forma recreativa. Su mejor marca ha sido 3 horas con 59 minutos.
Finalmente nos hace la confidencia que esta hazaña la dedicó a su esposa, hijos y nietos, ya que ellos contribuyeron moralmente para que él lograra el éxito.
Para finalizar, hizo esta reflexión: “Cuando estás allá arriba realmente es una comunión contigo mismo, con Dios. Se experimenta una felicidad inmensa difícil de describir; si todos en nuestro trabajo, en nuestra vida diario pusiéramos todo el empeño que hacemos para lograr una condición física y actitud mental que nos permita llegar a estas alturas, todos seríamos unos hombres de éxito.”
El Sol de México