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Montañismo y Exploración
Carlos Carsolio y las alturas (IV): Sin aplauso
28 febrero 1997

Lola Miranda Escalar ha sido una pasión para Carlos Carsolio, aunque afirma que antes era algo mucho más romántico. —Hoy mi relación con la montaña es muy distinta: muy intensa, pero más fría, más madura; tal vez más satisfactoria que …







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Lola Miranda




Escalar ha sido una pasión para Carlos Carsolio, aunque afirma que antes era algo mucho más romántico.


—Hoy mi relación con la montaña es muy distinta: muy intensa, pero más fría, más madura; tal vez más satisfactoria que antes. El alpinismo es como cualquier actividad humana. Se va cultivando.


—El alpinista, ¿es un ser distinto a los demás?


—Cada ser humano es diferente, un mundo, tiene metas y su forma de pensar es particular.


—Y la fama, ¿cómo se vive?


—La montaña tiene una gran ventaja: ahí no hay aplauso que te motive, ni público por complacer. La motivación es interior, básica; es la raíz de cualquier deporte y eso te permite ser libre. Desgraciadamente la fama coarta la libertad, de la que soy fanático y siempre lo será, pero también hay compromiso. Tiene pros y contras; no me gusta como vida diaria.


Se sabe que la “belleza de las montañas, la serenidad que inspiran y la variedad de deportes que permiten practicar llevan a muchas personas a sentirse atraídas por las altas cumbres” (como se lee en los diccionarios). Para Carsolio…


—La soledad de la montaña es distinta a la que sientes cuando estás en tu carro, en medio del periférico rodeado de muchos otros, o en un vagón atestado. Te sientes solo, a nadie le importas no te importa nadie y es tristísimo. La paz intensa de la montaña te invita a reflexionar sobre la vida.




La vivencia extrema


Escalar ha sido una pasión para Carlos Carsolio, aunque afirma que antes era algo mucho más romántico. “Hoy mi relación con la montaña es distinta: muy intensa, pero más fría, más madura; tal vez más satisfactoria que antes. El alpinismo es como cualquier actividad humana. Se va cultivando. He conocido a gente con mucho talento que no le cuesta tanto trabajo, pero no se esfuerza y no destaca. Para tener éxito se requiere predisposición, pero también mucho coraje y dedicación”.


Continúa:


—La satisfacción es intensa cuando escalas solo, o haces una ruta nueva o complicada que nadie ha logrado, pues el alpinismo extremo es cada vez más difícil. Por supuesto, el ego tiene que ver. Todo ser humano tiene cierto egoísmo, una individualidad y una motivación por trascender, y creo que este deporte es un mecanismo para conseguirlo. Es satisfactorio cuando por siempre una ruta llevará tu nombre en las montañas más altas del mundo, pero no es lo que te mueve. Te impulsa la vivencia extrema, lo que experimentas arriba como ente espiritual, la cercanía con Dios, el contacto con la montaña… es difícil de transmitir. He regresado a escalar montañas sólo por el placer de hacerlo, pero eso no se dice en los medios.


—El alpinista, ¿es un ser distinto a los demás?


Carsolio:


—Cada ser humano es diferente, un mundo, tiene metas y su forma de pensar es particular.,


Elsa:


—En la montaña todos somos iguales. Es cierto que en cualquier momento te pone en tu lugar. Pueden ser los extremos: por vivir la experiencia de escalarla te hace sentir muy grande o que no eres nada si te comparas con ella. Lo importante es saber qué te gusta hacer o te llena de satisfacción para dedicarte a ello. Quizá los alpinistas somos diferentes porque hacemos algo fuera de lo común.


—Y la fama, ¿cómo se vive?


Carsolio:


—La montaña tiene una gran ventaja: ahí no hay aplauso que te motive, ni público por complacer. La motivación es interior, básica; es la raíz de cualquier deporte y eso te permite ser libre. Desgraciadamente la fama coarta la libertad, de la que soy fanático y siempre lo será, pero también hay compromiso. Tiene pros y contras; no me gusta como vida diaria. Elsa y yo la utilizamos; ha sido ventajosa para transmitir mensajes en nuestro negocio de motivación.


El deportista prosigue:


—No se manifiesta en el medio artístico o el futbolístico como en torno a un gran marino o a un explorador porque las motivaciones son muy distintas. Te das cuenta que tu realidad humana, de lo insignificante que eres ante las fuerzas de la naturaleza, de la montaña o el océano. Es desafortunado, pero al ser humano se le suben los humos porque se siente el mayor  del cosmos. Pierde la perspectiva de que en cuanto a creación cualquier insecto tiene el mismo valor.


Se sabe que la “belleza de las montañas, la serenidad que inspiran y la variedad de deportes que permiten practicar llevan a muchas personas a sentirse atraídas por las altas cumbres” (como se lee en los diccionarios). Para Carsolio:


—La soledad de la montaña es distinta a la que sientes cuando estás en tu carro, en medio del periférico rodeado de muchos otros, o en un vagón atestado. Te sientes solo, a nadie le importas no te importa nadie y es tristísimo. La paz intensa de la montaña te invita a reflexionar sobre la vida, ¿por qué estamos aquí? Es aterradora en ocasiones, cuando hay tormenta, por ejemplo. Es como estar en medio del océano. Para asimilarla requieres experiencia. Con Elsa llevamos más de 10 años viajando al Himalaya y es muy triste regresar de esa paz, de la aventura de intensidad de vida y aterrizar en la ciudad de México. Hace algunos años padecimos serios estados de depresión, era un terrible choque. Ahora, medio año estoy fuera en expediciones y ya se ha vuelto costumbre aceptar la realidad de esta tristeza de ciudad y la inercia terrible de su modo de vida. Cada vez estamos peor. La civilización no trae nada bueno.


—Para fraguar la acometida a la montaña, ¿los alpinistas profesan una filosofía en especial, meditan leen textos de motivación, llevan un amuleto?


Carsolio responde:


El Everest tiene 29 mil 28 pies y los aviones vuelan entre 15 y 35 mil pies, así que actuar a esa altura, y sin tanques de oxígeno, es por esfuerzo propio. Todo depende de ti, a Dios no le pides que te ayude o te saque de tus broncas. Elsa y yo creemos mucho en Dios, a pesar de no profesar ninguna religión. Nos atrae la filosofía budista, la de los brujos yaquis. También el islam tiene una doctrina interesante, al igual que el catolicismo. En estos tres últimos años, la edad de mi hija, cargo con su gatito de peluche, pero más que un amuleto es una raíz, un recuerdo. Desde que tengo memoria, tal vez desde los 12 años, a todas las escaladas siempre he llevado un pedazo de madera que se ha roto con el tiempo. Significa mucho por varias razones, pero es algo personal para hablar de ello. Siempre encuentras una motivación.


Enfatiza el interlocutor:


Arriba estás en acción pero en una expedición puedes vivir un mes y medio en la base para aclimatar el organismo y generar más glóbulos rojos, un ritmo respiratorio especial. La aclimatación, de un mes, mínimo, es fundamental. No puedes escalar de golpe porque te mueres, es como si se despresurizara la cabina del avión. Para continuar con la preparación subes otros picos de 5, 6 o 7 mil metros para arriesgarte a subir la montaña grande, a más de 8 mil. En términos médicos se creía imposible ascender los ochomiles sin tanques de oxígeno, pero en 1978 Reinhold Messner, el mejor alpinista de su época, por primera vez subió al Everest sin tanques. Le decían que iba a regresar con lesión cerebral, como un vegetal, pero los estudios no arrojaron el menor daño.




El Universal


Febrero 28 de 1997





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