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Montañismo y Exploración
Carlos Carsolio y las alturas (V y final): La alucinación es como un sueño
1 marzo 1997

Lola Miranda A Carlos Carsolio le gusta correr en auto y practicar varios deportes de aventura: bicicleta de montaña, buceo, espeleología, pero asegura que en el alpinismo extremo es donde ha sentido más intensidad de sensaciones. —Sí, me gusta la …







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Lola Miranda




A Carlos Carsolio le gusta correr en auto y practicar varios deportes de aventura: bicicleta de montaña, buceo, espeleología, pero asegura que en el alpinismo extremo es donde ha sentido más intensidad de sensaciones.


—Sí, me gusta la emoción de la adrenalina —afirma.


En la montaña también se viven estados de conciencia fuera de lo normal, alucinaciones, experiencias extrasensoriales que tienen, no obstante, una fuerte carga de realidad:


—La alucinación es como un sueño, te das cuenta que es irreal, pero conversar con alguien que acaba de morir, como a mí me sucedió con Wanda Rutkiewicz, la mejor montañista del mundo, con quien había un contacto muy fuerte, es difícil de aceptar por otros. Ya había muerto y cuatro días después en mi mente seguía platicando con ella. La gente dirá que estamos locos o tenemos mucha imaginación pero hemos vivido hechos singulares con tanta intensidad que no hay explicación lógica. Hay muchas anécdotas de alpinistas que refieren haber estado en casos extremos y experimentar situaciones extrañas.


Agrega Elsa Ávila:


—En las alturas, por falta de oxígeno, esfuerzo físico, tensión, cansancio, vives estados diferentes a la alucinación.


—¿Hay dopaje entre alpinistas?


Elsa ríe espontánea… Carlos Carsolio secunda y contesta contundente:


—¡El dopaje es totalmente absurdo en la montaña porque te mueres! En otros deportes puedes sobrepasar tus límites, no en el alpinismo.




Dormir entre piedras


A Carlos Carsolio le gusta correr en auto y practicar varios deportes de aventura: bicicleta de montaña, buceo, espeleología, pero asegura que en el alpinismo extremo es donde ha sentido más intensidad de sensaciones.


—¿Los alpinistas son viciosos de la adrenalina?


—Sí, me gusta la emoción de la adrenalina —afirma Carsolio—. Estudios realizados con alpinistas arrojaron que sí hay una cierta adicción a las emociones fuertes.


En la montaña también se viven estados de conciencia fuera de lo normal, alucinaciones, experiencias extrasensoriales que tienen, no obstante, una fuerte carga de realidad:


—La alucinación es como un sueño, te das cuenta que es irreal, pero conversar con alguien que acaba de morir, como a mí me sucedió con Wanda Rutkiewicz, la mejor montañista del mundo, con quien había un contacto muy fuerte, es difícil de aceptar por otros. Ya había muerto y cuatro días después en mi mente seguía platicando con ella. La gente dirá que estamos locos o tenemos mucha imaginación pero hemos vivido hechos singulares con tanta intensidad que no hay explicación lógica. Hay muchas anécdotas de alpinistas que refieren haber estado en casos extremos y experimentar situaciones extrañas.


Elsa Ávila:


—En las alturas, por falta de oxígeno, esfuerzo físico, tensión, cansancio, vives estados diferentes a la alucinación.


—¿Hay dopaje entre alpinistas?


Elsa ríe espontánea… Carlos Carsolio secunda y contesta contundente:


—¡El dopaje es totalmente absurdo en la montaña porque te mueres! En otros deportes puedes sobrepasar tus límites, no en el alpinismo.


Elsa:


—No sabes cómo va a responder tu organismo…


Carlos:


—En otros deportes puedes sobrepasar tus límites. Algunos se dopan porque saben que en la meta está el equipo de médicos y van a tomar agua. En la montaña no tienes esa atención y nunca puedes sobrepasar tu límite dopándote: ¡es una máxima en la montaña!


Elsa:


—Por ello escalar es una prueba de ti misma.


