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Montañismo y Exploración
Aspectos médicos del montañismo de altura
15 noviembre 1998

Actualmente, la gente puede vivir al nivel del mar, tomar un avión y en horas estar a cuatro mil metros en un día. Por la noche, el aventurero puede tener una serie de malestares que en conjunto se denominan Mal de Montaña.







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Hace doscientos años, los viajeros chinos que escalaban los Himalayas las llamaron las "montañas del dolor de cabeza". A lo largo de siglos, los altos picos, no sólo de esa cordillera, han causado más que dolores de cabeza aún a los montañistas más experimentados. Sin embargo, hay una diferencia: los antiguos chinos tenían una ventaja: tenían que aclimatarse lentamente a cualquier altitud, porque sus marchas eran forzosamente a pie.

Actualmente, la gente puede vivir al nivel del mar, tomar un avión y en horas estar a cuatro mil metros en un día. Por la noche, el aventurero puede tener una serie de malestares que en conjunto se denominan Mal de Montaña. Todo sucede porque el cuerpo ha superado un desnivel muy grande con tanta rapidez que no se adapta. A alturas mayores a los cuatro mil metros, la presión atmosférica provoca que la presión parcial del oxígeno baje. De esta manera, el mal de montaña es la respuesta del cuerpo a esa caída en la concentración de oxígeno y sólo se remedia bajando de la montaña.

No todos las personas experimentan los síntomas del mal de montaña, pese a su condición física o su estado de salud. El mal de montaña es "impredecible" y puede enfermar a la gente más saludable. Para enfrentarse al mal de montaña y sus efectos desagradables o peligrosos, es preciso aclimatarse uno mismo, beber mucha agua y evitar ejercicio vigoroso hasta que se haya ajustado a esa elevación. Además, uno debería llevar su propio estuche de primeros auxilios y estar familiarizado con su uso. Los problemas peculiares en las alturas necesitan atención especial.

Mal de montaña

Resulta de la incapacidad del cuerpo humano para ajustarse a un ascenso rápido en altitud y van desde el mal de montaña ligero al agudo (AMS), experimentado por la mayoría de los montañistas, hasta los frecuentemente fatales edemas pulmonar y cerebral (el útimo es menos común). Un paso lento y la ingestión continua de líquidos (a menos que se sospeche de un edema) reducen la severidad del mal de montaña. La deshidratación, aunque sea ligera, produce un espesamiento en la sangre y, por tanto, una mayor dificultad para respirar. El color de la orina debería ser pálido y las micciones copiosas todo el tiempo.

Los síntomas de mal de montaña agudo incluyen dolor de cabeza, pérdida de apetito, náusea, vómito, cansancio, mareo, debilidad, apatía, reflejos lentos, distraimiento, somnolencia, sed intensa, un pulso muy rápido en descanso, sudoración de manos y/o cara y reducción en las micciones.

Uno de las formas más peligrosas del mal de montaña agudo es el edema pulmonar, que puede ser fatal. Con el edema pulmonar aparecen otros síntomas adicionales: agitación respiratoria aún en descanso, gorgoteo, sonidos de burbujas en el pecho y algunas veces esputo sanguinolento. La piel puede estar fría y pálida, uñas y dedos azulosos. Con edema cerebral, los síntomas adicionales son: dolor de cabeza severo, alucinaciones y pérdida de coordinación. Sin embargo, es más raro que se presente este último.

En todos los casos, el tratamiento es descenso inmediato. Los montañistas con síntomas severos deben dejar de ascender y considerar seriamente el descenso a una altitud menor porque aún bajando 500 metros y una permanencia de un par de días en ese rango, permite una recuperación.

Neumonía

Es capaz de matar, en algunos casos muy rápidamente. Los síntomas incluyen un aumento en la temperatura, dolor en el tórax, temblor, respiración rápida y tos seca, algunas veces con moco rojizo. La cura incluye mantener al paciente caliente, llevarlo a altitudes menores, darle líquidos calientes y antibióticos y golpear el pecho para fomentar la tos.

Males producidos por el sol

A una altitud de cuatro mil metros, sólo alrededor de 60% de la luz ultravioleta es filtrada por la atmósfera, por lo que la piel expuesta puede quemarse rápidamente; los labios son particularmente afectados. Existen excelentes bloqueadores solares (se recomienda el de factor 50 o mayor) que evitan las molestias de quemaduras en la piel. Los gogles o lentes oscuros con protecciones laterales deben usarse obligatoriamente cuando se esté en terreno nevado, aún si hay neblina. La ceguera por nieve es dolorosa y se siente como arena debajo de los párpados. Las gotas para los ojos y el descanso son necesarios, pero es muy importante evitar frotarse, quizá por el simple expediente de vendarlos.

Higiene

Es importante no contaminar el agua. En la montaña, la nieve o los riachuelos que se forman del deshielo son las únicas fuentes de agua de que se dispone. Si hay que lavar algo (utensilios de cocina o uno mismo), tiene que ser fuera de ese suministro de agua para eviar enfermedades. En el caso de que no haya letrina, es necesario practicar un agujero en la nieve para depositar el excremento, siempre y cuando esté lo más lejos posible de los campamentos o veredas. Se puede usar el piolet y luego rellenarlo con la nieve. No deje nada sobre el piso ni alrededor. La comida y el papel se pueden quemar en zonas con vegetación, pero las botellas, latas y plásticos deben ser evacuados de la montaña.


Más información en "Mountain sickness". Scientific American. Octubre, 1992.



 



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