4. Mercedario (6,770, Argentina), febrero del 2003
Elegimos la pared sur por la vía de los Japoneses. 1,600 metros de desnivel, con pendientes de 45 a 60 grados.
Llegamos al Cordón de los Ansiltas y nos dirigimos al servicio de mulas. Al día siguiente, tras cargar todo el equipaje en las mulas y contratar una sillera para los cruces de los ríos, partimos hacia el CB, a 70 km de distancia, que recorreríamos en dos jornadas.
Fotografías: archivo de Adrián Sánchez
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Paisajes increíbles y temperaturas insoportables es la constante. Al llegar a nuestro destino contamos los petates. Faltaba uno, el de los fierros. ¿Se habrá caído? ¿Se lo dejaron? Nos habían aumentado el precio con justificaciones absurdas y ahora esto. Le dijimos de todo.Los próximos días fueron de aclimatación y en ese tiempo recuperamos los fierros. Entonces todo volvió a la tranquilidad.
El campamento Pirca Polaco un excelente lugar para estar, el único inconveniente es la altura, ya que estamos a 3,600 metros pero terminamos yendo para arriba, al C1 (4,600), subiendo por la morrena y peleando con los penitentes más altos del mundo: más de tres metros de altura.
Tras mirar la pared desde el campamento, no entendimos cómo los japoneses pusieron tantos campamentos. En la actualidad sólo se ponen uno o dos en el glaciar porque no hay muchos lugares propicios y mucho menos ganas de hacer repisas. Nosotros decidimos llevar lo mínimo y sin campamentos en el glaciar.
Las 2 de la mañana del día siguiente y estábamos en marcha, muy ligeros y sin encordarnos. Amaneció. El glaciar es enorme y el sol comenzó a calentar y aflojar la banda rocosa superior. Desde ahí comienzan a caer piedras. Tras mil metros de caída son como balas: cascos y hombros reciben todo el castigo. Doce horas después, sin descansos, llegamos al C2, a 6,200 metros. Armamos campamento y sacamos la tentadora “polenta”. Primera lección: a 6,200 no se cocina.
Hasta las 10 salimos de las bolsas de dormir y a las 11 estamos en marcha encordados y muy lentos nos dirigimos a la cumbre. En pocas horas estamos en ella. Fotos, llamadas a casa y para bajo. Al llegar al campamento tenemos la lección 2: definitivamente la Polenta no se cocina, segunda noche sin cenar.
Regresamos al C1y al CB, tras esperar al arriero que nunca apareció, “se olvidó”, dejamos todas las cargas y en una sola jornada a realizar los 70 km y varios más hasta Gendarmería.
Compañeros: Pablo Minteguia, Sebastián Lobert y Luis Olea (argentinos).