Carlos:


—La ventaja de este deporte es su carácter individual, no necesitas estar federado, puedes ascender cuando y con quien quieras. Nunca me interesó buscar el apoyo oficial, ni lo pensaba. Al principio no tenía equipo técnico. En casa se cosían zapatos de escalada y mochilas, y a futuro esto me ayudó a enfrentar obstáculos, Cuando hice salidas internacionales y escaladas más serias busqué financiamiento. He tenido altibajos y más con la crisis, pero recibí un fuerte apoyo de Europa y hoy tengo un respaldo basado, más que nada, en un prestigio. En México no hay una tradición de montaña y, en general, la cultura del deporte aventura está en el olvido, se considera demasiado peligroso. En Francia, sin embargo, el montañismo en todas sus facetas es el deporte más popular. Los franceses son los maestros de la aventura. Así como hay canchas de basquetbol en sus escuelas prefabrican muros de escalada.


—¿Qué comen en las alturas, cómo se duerme?


Carlos:


—En la altura de la montaña sí da hambre, pero casi no comes, te autoconsumes. He llegado a perder 14 kilos en una expedición. Tu comida depende de lo bien financiado que vayas. En la reciente expedición al Manaslu comimos muy bien. En el base se lleva de todo y además de latas, arroz, frijoles, papas, cargamos hasta mole. De vez en cuando nos llevaban frutas.


Elsa:


—En la altura me da más sed que hambre, sobre todo me ocurrió cuando estuve embarazada. Haz de cuenta que tienes los síntomas de los tres primeros meses de embarazo, ¡pero arriba se sienten peor!


Carlos:


La gente está acostumbrada a la comodidad, pero después de haber comido entre piedras, sin saco de dormir, ya puedes hacerlo en cualquier lado. En el campamento base duermes magnífico. Arriba en la montaña varía mucho. En escaladas en roca es una sensación fantástica dormir en medio de una pared colgado de una hamaca; gozas las noches estrelladas y el cansancio te hace conciliar el sueño, pero arriba de 7 mil 500 metros nunca puedes dormir porque es probable que sea para siempre. Falta oxígeno y el frío es extremo; nada más tienes que dormitar, medio descansar. Algunas veces he soñado con momentos de tensión, con sustos de caer.


Elsa:


—Cuando estás en la montaña en una noche difícil buscas la cercanía de tus compañeros y te pegas a ellos.


—El escarceo erótico los ha unido en la montaña?


Carlos


—No a más de 7 mil metros. Imagínate que acaba de caer una granizada, te estampas en el periférico y ves gente sangrando; la situación es igual en la montaña, te estás congelando, tienes problemas, estás preocupado.


Elsa:


—Sobrevivir es la prioridad. Imagina que estás en una tormenta pensando en subsistir. Ahora, en mi casa, sueño que escalo; es una necesidad que se expresa a través del sueño.


Se le pregunta a Elsa cómo se siente mientras cumple la maternidad y su compañero sigue adelante, encumbrándose.


—Cuando sabes lo que quieres no hay frustración —responde segura—. Estoy muy contenta de tener dos hijos y una familia completa, pero también por los logros de Carlos. Lo apoyo en lo que pueda porque decidimos tener hijos. Sabíamos que él podía continuar y yo iba a estancarme un momento. Ahora soy mamá y también trato de hacerlo bien, pero tengo la intención de salir en expedición cuando pueda desligarme un poco de la niña de tres años y el pequeño de meses. También como pareja hemos sabido trabajar en equipo en la montaña, pero es difícil, sobre todo cuando hemos estado en situaciones extremas a punto de perder la vida, aunque también ha hecho que abiertamente nos digamos todo. Claro, hay que saber decirlo y aprender a escuchar. Nos cuesta trabajo pues muchas veces crees que tienes la razón, pero para salir adelante es importante balancear y aprovechar las cualidades de uno para fortalecer las debilidades del otro.


Carlos:


—En la montaña cotidianamente vives situaciones límite que te unen o te hacen tronar.


—Después de completar los 14 ochomiles, ¿qué más?


Carsolio concluye:


—Hay mucho más; los ochomiles son sólo un accidente numérico. Sí ha servido, pero, repito, es en las grandes montañas donde se experimentan las vivencias más extremas.


 


El Universal

Marzo 1 de 1997





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